Last Days
Sinopsis de la película
Blake es un artista introspectivo que sufre el peso de la fama, las obligaciones personales y un profundo sentimiento de aislamiento. Un día, atraído por unos árboles impresionantes, se adentra en un denso bosque, donde encuentra un manantial de agua. Mucha gente le anda buscando: sus amigos, que sólo recurren a él cuando necesitan algo, los directivos de su casa de discos e incluso un detective privado. Blake busca en el bosque la inspiración para su última canción. Inspirada en los últimos días de vida de Kurt Cobain, cantante del grupo Nirvana y abanderado del movimiento grunge .
Detalles de la película
- Titulo Original: Last Days
- Año: 2005
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
5
65 valoraciones en total
Uno se pregunta por qué hay tanto interés en cargarse a Gus Van Sant. ¿Por qué se le critica por cosas que a él no le interesan? Mucha gente se queja de que apenas cuenta algo en sus películas ¿Y qué? ¿Realmente es fundamental hacerlo? No creo que Gus Van Sant pretenda hacer un drama al uso. ¿Por qué entonces quejarse de que no es tal? ¿Es que solo hay una forma de hacer cine?
Para mí en el cine, solo existe un dogma, el de la VERDAD. A lo largo de la historia del cine, desde Flaherty, todos los grandes cineastas, fuesen cuales fuesen sus estilos, se han caracterizado por situar a su protagonista, como ser humano, en un mundo comprensible (física y moralmente) para el espectador. Roberto Rossellini decía el principio de lo verdadero es uno simple, mientras que los errores toman múltiples formas . Eso puede ser una definición sobre una base cinematográfica, a partir de ahí se pueden construir multitud de películas.
Hoy en día hay pocos directores que se guíen por este principio. Ahí siguen luchando hasta el último aliento Godard, Rohmer, Chabrol, Oliveira, incluso Bergman, y especialmente Abbas Kiarostami. Estos centauros cinematográficos, a pesar de la indiferencia que público y crítica (la mayoritaria) les profresan, siguen creando, innovando, evolucionando el cine. Pero nadie se puede olvidar de Gus Van Sant, un hombre que parece más interesado en lo que se puede construir a partir de sus películas que en sus películas en sí. Su obra, desde Psicosis, parece convertida en una labor de concienciamiento del espectador. De decirle que existe un camino más allá de lo que estamos acostumbrados a ver. De decirnos a nosotrosque, como espectadores (y algunos también como creadores) que heredaremos el cine, debemos buscar nuestra propia identidad, para que el cine no decaiga.
Y así llegamos a Last Days, la mejor, la más emocionante, bella y radical de sus obras. La deconstrucción narrativa y temporal es total, pero la belleza de la exposición es incomparable. El ser humano enfrentado a una naturaleza que le supera es el auténtico protagonista. Hablarán cuando se estrene del problema adolescente, de las drogas, de Kurt Cobain, pero la película va muchísimo más allá de eso. Es universal. El plano en el que Blake escapa de la casa y sus amigos para simplemente quedarse mirando el lago y el bosque es de una belleza primorosa, de una sencillez y verdad aplastante. Cuando Blake toca sus canciones, cuando rompe su guitarra, parece que es la naturaleza la que grita, el celuloide que se rompe.
Una adivinanza: ¿Que fuma Gus Van Sant?
La respuesta pueden mandarla por mail a la asociación de fumetas más cercana o al partido de la marihuana. Ya hemos recibido cuatro mil mails con respuestas diferentes.
Si realmente la película de Gus Vant Sant refleja los últimos días de la vida de Kurt Cobin no me extraña en absoluto que se suicidase, como todo los espectadores si les regalasen una escopeta por el infinito aburrimiento y pedantería que provoca Last days .
Pensaba que con la inefable gilipollez experimental de Gerry , recomendable para también fumaos con gafas de pasta gruesa, este señor había tocado su fondo (o techo) creativo. Me equivoqué, Last days es una de las mayores gilipolleces estrenadas en una sala de cine y deberían venderla en un pack junto con la anteriormente mencionada, un traje negro de mujer y una escopeta para emular al gran Kurt Cobain.
Tranquilo Kurt, ahora mismo me pongo el Nervermind y olvido toda esta patraña. Ya voy, ya voy….
Parafraseando a varios usuarios os dejo la dirección donde remitir una redacción de cincuenta líneas sobre lo que mucho que os ha gustado la película:
Dr. Sigmund Freud
Karlsplatz, 16
Viena (Austria)
Cuando me enfrenté a Elephant no sabía qué me iba a encontrar. Sólo había oído hablar de Gus refiriéndose a su GËNIAL! remake de ·Psicosis·, el cual hizo las DËLICIAS! de todos los cinéfilos del mundo. No hablaré de ·Elephant· en esta crítica, pero baste decir que me pareció un pestiño con un par de buenas ideas.
Sabía que esta película discurriría por los mismos senderos, pero tenía que arriesgarme. Una película sobre los últimos días de Kurt contada con el estilo de Elephant se me antojó interesante. La cagué.
Lo más triste de todo es que los primeros veinte minutos de cinta me han parecido buenísimos. Aquí el estilo pausado y contemplativo de Gus sí tenía razón de ser, puesto que es la mejor manera de mostrar la inmensa depresión en que está sumido el personaje. Uno contempla con fascinación cómo se sirve unos cereales murmurando entre dientes, porque Michael Pitt lo interpreta perfectamente.
¿Cuál es el problema de Gus? La saturación, la repetición, el hastío. SER CANSINO, en lenguaje simple. Tiene una buena idea entre manos y la exprime tantísimo que uno termina odiando el concepto. En ·Elephant· pretendía mostrarnos un día normal de instituto que precede a la masacre, para ello se servía de retratar las actividades cotidianas e intrascendentes de los alumnos. La idea, conceptualmente, es buenísima, pero se hubiera visto igual de bien realizada si los paseos hubiesen durado dos minutos en lugar de siete. Si revelar una cámara hubiese tomado un minuto, no tres. ¿Se me pilla por dónde voy? En ·Last Days· gustan las primeras escenas de decadencia, pero cuando toda la película se basa en ellas añadiendo poco más, uno termina odiando a Michael Pitt.
Especialmente sonrojantes para el buen gusto son las dos escenas que se repiten con mínimas variaciones (sin razón de ser y altamente cargantes) y la escena absolutamente vacía, plúmbea y grotesca (Carlos Boyero dixit) en la que la cámara se sitúa fuera de la casa durante cinco minutos y vemos a Kurt por una ventana.
Le doy un 4, en resumen, por los primeros veinte minutos.
Es fácil, muy fácil, recurrir a un mito de la música moderna para captar el filón que sus seguidores, en ocasiones devotos, suponen como público para una película que de otro modo pasaría completamente desapercibida. Puedes tirar de Kurt Cobain, de Sid Vicious, Bonn Scott, John Lennon o quien te plazca. Es más fácil aún evitar cualquier problema legal (y más conociendo como se las gasta Courtney), y llamarle de otra forma, teniendo libertad para inventar lo que desees. No es necesario ni que te mojes con su suicidio. Total…¡es lo de menos! Es poco interesante, no hay diferentes historias en torno a una muerte aún sin resolver del todo… También es fácil hacer que el actor se deje el pelo largo y evitar sus caras en todo el artwork de la película. Dicen por ahí que se parece…su parecido no va más allá de la peluca. No es difícil tampoco grabar un plano de 1 minuto enfocando a unos árboles: harás que los gafapastas mojen sus pantalones, y te elevarás a un plano cultureta super-guay que te permitirá colgarte la etiqueta de experimental y tipo-molón-underground en todos los festivales.
Lo que es difícil de cojones es aguantar una película en la que no pasa absolutamente nada, en la que dejan al tal Kurt como un subnormal, con comportamientos pillados más que por los pelos, y con un tedio de película que a cualquiera le haría sacar los sesos a pasear vía escopeta, como hizo él.
Es que, para ser un supuesto biopic de un músico carismático, ni tan siquiera hay música: apenas un par de canciones. Yo también me voy a escuchar ahora, como dicen por ahí, un ratillo el Nevermind . Y a rezar para que al individuo este de Gus Van Sant no le dé otro día por levantarse sintiéndose grunge, como el día que se desayunó los cereales caducados que aparecen al inicio, y le dio por hacer esta película.
Gus Van Sant, viejo zorro, nos ha dado esta vez una de cal y otra de arena con su nueva obra, Last days . Y es que en la película navegan cogidos de la mano momentos de gran intensidad dramática y belleza inconmensurable, con otros más flojos e infinitamente aburridos.
Como en Elephant , Van Sant se vale de unas imágenes llenas de poesía para arrancar trocitos de historia a cuentagotas. Sin embargo, la agonía de un héroe aletargado y asfixiado en su propio éxito sabe a poco, porque en su afán por personalizar hasta lo indecible la historia con silencios cansinos y sobre todo divagaciones innecesarias, Van Sant olvida su principal misión como director de orquesta: mantener el ritmo de todos y cada uno de los elementos de la pieza. Y muy a su pesar, el director de Mi Idaho privado no lo logra, porque se pierde en nimiedades absurdas y monólogos exhibicionistas.
Vamos, que este fatalismo organizado no llega a los niveles de onírica belleza de obras contemporáneas (Mallick está todavía lejos), aunque tampoco desmerezca especialmente viendo como está el patio en Hollywood. Y es que Last days brilla en su concepción más simple: melodrama puro y duro, con drogas y grunge de por medio, al mejor estilo telemovie, demostrando que quien tuvo, retuvo.
De su protagonista, Michael Pitt, poco, muy poco se puede decir, tal vez un me gusta cuando callas, porque estás como ausente del gran poeta chileno.
LO MEJOR: La fotografía.
LO PEOR: El más que evidente declive profesional de Van Sant, que no es otro que el declive de la cultura indie y del sonido Pixies frente a la industria de Hollywood y la audacia de las nuevas tendencias.