Ladrones
Sinopsis de la película
Narra el romance entre un ladronzuelo y una estudiante de familia acomodada que irrumpe en su vida envuelta en un halo de misterio. Álex (Ballesta) es un joven que lo único que sabe hacer en la vida es robar, actividad que le enseñó su madre antes de ser detenida en el andén de una estación de metro cuando él sólo tenía siete años. Tras dejar el centro tutelar de menores, intenta buscar un hueco en la sociedad, pero sus esfuerzos son en vano, ya que, al poco tiempo regresa a la calle para hacer lo que mejor sabe: robar. La vida de Álex da un giro radical cuando conoce a Sara (Valverde), una niña bien cuyas únicas preocupaciones son los exámenes y su vestuario.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ladrones
- Año: 2007
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
5.5
91 valoraciones en total
Eso debieron pensar los pobres desafortunados a la salida del cine tras haber pagado algo más de 5 € para ver esto.
El argumento es tan simple y previsible que básicamente gira en torno a los dos protagonistas, el principal tirón comercial de una película sin mayores pretensiones. La falta casi total de secundarios la convierten en una historia aburrida que deseas que termine pronto. Quizá se pueda salvar algún apartado técnico como la fotografía, es posible que a pesar de ser un debut bastante desacertado, sea pronto para degollar al director.
En cuanto a los actores, se trata de dos jovencitos aunque ya curtidos en estos terrenos. Por una parte tenemos al encasillado Juan José Ballesta, su presencia en una peli garantiza a día de hoy cierto éxito de taquilla y un alto porcentaje de braguitas húmedas entre las adolescentes españolas. Por otra parte tenemos a la no menos encansillada y eterna lolita María Valverde, eterna promesa igualmente que desde La flaqueza del bolchevique no levanta cabeza. A buen seguro sus bukkakes en Melissa P. la dejaron trastornada y está demostrado que si la sacas de sus cuatro registros de cara ingenua y niña tonta no dá para más.
Para resumir, la cinta ni entretiene ni aporta nada nuevo, una españolada más que añadir a la lista de fracasos del cine español que tanto nos pretenden promocionar. Si vemos las películas que han hecho los dos protagonistas, pese a su juventud, nos podemos hacer una idea de la situación de nuestro cine: mucha cantidad, poca calidad.
Lenta, tediosa, aburrida, absurda…. Una historia que se puede contar en 15 minutos y que se alarga hasta los 100 a base de interminables planos de una grandilocuencia risible con los guapísimos protagonistas mirando al horizonte. ¿Serán motivados dichos primeros planos por la intención del director de captar la psicología de unos personajes completamente planos y carentes de toda originalidad? (chica bien que por puro aburrimiento coquetea con la delincuencia junto a chico malo cuyo oscuro presente obedece a un todavía más oscuro pasado). ¿Donde he visto yo eso antes?.
En fin, que luego se quejarán de que el cine español va como va.
Mi nota: 2,75 (de la cual el 90% va para la fotografía que no esta mal)
Ladrones no creo que pase a la historia del cine español, ni siquiera pienso que sea una película de las que recuerdas más allá de una semana o varios días… No obstante, tiene el poder de atraparte de forma intrigante y curiosa durante los 100 minutos que dura la historia, sobre todo gracias al trabajo de los dos protagonistas (Juanjo Ballesta conserva su carisma y María Valverde es pura naturalidad) y a la química que se palpa entre ellos a través de una relación intensa y peligrosamente atractiva.
No es una película de grandes diálogos, sino de pequeños gestos, de sonidos, de silencios y en especial de miradas.
Puede ser algo lenta y sí, tiene fallos narrativos (el principio sobre todo), pero ante la avalancha de americanadas de terror, terceras/cuartas/quintas… partes y algunas de cine español infumable, al menos esta película tiene una historia interesante que contar y transmite mucho con muy poco, lo cual se agradece.
La fotografía, un 10. La música, en algunos momentos parecía de un videoclip de Los 40…
Incomprensiblemente, los críticos que suelen despachar los estrenos españoles de este tipo, han querido ver en esta ingenua cinta una historia delicada y de buena factura.
Sin embargo, a otros nos da la sensación de ver uno de esos cortometrajes de cien minutos –a los que ya nos tienen acostumbrados muchos de nuestros compatriotas debutantes–, en los que por poseer una destacada fotografía y unos encuadres adornados, creen que pueden sacar adelante un largometraje en condiciones.
Seguramente, buena parte de su aceptación venga de manos de su reconocida pareja protagonista. El caso de Juan José Ballesta es especialmente irritante: tras su gran salto a la gran pantalla con El bola, ahora vemos a un joven pandillero y de barrio cualquiera, lógicamente encasillado en el papel de kinki, aunque aquí, contradictoriamente, se le pretenda maquillar. La comparación que hace M.Torreiro de éste actor con Belmondo es cuanto menos ridícula, y si eso es lo mejor que se le pasa por la cabeza a ese crítico, lo mejor que puede hacer es retirarse y dejar paso a las nuevas generaciones, porque semejante equiparación es absurda y ofensiva para el cine.
Su media naranja en la película es María Valverde, quien también empezó muy bien su carrera y, a pesar de que ésta sí que tiene el talento y la presencia de la que carece el otro, no está teniendo ni pizca de suerte en los trabajos que elige, cada cual más vacío y superfluo.
En cuanto a la propuesta, el tratamiento que se le da a una temática tan seductora y emocionante como la del robo es rematadamente pobre. ¿Acaso el director ha visto Pickpocket de Robert Bresson? O, ¿la ha visto y se ha pasado por el forro el rigor, la tensión y el buen gusto que hay que tener para hacer una cinta sobre carteristas? O, a lo mejor, es un homenaje de lo más deprimente.
Porque lo que pretende ser un ejercicio de poesía visual desde el birrioso inicio a cámara lenta y con una música desacorde con lo que se cuenta, se convierte en una serie de pasajes al más puro estilo videoclip amateur.
Todo es postizo y artificioso: la historia del chico no es creíble porque, para no caer en pretensiones, se omite parcialmente, cayendo en la más absoluta ambigüedad. Igualmente, la relación con la niña bien es previsible a más no poder (encuentro sexual incluido).
Y si se procura establecer una reflexión sobre las distancias y diferencias entre las clases sociales, ésta es tan leve que se evapora sin dejar rastro.
Además de la forma, también está el fondo. Y si hay algo de romántico en enseñar a robar a una chica, que lo dudo, esta película no lo demuestra.
Jaime Marqués se perfila con este primer filme suyo como una de las grandes promesas del cine español de los próximos años. Sin obtener un resultado excepcional, ha sabido sacar partido a dos protagonistas en estado de gracia. La química entre Ballesta y Valverde, hipnótica.
La factura técnica es impecable. La sombría fotografía de David Azcano le va que ni pintado a la trama. Parece sacada de un clásico en blanco y negro con unos contrastes dispuestos a potenciar el dramatismo y adentrarse en los resquicios del alma de los personajes.
Por su parte, Marqués se ha aplicado a la hora de rodar una historia que sabe encontrar siempre su ritmo y que propone una estética marcada por un clasicismo formal en el que el director se mueve a sus anchas, sin por ello renunciar a contrastes curiosos de cierto carácter rupturista.
Sobre esta cuestión, es muy loable su manera de entrar de lleno en los personajes cerrando plano, como en el más cerca de Nichols, y combinar esto con otras tomas más abiertas y ágiles para la descripción de las acciones.
No obstante, el conjunto le deja a uno con ganas de más, con la esperanza de que Marqués se arriesgue del todo en un trabajo venidero, que abandone ese academicismo formal que ha prohibido a Ladrones alzarse con el apelativo de clásico.
Sin duda, un nombre a tener en cuenta el de Jaime Marqués.