La vida mancha
Sinopsis de la película
Fito está casado con Juana y tiene un niño llamado Jon, y un camión, y una deuda con el banco, y un vicio, el juego, que le impide disfrutar de lo que tiene, porque Fito se lo juega todo. Un día, su hermano Pedro, al que no ve desde hace muchos años, vuelve para pasar unos días con él. Y esa visita, aparentemente banal, perturbará la vida de todos y les dejará una mancha indeleble en el corazón.
Detalles de la película
- Titulo Original: La vida mancha
- Año: 2003
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
6.6
23 valoraciones en total
Está muy bien esta película, sobre todo por el personaje de Coronado (bueno, no tanto por el personaje como por él, que interpreta con una convicción, contención y misterio asombrosos, yo nunca le he visto mejor, ni siquiera en los anuncios del bífidus ese que tan bien le sienta). Los personajes tienden a ser de una pieza (el camionero dicharachero y ludópata, la fiel esposa insatisfecha que todo lo sufre, la amiga salida, la niñera en plena edad del pavo, el agente del Círculo de Lectores enamorado en silencio del ama de casa, el niño encantador, la tabernera envidiosa y amargada) pero la convicción con la que los actores los interpretan hace que uno tenga la sensación de que es una película casi social cuando en realidad no se parece tanto a la vida como al cine (esos personajes misteriosos, esas timbas, esos diálogos… todo es cine, cine, cine, afortunadamente, cine del bueno).
Con La vida mancha llegó la consagración de Urbizu, que ya con La caja 507 había hecho un estupendo ejercicio de thriller frenético, pero que en esta obra maestra se mete de lleno en los recovecos del drama puro y desnudo, hilvanando a través de un guión perfecto y de unas interpretaciones congeladoras de un Coronado cada día más grande e igual de atractivo y del tesoro hallado de la serena y hermosa Zay Nuba. Hay momentos antológicos, divinos, entre ambos (especialmente la secuencia del afeitado).
Urbizu hace con La vida mancha un análisis poético desde la prosa de esta vida que nos marca, que nos mancha, que nos zarandea y aturde, que nos desdobla en un ángel/demonio de ambiguedades e intrigas como ese extraño en la familia que es Coronado.
Vaya guión de Gaztambide. Vaya remanso de cine sereno, sencillo, fabuloso, emocionante sin ninguna estridencia, puro, lacónico y esencial en esos diálogos cotidianos clavados, que me llagan y me llegan. Me identifico con lo que veo, me crezco con lo que siento viendo este trozo de vida manchada, como las auténticas vidas vivas.
P.D: ¿Dónde coño esta la Crítica en este país?, ¿dónde están los Goya?, ¿dónde están los premios?, ¿pura amnesia interesada?. Qué pena. Bravo Urbizu.
Tras la notable La caja 507, Enrique Urbizu dirige la que hasta el momento es su mejor película y uno de los títulos más destacados del panorama nacional de la presente década.
Apoyado en un gran guión de Michel Gaztambide, el director narra cómo cambia la vida de un matrimonio (acuciado por problemas económicos debido al juego) con la llegada del hermano (hermanastro) del marido.
Este sencillo punto de partida se expande en diferentes temas (ludopatía, nuevas pasiones, anhelo de una vida familiar -quizá de aquello que no se tiene-, etc.), presididos por la figura del hermano pródigo Pedro, un excelente (creí que nunca diría algo como esto) José Coronado.
Pedro es esa clase de persona del que apenas se conoce el pasado (vivía en la ciudad y se dedicaba al juego, ahora, al menos, trafica con joyas) y que en el cine ha dado tanto juego en títulos míticos : El Jinete Pálido, Shane… Y Coronado lo hace creíble, cercano… sus frases cortas, sus silencios, su hermetismo, su misterio.
Junto a él destaca Zay Nuba y la aparición de un niño con importancia y que no resulta repelente (sí, existen). Sin embargo, encuentro bastante flojo a Juan Sanz, en un papel que hubiera requerido mayores registros y que podría haber dado mucho juego.
Además, se nota que Urbizu (y Gaztambide) ha visto mucho cine clásico. Y aunque alguien diga que no suele hablarse así en la vida real, yo lo intento, e intento que alguna mujer me afeite, aunque con resultados contrarios a los de Coronado (claro, no me zampo los bífidus esos). Ese gusto por el cine clásico (en especial por el film noir) puede verse en múltiples escenas, especialmente la de la timba, que no parece celebrarse en un tugurio de mala muerte.
Como he mencionado, una excelente película. Pero, señores y señoras …. los reputados miembros de la academia en los Goya (imitación furibunda de Hollywood) de 2004, sólo la nominaron a un premio: mejor actor revelación, Juan Sanz (¡¡), premio que recayó en Fernando Tejero (¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡). Aquel año los principales se los llevó Te doy mis ojos, y las otras nominadas a mejor película eran Mi vida sin mí, Planta 4ª y Soldados de Salamina. No se acordaron ni de la excelente música de Mario de benito.
En fin, que cada uno juzgue por sí mismo. Por cierto, cada vez en el fondo le veo más parecido con Raíces profundas (Shane).
Urbizu se ve que le cogió el gustillo a eso de americanizarse después de La caja 506 y en un año saltó del thriller y el suspense al western, porque eso es lo que es La vida mancha una mera y simple recreación de los westerns con la participación estelar de Coronado en el papel de Clint Eastwood.
El molde, utilizado desde tiempos ancestrales:
-Familia con problemas (cambiemos los cuatreros por dificultades económicas o familia desestructurada).
-Héroe que llega de la nada, nadie conoce su pasado, ni si futuro, ni su presente.
-Héroe que contempla pasivamente con seriedad y con un cierto aire de superioridad las dificultades tanto emergentes como permanentes.
-Como no, nuestro héroe es un crack, se maneja y se desenvolupa con soltura ante todo tipo de contratiempos, sin alterarse lo mas mínimo ni el pulso ni el tono de su voz, siempre tendrá la decisión mas apropiada para cada momento.
-De manera afable y cordial nuestro ya adorado héroe, con el cual todos alguna vez hemos soñado ser, seducirá a la ama de casa juiciosa y prudente, sin salirse de lo políticamente correcto.
Solo cambia la época y la ciudad, esta vez, con pinceladas de cine social.
No obstante La vida mancha posee una dirección y actuaciones bastante buenas y serias (exceptuando la de Zay Nuba) y encomiable es la labor de Urbizu por abrirse (y por consecuencia el cine español) hacia nuevas corrientes, pero fallan la ausencia de un clímax mas denso, y capacidad de sorpresa, de estupor, de confusión, de desconcierto, de conmoción etc, hasta cuando las situaciones daban para ello.
Mas sombras que luces, sombras que al fin y al cabo, no dejan ver las manchas.
Idóneo título para una película que refleja a la perfección el devenir de estos tres personajes, protagonistas de un triángulo de sentimientos ajados, de ilusiones dejadas, de esperanzas ya perdidas y olvidadas en el transcurrir de una vida que no había sido todo aquello que anhelaran, todo aquello que un día desearon y creyeron podrían encontrar.
El personaje de Coronado es un tipo enigmático, del que desconocemos en un inicio prácticamente todo y que más tarde intuimos gracias a una sucesión de maravillosas escenas, solitario, que ha vivido, que ha sentido, pero que advierte del desencanto de una vida intensa pero profundamente insatisfactoria.
Como en un típico Western, un día irrumpe como un torbellino en la vidas de su hermano y cuñada. Éstos son una pareja, en principio como tantas otras: vencidas por la insulsa cotidianidad, por la rutina de la vida, por la ruindad del día a día, derrotadas por la erosión a la que indefectiblemente se ven abocadas la relaciones antes vividas con pasión e ilusión, por una serie de problemas tangenciales, que no son más que el reflejo de todos esos momentos que deshacen el inicial chispazo de ilusión que nace con cada nueva relación. Soportan su desánimo, asumen su pesar, se apropian de su congoja como tantas otras personas: por la imposibilidad de encontrar las fuerzas necesarias para que todo cambie.
Los tres reprimen su angustia, sus numerosos males, sus dolores vitales, sus derrotas, sus incontables capitulaciones personales, en la ilusoria espera, en la falsa esperanza, de que todo sea diferente, siendo plenamente conscientes de que probablemente ese momento quizá nunca se produzca.
Pese a todo en un momento se cruza en su destinos la posibilidad de que todo cambie, y la duda surge: arriesgarse y vivir, o conformarse con la placidez de lo conocido, porque aunque la herida duela, y mucho, ésta ya ha hecho callo, y la vacuna contra el sufrimiento, inoculada, en obligada resignación, pero ya asumida.
No esperen ver una película de grandes diálogos, de incontables y yermas conversaciones y de inútiles disertaciones, ya que los personajes sienten pero no departen, padecen pero no se quejan, sufren pero no hablan, expresan con gestos y miradas pero no con grandes palabras, para qué conversar cuando todo está claro.
Genial el juego del director con la ropa de Coronado, variando el color de ellas en función de su estado de ánimo: Camisa blanca, corazón oscuro, dice en un momento clave del film.