Largo fin de semana
Sinopsis de la película
Peter y Marcia son pareja desde hace años, pero últimamente su matrimonio no atraviesa una buena racha. Las riñas entre ambos son continuas ,y la única salida que ven a su situación es tomarse un fin de semana para los dos solos en la naturaleza y estrechar así la distancia que los separa. No obstante, las vacaciones no resultarán tan placenteras como esperaban… En 2008 se realizó un remake protagonizado por James Caviezel.
Detalles de la película
- Titulo Original: Long Weekend
- Año: 1978
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
5.9
87 valoraciones en total
Matrimonio australiano urbanita busca reflotar relación más hundida que el Titanic. Larguémonos al campo el próximo finde y así alcanzaremos el sumun del hastío y el consiguiente divorcio… o lo que tenga que venir…
La mujer no quiere, pero la perra fondona (el especimen más coherente del trío) acaba viajando de incógnito.
La flora de Australia es exhuberante y su fauna apabullante. Los animalitos no gustan de la gente de ciudad. Éramos pocos y vinieron los del supuesto razocinio.
El karma es más inflexible que el fisco, y nada se le pasa por alto. Y hasta aquí puedo contar.
Paisajes: bien.
Trama: casi ausente.
Animales: bien.
Actores: irritantes.
Tensión: la misma que en un enchufe sin cables.
Emoción: idéntica a la que se experimenta en un partido diferido donde sabes que se ensañan goleando al equipo de tus amores.
Drama: Lograr acabar de verla y sentir que te la han colado doblada.
Terror: Me pareció ver un lindo gatito o tal vez fuera una sombra en el mar.
Anécdota: Por increíble que parezca cuenta con un remake.
Fue a raíz del estupendo documental Not Quite Like Hollywood cuando empecé a entender la particular idiosincrasia del cine australiano de los 70-80. Algo que no me venía de nuevo, después de quedarme ojiplático al terminar de ver esa obra maestra que es Wake In Fright. Long Weekend tiene más de un punto común con Wake In Fright, empezando por la psicología de los personajes, pero ya a estas alturas, hacia finales de los 80, los australianos habían vendido su alma a la serie B por completo, y algo se refleja aquí, aunque sin el punto casposo que ya tendrán otras producciones similares como Patrick , Harlequin o Next of Kin ( casposas pero divertidas y muy aprovechables). En Long Weekend hay mucho suspense hitchcockiano, planos imposibles, simbolismos bastante obvios pero efectivos y nuevamente la sensación de incomodidad de Wake In Fright. Entre la forma de usar la cámara de Eggleston, los estupendos efectos de sonido y las situaciones surrealistas me da la impresión de sudar la gota gorda de puro agobio durante la película, pero esto es algo realmente bueno, da la impresión de que Long Weekend se ha hecho un hueco en mi memoria.
Me sumo a Tarantino, ladrón de guante blanco del cine australiano (si sólo fuese del australiano…) y proclamo: Viva Everett de Roche .
Curiosa propuesta australiana, donde uno no sabe a donde agarrarse, que rompe todos los esquemas tantas veces vistos en el cine de terror. Duele ver, ante la falta de ideas actual, como hace más de 30 años, un guionista decidió poner de viaje a una pareja, pero en vez de estar súper enamorados que tuvieran problemas, ese mismo guionista pensó en usar el drama como hilo conductor del filme, obviando seres extraños o sucesiones de asesinatos de extras o secundarios, también pensó que era más interesante abrir muchos frentes posibles para despistar a los fanáticos del género, evitando que el filme se volviera previsible.
Pero lo más grande que hizo Everett De Roche fue usar la naturaleza como transmisor de miedo. La oscuridad, los ruidos, los gemidos, los animales, son todos elementos propios de la naturaleza, que no deberían asustar a nadie, aunque ocurra, pero si los usas con inteligencia la capacidad de agobiar y amedrentar será infinitamente superior a cualquier monstruo, psicópata o bicho que te inventes.
Lo único que empaña el resultado es el excesivo alargue de la primera parte. Pasas tanto tiempo desconcertado, sin saber que coño ocurre, que cuando al fin pasa algo y consigues enlazar todos los detalles anteriores, ya te ha dejado de interesar. A parte, tiene ciertas licencias que no me convencen en la historia, dejando muchas cuestiones en el aire.
Película más que interesante, una pequeña reliquia que gracias a los remakes consigue volver a salir a la luz.
Se ven buenas intenciones en ella, pero en la película se acaba imponiendo lo estúpido.
Tras verla y tener serias dudas acerca de ella, todavía tengo más después de ver lo que los creadores esperaban de ella. La idea, al parecer es que se buscaba que el espectador empatizara con los personajes hasta el punto en el que su miseria se acabara convirtiendo en la del espectador, pero lo que ocurre es todo lo contrario. La parejita que se va de escapada romántica es tan repelente, tan odiosa y tan poco civilizada -no ya con el medio que le rodea sino entre ellos dos- que es imposible que el espectador pueda llegar a sentir ningún tipo de empatía hacia ellos.
El discurso pseudo naturista que ha montado Eggleston no resuena con toda la fuerza que debería. Me gustó la ambientación, eso sí, y hay un gran trabajo sonoro capaz de asustarte por encima del propio artificio preparado. Long Weekend es una película con buenas cosas, entre la que destaca el hecho de crear una especie de terror profundo utilizando únicamente el contexto, pero tiene demasiadas escenas fuera de lugar y, como ya he dicho, le falta empatía por demasiados sitios.
Es un buen intento, pero la ejecución es muy irregular.
Producción setentera en el más amplio sentido de la palabra, tanto en el uso de su música, de esa fotografía que rezuma sencillez, y de unas interpretaciones trabajadas (lejos de lo que se concibe a día de hoy en el fangoso terreno en que se enmarca la propuesta), que entremezclando componentes del terror más visceral, con una especie de drama que se transforma en una pugna psicológica entre ambos protagónicos, nos revela un mensaje que, aunque a día de hoy se nos pueda antojar inocente, en su día no debió serlo tanto.
Y es ahí donde la propuesta de Eggleston, lejos de parecer sólo una producción setentera, se desmarca de lo que habría ofrecido cualquier otro realizador.
En primer lugar, decide otorgarle cierta ambigüedad a la temática principal del film (como haría, a posteriori, McLean en su Wolf Creek ), consiguiendo que el espectador no sepa a que aferrarse exactamente si no ha leído anteriormente algo concreto sobre el film (una radio habla sobre alienígenas, una caravana abandonada nos hace presagiar que pueda intervenir algún psicópata en la ecuación, etc..), para más adelante, realizando un grato juego con los encuadres, irnos introduciendo con sutileza en lo que realmente resultará ser el epicentro de la cinta (esos subjetivos desde el propio bosque, los matorrales jugando en el interior del propio plano, etc..).
De este modo, Largo fin de semana se transforma, no sólo en un ejercicio del terror más puramente visceral y psicológico, sino también en la disección de una relación que parece más degradada que otra cosa, y las consecuencias que reportan sus irracionales actos, logrando del film de Eggleston una más que compacta propuesta en la que, en especial sus minutos finales, resultan claustrofóbicos y angostos, pese a desarrollarse en un espacio totalmente abierto, mostrando así el talento del cineasta australiano que otorgaría más juego a la propuesta original de la que le otorgó a su remake Jamie Blanks hace poco. Eso sí, por una vez que Blanks hace algo bueno como descubrirme Largo fin de semana , tampoco me quejaré en exceso, la verdad.