Lady J
Sinopsis de la película
Madame de La Pommeraye (Cécile de France) se retira de su reclusión debido a la muerte de su marido, siendo seducida por el Marqués de Arcis (Edouard Baer). Cuando su romance con el lujurioso marqués da un giro inesperado, la rica viuda trama un plan para vengarse con la ayuda de una joven (Alice Isaaz).
Detalles de la película
- Titulo Original: Lady J (Mademoiselle de Joncquières)
- Año: 2018
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
Película
6.2
49 valoraciones en total
Madame de la Pommeraye siempre tuvo una sonrisa encantadora. Tras su relación con el adinerado marqués de Arcis, no dudó en mantener una buena amistad con él, a pesar de que el hombre, famoso por sus costumbres disipadas, le prometió un amor sublime que fácilmente se desvaneció.
Su amiga más cercana le advirtió entonces del carácter libertino del marqués, pero sus exquisitos modales y lenguaje apasionado la convencieron de que ella sería la mujer que el marqués siempre deseó como compañera.
Entre hermosos jardines e impecables salones transcurre esta historia, inspirada en una novela de Denis Diderot, filósofo del siglo XVIII que no conoció la Revolución Francesa, y que probablemente sería despreciado como un pensador del viejo régimen por los nuevos revolucionarios. Lo cierto es que su obra mantiene todo su prestigio.
La trama es sencilla, pero termina tocando muchos temas: la infidelidad, el arte del engaño, los límites de la venganza, el egoísmo, el perdón…
Cinco personajes creíbles y perfectamente interpretados, sostienen esta historia de venganza. Genial Cécile de France.
Emmanuel Mouret dirige esta agradable comedia dramática de venganzas tras un desengaño amoroso, todo ello enmarcado en la elegante Francia de finales del XVIII, cuando toda Europa (y por tanto, todo el mundo) miraba al país galo para emular su estilo.
Cécile de France hace una interpretación deliciosamente perversa y soporta sobre sus hombros el peso de una película que, aunque posee un guión lleno de elocuentes frases y admirables juegos de palabras e ironías, falla en el ritmo y avanza con una cierta pesadez que impide darle más nota.
Con todo, una cinta correcta y recomendable para pasar un rato agradable.
El visionar una película como Lady J es muy grato por varias razones. La primera de ellas es que se trata de una buena película, Así, de entrada, cosa difícil hoy día encontrar en la cartelera. Está perfectamente llevada a cabo con una dirección inspirada, un buen guion, un notable equipo artístico y un plantel de actores que cuenta con buenos personajes, es decir, lo fundamental para que algo funcione de cabo a rabo.
La segunda razón es que, desarrollándose a finales del siglo XVIII, su ambientación no da la sensación de cutre. Podrán haber estado ajustado a un presupuesto sin llegar al éxtasis estético de Barry Lyndon, por ejemplo, pero logran, y con acierto, la recreación de la época, cosa que también no es muy común que ocurra hoy día.
Quizás no llegue a niveles alcanzados anteriormente por el cine galo como en Todas las mañanas del mundo o tampoco tenga el aplomo de La marquesa de O (aunque conste que es una producción mayoritariamente alemana de Rohmer) donde se conjugue a muy alto nivel romanticismo y literatura. El acierto en este caso es que Emmanuel Mouret es que tampoco lo ambiciona. Ni siquiera creo que pretendiese eclipsar la estupenda Las damas del bosque de Bolonia, de Bresson, que anteriormente ya adaptó esta obra de Denis Diderot, una libre adaptación de Jacques le Fataliste et son Maître. Mouret va a lo que va, con momentos de gran fuerza romántica, sean los interiores, en esas mansiones exquisitamente adornadas, o en la catedral de Saint- Maclou y en exteriores, como los filmados en Marly- le- Roi en Yvelines o Sarthe. Lujosos castillos y bonitos jardines, donde resalta su vestuario, único premio César del cine francés que logró ganar de sus seis nominaciones. Pocas, porque ni la película, ni el director ni alguna de sus actrices secundarias (Alice Isaaz, Natalia Dontcheva o Laure Calamy) fueron nominados. Todo esto va sazonado con casi una veintena de temas de autores como Bizet, Bach, Pescetti, Handel, Vivaldi o Reutter con piezas muy bien elegidas como fondo musical y que apoyan el relato.
Lo que puede llegar a ocurrir que juegue en su contra es el que algunos espectadores. que ya hayan visto las versiones de Las amistades peligrosas (o el Valmont de Forman) basadas en la obra de Choderlos de Laclos, no quieran participar de esta historia, que no depara ni sobresaltos ni sorpresas, y todo les pueda sonar a conocido, ya posee casi los mismos ingredientes. Sería injusto, porque lo que hace sobre todo su notable guión, es desgranar sus personajes y sus intenciones, con un buen broche final no exento de cierto sarcasmo, pero, como digo, sin pasarse en ningún momento y desde la sutileza, pudiéndose perder por parecer todo un lugar ya conocido.
El que todo esté tan cuidado en todos los aspectos, sobre todo el personaje central de la historia, una acertadísima Cécile de France como Madame de La Pommeraye, me llama la atención que no sea así con Edouard Baer como Le marquis des Arcis. No me refiero a su buen trabajo como actor ni su personaje, sino a su aspecto. Seguro que ha contado con la aprobación de su director, pero creo que ahí no acertó. El departamento de peluquería no debería haber aceptado este marqués seductor y libertino con ese look tan poco favorecedor, que con esa barba descuidada y poco perfilada y ciertas greñas, que no serían permitidas en su clase social, y que son más propias de, por ejemplo y sin querer ofender, un informático que no trabaja cara al cliente y que lleva varios días (y noches) no se sabe si trabajando a destajo o de farra con varios amiguitos.
Por todo lo dicho, parece que el hacer una buena película, que resulte hermosa y en el fondo vendible/ rentable, sea fácil. Pues sí lo es. Lo que ocurre es que hay que currárselo. Se debe contar con los elementos adecuados y los intérpretes necesarios. Lo que se entiende por profesionalidad, hablando claro, y eso sí que parece un gran misterio, sobre todo para la mayoría de los casos de nuestras queridas producciones.
La adaptación a la pantalla grande de un cuento de Diderot (filósofo y autor de la Enciclopedia) no deja de ser un reto apasionante en el que se ha alcanzado un éxito notable en todos sus aspectos. Con enorme acierto los diálogos mantienen la sutileza y enrevesamiento del original. Se disfruta de un delicado y raro deleite al escuchar la esquisitez y culta pedantería de las conversaciones que van desvelando (con los sentimientos y deseos de los personajes) la trama del enredo.
Tragicomedia romántica francesa situada en la llamada época de la Ilustración (s.XVIII) adaptada con rigor y acierto en la escenografía, vestuario, localizaciones y música. Los actores defienden sus papeles con entereza y pulcritud haciendo sus personajes sobradamente creíbles y dotando a la historia de un ritmo que te atrapa como una buena novela.
Al contemplar esta cinta te vienen a la cabeza ineludiblemente, por su gran similitud temática, recuerdos de dos relatos llevados al cine en diversas ocasiones Las amistades peligrosas (Choderlos de Laclos / Milos Forman) y Grandes esperanzas (Charles Dickens / BBC&).
Película muy recomendada para almas sensibles amantes de la literatura.
Fotografiada en formato Scope par dar más esplendor a la muy buena fotografía y a los excelentes escenarios escogidos especialmente en exteriores, transcurre esta producción de Netflix en Francia del año 2018 en un ambiente de época, narrándonos una historia dramática-romántica que nos hace verla y escucharla con interés. Además posee una buena interpretación de sus actores principales.
Basada en una novela de Denis Diderot con un acertado guión, asistimos a una contemplación de CINE con mayúsculas que nos recuerda épocas pasadas de su historia para regocijo de los que echamos de menos, actualmente, aquél CINE que nos transportaba a un mundo selecto con un texto muy acertado y un tanto psicológico y filosófico que nos hace pasar un buen rato disfrutando de su belleza, incluido un magistral vestuario, todo ello acompañado también con unas páginas de música clásica de acuerdo con el film.
Muy recomendable para los buenos aficionados al CINE y especialmente CINE clásico.
La versión española (doblaje) es muy acertada.