La vida
Sinopsis de la película
Dimitri llega a La Maison, un lugar destinado a personas desahuciadas por la medicina. Allí conoce a Suzanne, una voluntaria que se dedica a acompañar a los enfermos terminales. Esta joven vital y llena de luz esconde un gran secreto. Dimitri, que ya había perdido toda esperanza, vivirá con Suzanne más intensamente que nunca.
Detalles de la película
- Titulo Original: C’est la vie aka
- Año: 2001
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
6.7
22 valoraciones en total
Los últimos días de mi vida está basada en la novela La muerte íntima de la autora Marie Hennezel, psicóloga y psicoanalista que desde hace diez años trabaja en un centro de asistencia para enfermos en etapa terminal, afectados por cáncer o SIDA. En su libro aborda experiencias personales que permiten la comprensión y análisis de los casos, así como la necesidad que tienen los pacientes de ser escuchados y comprendidos no sólo desde el punto de vista físico, sino espiritual.
En su adaptación para cine, Jean-Pierre Améris decide retomar el caso de Dimitri (Jacques Dutronc), un hombre entrado en los cuarenta, originario de Marsella, a quien se le ha diagnosticado un tumor cancerígeno de rápida evolución y, por tanto, en fase terminal. Esta situación lo orillará a alojarse en La Maison, un centro situado en medio del bosque de Gardanne para pacientes con cáncer terminal, que buscan paz interna, comprensión y alicientes para los últimos y más difíciles días de su vida.
Los últimos días de mi vida es un filme que plasma el valor de los cuidados paliativos y supera la consideración de prepararse para la eutanasia como muerte digna. A través de la lente Jean-Pierre Améris explora el temor del enfermo de cáncer a la confrontación con la muerte. Ese miedo no sólo atañe al enfermo, sino también al personal de apoyo que no se limita a cumplir labores de atención médica prevista, sino aquélla que abarque una comunicación afectiva e incluso táctil, que brinde el privilegio de entrar en ese espacio íntimo con el paciente en el cual se transmita emotividad o aliento a través de la atención, una palabra o mirada. Esa estrecha interrelación entre la gente que habita cualquier centro de atención al paciente en fase terminal, se vuelve una experiencia de aprendizaje diario, en donde cada uno tiene algo que ofrecer, desde el entusiasmo y apego a la vida, hasta poder compartir y realizar lo impensable. El filme es una invitación de lucha contra el infortunio y del disfrute de cada momento.
Gaby Junco: Gracias por la revisión y corrección de este análisis y por permitirme el aprendizaje de tu profesión.
Tener una fecha de caducidad tiene que ser duro, muy duro. Todos la tenemos pero claro, la cosa cambia cuando te sentencian con fecha y hora. Así son de hijas de puta las enfermedades terminales: aparecen sin solución iniciando una cuenta atrás macabra. Y la pregunta es: ¿cómo pasar esos últimos días, esos últimos momentos? Irremediablemente uno se acuerda de las personas más cercanas y en compartir con ellas esa postrimera y triste etapa. Recordar, rememorar y traer al presente esas experiencias que significaron vida y que resultan tan lejanas. Eso hacía aquel hombre tan entrañable de Las Invasiones Bárbaras y que esperó su momento entre familiares, antiguas amantes y algún que otro momento placentero.
Pero también me acuerdo de Antoine. Aquel tipo nos sorprendió a todos en Dejad de Quererme. Allí, puso tierra de por medio ante la incapacidad de ver el dolor que iba a causar. Desaparecer antes que ver a tu hijo perder un padre o a tu esposa un marido. Me gustó esa idea. La solidaridad del amor llevada al extremo. Incomprensible para los demás pero seguro que placentera y motivo de orgullo para el protagonista.
Sin embargo para Dimitri es diferente. El personaje trazado por Améris navega entre un sentimiento de derrota y unas ganas auténticas de seguir viviendo. Su mayor inspiración se la ha dado la soledad, sí, pero no es menos cierto que ahora, llegado el momento, no siente que se muere. Y necesita de gente a su alrededor. Su familia está lejos, es lejana, y él se refugia en un lugar donde todos los días se proyecta la misma película: la de la muerte. Así es La Maison. Personas sin futuro y con un presente amenazante. Como él. Reacio en un principio a vivir en la residencia, terminará formando parte de esa comunidad con todas sus consecuencias. Y allí conocerá a Suzanne, ese hilo de vida al que todos intentaremos agarrarnos algún día. Esplendorosa y cercana, ambos compartirán risas, lágrimas, bailes, canciones, barras de bar, cigarrillos…Y mucho coraje el de ella. Golpeada también por la vida sin piedad se involucra con alguien al que le quedan días de una manera tan valiente como admirable. Puro corazón. Suzanne y Dimitri intentarán hacer de lo inevitable algo inolvidable.
Y eso hace también su director. Ameris filma la muerte en primera persona. Tildar de sobrecogedoras algunas escenas se me antoja insuficiente. ¿Experiencia dura? Por supuesto. Que el público experimente una mínima parte de lo que implica la situación es el objetivo. Que se le caigan las lágrimas, también. Y desde luego que dé gracias por cada segundo de vida. Yo lo hago y Dimitri consiguió recodármelo en cada fotograma porque, ¿saben?, a mi anoche también se me murió el niño de las serpientes en mis brazos.