Lacombe Lucien
Sinopsis de la película
Durante la Segunda Guerra Mundial Lacombe, un joven campesino cuyo padre está prisionero en Alemania y cuya madre se acuesta con su jefe, intenta ingresar en la Resistencia. Rechazado por el cabecilla local, ingresa por azar en la policía alemana. Con una capacidad asombrosa para amoldarse a lo que su nuevo puesto le exige, su vida cambia cuando se enamora de France, la hija de un sastre judío.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lacombe Lucien
- Año: 1974
- Duración: 140
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Opinión de la crítica
Película
7.2
37 valoraciones en total
Seca y desnuda. Despojada y brutal.
1944. La Francia ocupada, la de Vichy, la colaboracionista.
Zagal, chico de campo con poca instrucción, es echado de su casa. Su padre está preso y su madre está con el jefe. Trabaja en un hospicio, pero no le gusta, quiere escapar. En el hotel de la Gestapo encontrará su lugar. En una familia judía, el afecto, más o menos.
Estamos en guerra, pero casi no hay ejércitos ni acciones militares, ni nada prácticamente. Un par de interrogatorios que casi no vemos, algún soldado, la radio que dice tal y cual y poco más. El resto, lo que se cuenta, es una especie de Ángel exterminador Buñueliano, un estado de las cosas detenido y asfixiante, cenagoso, corrupto y estático, de aguas fétidas, que hieden.
Una mirada a la contra, lejos de convenciones y monsergas. Vemos las cosas a través de Lacombe, buen salvaje, amoral e inocente. Está muy lejos de ser bueno, pero tampoco es malo del todo. Entiende poco y se deja llevar, no sabe de bandos o fines. Solo quiere que le hagan caso. La supervivencia y el placer como únicos objetivos, ser primario y esencial. Su mirada desvela el horror de la situación, sabia elección para evitar prejuicios o moralinas, Lacombe es una tabla rasa que no juzga ni condena, observa y actúa, sin añadidos ideológicos o cargas históricas, sin contexto ni condiciones, desde el egoísmo más puro, cruel y sano, sin artificios ni retorcimientos. No hay épica ni histerismos dramáticos. Cotidianidad morbosa e indolente, una apatía degradada, una desesperación sorda y apagada.
Ese hotel de la policía sería una parada de los monstruos, pero vista con fría distancia, con ironía malsana. Un ex ciclista, un ex inspector, una funcionaria indiferente, un niño de papá, una actriz frívola y estúpida, un tipo siniestro, un negro que pasaba por allí…, un retrato suavemente feroz de personajes que conviven en una casa de los líos, entre torturas, aburrimiento y blanda depravación, pasando el rato, estirando la ocupación nazi, sin fe y sin criterio, sin futuro y con maldad, una derrota patética y miserable.
Y la casa judía, ese es el otro escenario. Familia enclaustrada y condenada. Sin salida. La abuela (autista), el padre (fatalista y resignado) y la hija (desquiciada y todavía con cierta esperanza y vitalidad). Escondidos. Humillados y ofendidos.
Con este film, Louis Malle planteó un tema de lo más controvertido, a la vez que irrefutable históricamente: la colaboración que ciudadanos franceses dieron voluntariamente al nazismo en la época de la Resistencia. Lacombe Lucien fue uno de ellos y Malle lo retrata como a un joven impulsivo, metódico e inconsciente de su futuro próximo, pues no vive sino cada momento, deprisa, deprisa.
Es un film denso, que no acaba de cuajar como debe en un contenido relleno de autocredibilidad, impacto o desazón, limitándose a exponer unos hechos, con un fondo decentemente dibujado y perfilado, pero no acabado de pintar, para bien o para mal (no digo desde el punto de vista ideológico o de valentía, sino desde lo cinematográfico).
Es una buena película, pero resulta inexplicable e indefendible su prestigio al lado de otras obras de su autor.
Primer acercamiento de Louis Malle al tema de la Francia ocupada y el colaboracionismo, que luego culminaría con Adiós muchachos , en mi opinión su mejor obra.
Lacombe Lucien es un joven campesino cuyo padre está preso de los alemanes y cuya madre ha establecido relaciones sentimentales con otro hombre, su vida es vulgar, marcada por cierto desamparo fruto de la ausencia de la figura paterna, pero el carácter del muchacho se revela cruel y afanoso por ejercer poder. Alguien escribió una vez que todo poder es una violencia ejercida sobre los otros, y es precisamente la predisposición humana a ejercerlo la realidad que pone al descubierto el proceso histórico de la ocupación. En él, gentes aparentemente sencillas ven al alcance de sus manos la posibilidad de vengarse de sus vecinos, de enriquecerse a su costa, o simplemente de humillarlos. Lucien no es distinto, al principio se contenta con maltratar animales (el pájaro, los conejos), pero pronto encontrará un medio mejor de ejercer el poder de la mano de la policía alemana. En su seno va a buscar un referente a seguir, así como un sentimiento de pertenencia y un vehículo de promoción personal, motivaciones que se verán paulatinamente truncadas por su relación amorosa con una joven judía. Tan sólo ese amor (otra emoción o necesidad puramente humana) le empujará a traicionar a los traidores.
El filme tiene numerosas virtudes, comenzando por un buen guión y una excelsa fotografía tanto en interiores como en exteriores. La dirección artística logra una eficaz ambientación y recreación de la época, factor que resulta reforzado por la elección de la música, con abundantes temas de guitarra del genial Django Reinhardt. Malle filma con parsimonia, sin apresuramientos, atento a los silencios y los rostros, consiguiendo un rigor estético casi documental.
El fenómeno colaboracionista siempre ha resultado muy difícil de asumir para Francia, que tras la guerra se esforzó en crear el mito de que toda la sociedad ocupada era resistente , de ahí que a Malle le llovieran críticas desde todos los sectores sociales y sensibilidades ideológicas por este frío y descarnado acercamiento a una realidad menos heroica, y por eso mismo, más cierta. De hecho, ante las reacciones desatadas, Malle decidió emigrar durante un tiempo, concretamente a los EE UU, por lo que desde El Unicornio (1975) hasta Adiós muchachos (1987) no volvió a dirigir en Francia. No obstante, resulta irónico que su vuelta tuviese lugar de la mano de una película que volvía a abordar los mismos temas, Malle no había encontrado motivos para traicionarse a si mismo.
Louis Malle dirige el film, en el que además interviene como coproductor y coguionista. Rodada en Figeac (Francia), fue nominada un Oscar (película de habla no inglesa). Ganó un BAFTA (película), un Crítics Awards (película), un NBRA (actor reparto) y un NSFCA (actor reparto). Se estrenó el 29-IX-1974.
La acción tiene lugar en un pequeño municipio del suroeste de Francia, entre junio y agosto de 1944. Narra la historia de Lucien Lacombe (Pierre Blaise), un muchacho analfabeto, de 18 años, trabajador de la limpieza, hijo de un miembro de la Resistencia detenido y deportado. El desinterés por el trabajo y deseos de aventura le llevan a solicitar la admisión en la Resistencia, que no obtiene por su escasa edad. Reclutado por los colaboracionistas de la policía, conoce a France Horn (Aurora Clément), hija de un sastre judío, de la que se enamora.
La película describe la actitud de la población ante la ocuapción nazi, alejada del mítico heroísmo de la versión oficial. El intercambio de colaboración por inmunidad y supervivencia definió el comportamiento ampliamente mayoritario. A Malle le gusta demoler mitos, en este caso el de la heroica resistencia de la población frencesa. La proyección del film levantó en Francia una encendida polémica y protestas públicas que alcanzaron niveles de paroxismo. La película no formula reproches: relata hechos de forma escueta y, en ocasiones, seca y áspera. La historia tiene por protagonista a un muchacho inmaduro, sin criterio propio, que se siente satisfecho con las ventajas que obtiene como colaborador de las SS. No es del todo inocente: es testigo de crímenes abominables y en algunos participa activamente. No desconoce la gravedad de los hechos, lo que convierte el relato en una reflexión sobre la pérdida de la inocencia.
La música, de acompañamiento, utiliza melodías fancesas de la época y jazz, al que Malle era muy aficionado. Se oyen solos de piano, de viento y fragmentos orquestales jazzísticos. La fotografía se beneficia de unos escenarios y un vestuario de época excelentes y de la buena mano de uno de los mayores directores de fotografía, Tonino delli Colli ( El verdugo , 1963). Las imágenes del caballo muerto son impresionantes. El guión elabora una historia trágica, exenta de juicios de valor, que aborda el tema tabú del colaboracionismo. La interpretación corre a cargo de actores y actrices no profesionales. Pierre Blaise inició una carrera prometedora, que truncó un mortal accidente de tráfico. Aurora Clément tuvo una prolongada carrera de éxitos. El secundario Helfer Lawenadler, en el papel de médico, obtuvo 2 premios internacionales merecidos. La dirección construye una pieza que recrea con acierto el ambiente de la Francia ocupada y sometida.
La película constituyó uno de las mayores éxitos del autor y, a la vez, la causa de una acalorada polémica, que le llevó a establecerse en EEUU.
El azar ha querido que encontrara el otro día en la biblioteca de mi ciudad, una estupenda versión en DVD de dos discos con el film de Louis Malle: Lacombe Lucien y excelentes extras. Precisamente un film en el que fue coguionista Patrick Modiano, el recién galardonado con el Nobel de literatura este año. El hecho de que Modiano escribiera parte del film tiene más importancia de lo que pudiera parecer: poseedor de un mundo personal que se localiza preferentemente en los días de la segunda postguerra mundial, y que se manifiesta a través de adolescencias conflictivas. No es extraño, por lo tanto, que Louis Malle pensara en él a la hora de coescribir el guión. La historia de un muchacho francés que tras ser rechazado en las filas de la Resistencia se convierte en colaboracionista y se enamora de la hija de un judío: por un lado, la historia, en principio, parecía ajena hasta lo que entonces habían sido los intereses de Malle como hombre de cine y éste necesitaba la ayuda de un buen fabulador, y, por otra parte, Malle siempre se había relacionado bien con los literatos, sólo hay que repasar su filmografía.
El laconismo del film, su frialdad, su exasperante objetividad y su tono sombrío, destilan una realidad palpable, empeñado en esta ocasión en narrar sin complacencia alguna la otra realidad de los días de la Francia ocupada, su lado oscuro, la conducta de los franceses que colaboraron con los nazis. Para ello, Malle y Mediano se sirven de un personaje amoral, zafio, rudo y cargado de violencia, Lucien (Pierre Blasie, que no era actor profesional), el magnetismo de su mirada asusta a cualquiera. El cineasta no trata de juzgar una conducta reprobable sino de exponer crudamente unos hechos, ahondando en la realidad histórica y molesta. Lucien es un campesino que descarga su agresividad mediante la caza, carece de ideología, si se une a los nazis es por despecho tras ser rechazado por la Resistencia.
Lucien es un muchacho solitario e inestable, Malle lo describe al principio del film con bellas panorámicas sobre la campiña francesa mientras se desplaza en bicicleta. La guitarra espasmódica de Django Reinhardt (que vivió en París durante la ocupación) acompaña el film ofreciendo un vivaz contrapunto al piano que suele tocar su amada, la sonata de Beethoven Moonlight, una música triste, según comenta, su padre, el rico sastre judío que prefiere el campo de exterminio a la ignominia moral. Lacombe Lucien es una película hermosa y triste que relata unos hechos dentro de un contexto, una versión iconoclasta de la ocupación sin heroicidades ni dramatismo, alejada de la emotividad de Adiós muchachos, otro excelente film sobre la ocupación, pero de una gran belleza y ambientación.