Lágrimas negras
Sinopsis de la película
Mientras regresa a casa, después de despedirse de su novia, Andrés es atracado por dos mujeres. Cuando, algún tiempo después, se encuentra con una de ellas, una joven desequilibrada de familia acomodada, surge en Andrés una obsesión incontrolable, que imprime a su vida un giro inesperado que le conducirá a abandonar todo cuanto posee.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lágrimas negras
- Año: 1999
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
Película
5.8
84 valoraciones en total
Siento la inmensa pena de tu extravío.
Siento el dolor profundo de tu partida.
Y yo lloro sin que sepas que el llanto mío
tiene lágrimas negras
como mi alma.
A Ricardo Franco le pasó lo peor que le puede pasar a alguien, morírse. Y le ocurrió en medio del rodaje, lo que debió de suponer un mazazo para el resto del equipo, porque toda la película destila cierta melancolía siniestra. Tal vez si la hubiese terminado él, otro gallo nos cantara. O tal vez no, porque el problema aquí son ciertas incongruencias en el guión, que paso a spoiler, menos una, que me trae de cabeza. Paso a analizarla:
¿De verdad una mujer puede violar a un hombre? ¿Ésto se puede?
Tal cuál se plantea la secuencia… yo creo que no se puede. Mis conocimientos superficiales de psicología me llevan a pensar que si una persona (hombre o mujer) se siente atacada, asustada, acosada, agredida sexual o físicamente, se encuentra en una situación incómoda en la cual ninguna persona normal se excitaría -insisto, normal-. Y mis conocimientos superficiales del apéndice masculino me llevan a pensar que con aquello mohíno no se puede jugar… o sea, que si esta mujer consigue cepillarse al muchacho, es porque el muchacho está palote.. o sea, contento y encantado, y eso no sé si se puede considerar violación. Aunque me extraña muy mucho que el muchacho esté en tal estado, porque se le ve pasándolo fatal… que hasta suelta lagrimitas la criatura y todo, que da una penilla…!Guarra!, deja al chico en paz.
Si estuviese mejor rodada, encontraría esta secuencia asquerosa…pero ni eso. La encuentro, sencillamente, torpe.
Lo único que salva de la quema a esta película son sus dos protagonistas (por los que siento debilidad, no lo voy negar) y la secuencia en que están los dos conversando en la playa. Intensísima. Intensísimo todo.
Pues vaya notazas le ha puesto la peña a esta película, que pese a tener mas de diez años (seria pasable e interesante si fuera de los 80), se me antoja que tiene mas de cine de transición que de casi el siglo XXI.
Imagino que a esto ayudan mis conocimientos de salud mental y drogodependencias, y veo que el argumento no se me sostiene por ningún lado. Estereotipos del tres al cuarto, lenguaje lento e innecesario y los pechos de Elena Anaya, que si no los enseña, no actúa.
Pero las playas de Portugal son bonitas.
Fue la obra póstuma del gran (desde el principio, desde Los restos del naufragio , esa magnífica y bendita película maldita, desde la aspereza realista y cortante de La familia de Pascual Duarte , y no sólo desde el magistral escalofrío de La buena estrella ) Ricardo Franco, la película siguiente a aquella que tan buena estrella le había dado. Sin embargo, una siniestra ceguera y una mortal enfermedad impidieron que acabara de madurar todo su talento, de depurar todas sus virtudes, de plasmar abiertamente su cine visceral, melancólico, tierno y emotivo. Lágrimas negras fue acabada por su ayudante Fernando Bauluz.
Es una película con reminiscencias autobiográficas que cuenta la historia de un joven acomodado, con novia y trabajo (Fele Martínez) que es asaltado por dos chicas, una de las cuales le viola y a la vez le fascina (Gil). Por ello, él la busca hasta entablar con ella una casi imposible relación sentimental, pues ella tiene una enfermedad mental degenerativa.
Franco hace un paseo por sus temas predilectos: los amores imposibles y el desamor, el desamparo, los seres normales azotados por grandes pasiones, la desolación y la muerte. Tiene de autobiográfico, dicen por ahí, por la relación de Franco con Jean Seberg, eso no lo sé, pero sí parece muy claro que todo su cine bebe de unas fuentes íntimas, de sentimientos inexpropiables con lo que Lágrimas negras no es una excepción.
Fue una pena (y parece una estupidez demagógica y gratuita escribir esto aquí y ahora) que Ricardo Franco muriera. Y es que había encontrado, creo yo, una ansiada triple reconciliación/encuentro: con la crítica, con el cine, y, sobre todo, consigo mismo. Su mala estrella, al fin y al cabo, dijo la última palabra y Lágrimas negras es su último, póstumo y notable abrazo para los quisieran ser receptivos.
Ricardo Franco murió antes de terminar de rodar esta película, y la tuvo que terminar su ayudante Fernando Bauluz, al que al parecer, después de esta experiencia no le quedaron ganas de volver a repetir como director, porque aquí empieza y acaba su obra. El resultado es tan irregular y extraño como las propias circunstancias del rodaje.
Voy a hacer esta crítica contestando a mi amiga Valdemar, que por lo visto no se cree nada de esta película. Para empezar no se cree la escena inicial en la que se produce una especie de violación por parte de Ariadna Gil al chaval interpretado por Fele Martínez. Bueno, Val, primero hay que tener en cuenta que no es lo mismo que te viole cualquiera a que te viole Ariadna Gil, que eso tiene un nivel. Y si esto no te convence te diré que yo no veo esa escena tanto como una violación porque me da la impresión de que a Fele le pone la tía y la situación desde el principio, vamos, que con sus pelos de loca y su comportamiento más de loca todavía pues al tipo le da morbo. Y el morbo, que es una cosa bastante inexplicable en muchas ocasiones, hace milagros con la circulación sanguínea.
En cuanto al resto de la historia y a la obsesión del chico por el personaje de la piradísima Ariadna, pues mira, yo he visto en la vida real hacer cosas mucho más gilipollescas por una tía.
Esto del amor es tan incomprensible que no me cuesta nada creerme lo que nos cuentan Franco y Bauluz, por no hablar de que la locura es algo muy atrayente para muchísima gente. Los locos pueden tener un nosequé y un sexapil que te cagas, sobre todo si además de locos son guapos y estilosos, como es el caso de Gil.
Yo aquí lo que no me creo ni de lejos es que un tío con el pavo de Fele Martínez en esta película, con ese personaje insustancial y sosito a más no poder, traiga locas a dos tías del tallaje de Elena Anaya y la propia Gil. Eso sí que no entra dentro de unos niveles mínimos de credibilidad. Ahí o bien ha fallado el director de casting o la dirección de actores o es que mismamente el propio Martínez se creía el papel todavía menos que Valdemar.
En definitiva, un resultado raro, que no termina de convencer y unas interpretaciones pelín chuscas. Incluso Ariadna, con los gestos esos rarísimos que hace con los ojos, sobreactúa que da gusto. Esta mujer, que normalmente es bastante comedida y sobria en sus actuaciones, aquí hace un despliegue de muecas que ni Jim Carrey en sus mejores tiempos, oiga. Hombre, ya sé que interpreta a una desequilibrada pero tampoco hay que exagerar, digo yo. Un 4 y va que chuta.
Y es que eso es lo que le pasa a esta película. Que sin estar ambientada en los 80, da la sensación de ser de los 80. La estética me recuerda más al cine de Garci de Solos en la madrugada que a otras coetáneas de esta cinta, como Historias del Kronen , Tesis , Asfalto , Son de mar , La comunidad u otras. Todas ellas coinciden en que retratan de una u otra manera el mundo de la calle y lo oscuro, pero mientras todas ellas parecen películas modernas, la de Franco y Bauluz no lo parece.
Además de este mal envejecer, me ha llamado la atención el conjunto de situaciones inverosímiles, en concreto:
– La escena de la violación.
– Que Fele enamore a esos dos mujerones (Elena y Ariadna).
– Que estando en Madrid te digan, nos vamos a Portugal (como el que dice nos vamos a Toledo ), y cogen y se van
– El comportamiento de Fele, que es totalmente ilógico en gran parte de la película.
– Y lo que es de remate de cutre es la última escena del disparo a través de un parabrisas que no se rompe.
No me ha gustado.