Las miserias del señor Travet
Sinopsis de la película
En el Turín de 1860, vive Ignazio Travet junto a su familia: su segunda esposa, Rosa, su hija mayor Marianin (fruto de su primer matrimonio), sus dos hijos pequeños (fruto de su relación con Rosa) y su criada Brigida. Travet, funcionario estatal, es un hombre con muy mala suerte. Lleva trabajando 32 años sin haber recibido jamás ni una gratificación ni un ascenso, viendo con resignación y sin quejarse, como hay compañeros de trabajo que aún haciendo mucho menos que él han sido gratificados y ascendidos, y teniendo que aguantar diariamente a un jefe de sección repelente. En su casa las cosas no son mucho mejor. Su esposa es una mujer muy dominante que hace y deshace lo que quiere con él. Su hija está enamorada del panadero del pueblo, pero su mujer no acepta esta relación, ya que no la considera digna de su clase social. Un día llega a su trabajo el nuevo jefe de división, Francesco Battilocchio, que casualmente, se aloja en el mismo edificio en el que vive Travet. Mientras Battilocchio está haciendo la mudanza, conoce a Rosa… a partir de este momento, las miserias de Travet se agrandan aún más.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le miserie del Signor Travet
- Año: 1945
- Duración: 100
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Italia 1946. El neorrealismo arrasando las conciencias de la incipiente cinefilia. Ese sector de la población que dice amar el cine, lo que parece traducirse en despreciar cualquier película que no pretenda ser seria, solemne, digna de ser vista en un cineclub con posterior coloquio en el que hablar de Ibsein, Nietzsche, Ortega o Gasset. Por que, digamoslo claro, el entretenimiento popular es una forma de arte kitsch para la gente que ha nacido con el palo de una escoba introducida en salva sea la parte, no puede tomarse uno en serio una cinta en la que sus personajes se redimen, no son realistas esos cambios de actitud, los famosos arcos de los que hablan los seriefilos (otra tribu con más peligro que Gary Glitter dando clases en un seminario menor, ya que estamos).
Y si hay algo que el buen cinéfilo desprecia, son las adaptaciones teatrales. Ya se sabe, el cine es un arte visual, lo de contar historias, ya tal. Al fin y al cabo venimos contando historias desde las cavernas y ya ves tú cómo está el mundo. Dónde esté la inventiva visual de cintas tan útiles para la sobremesa cómo El Hombre de la Cámara o Berlín, Sinfonía de una Ciudad, que se quiten los relatos judeocristianos ejemplarizantes, que ya está bien de tanta moralina. El cine debe ser un arte libre, con escenarios y actitudes realistas cómo las de Hitchcock o Scorsese, eso si. ¿Qué es eso de que una película transcurra en menos escenarios que cualquier serie de relleno de Antena 3 o Telecinco? Y que pasa con Turín ¿nunca se levanta la niebla? ¡¡Vaya recurso más cutre!!
Por no hablar de los personajes, que viven sus dramas con una ligereza digna de mejor causa, ¿cómo puede soportar el sr. Travet todas las persecuciones a las que le someten sin, aprovechando la niebla perpetua de Turín, convertirse en un justiciero de la ciudad cómo Bruce Güein o Travet Bickle? Que alguien nos lo explique, por que está claro que lo realista es buscar venganza. ¿Y ese Gino Cervi repitiendo el personaje de Peppone? Que poca originalidad, por favor, basta de remakes e ideas precocinadas ¿Y Alberto Sordi haciendo de fauno? Vaya tópico hombre, vaya cliché más vergonzante. Por no hablar de ese cambio injustificable del personaje, el truco de guión más sobado de la historia… ¡¡que encima reiteran con la mujer del señor Travet!! Alguien debería prohibir que pelis tan rebosantes de buenismo hipócrita se sigan viendo, hombre ya.
En resumen, película a evitar. Salvo que alguien me diga que alguna vez la pusieron en algún programa del Garci, que entonces habrá que revisionarla con otros ojos.