La vida es silbar
Sinopsis de la película
Bebé, una muchacha de 18 años, es feliz y no entiende por qué los demás no lo son. Ella relata las historias de Mariana, Julia y Elpidio, tres personajes que no son felices en La Habana de este fin de siglo. Mariana es una joven bailarina que por conseguir el papel de Giselle promete a Dios no acostarse con ningún hombre. La pasión de Julia es hacer el bien a los demás y los animales hasta que un día comienza a padecer extraños desmayos. Elpidio es un joven mulato músico que fue abandonado por su madre y se pregunta por el futuro de Cuba.
Detalles de la película
- Titulo Original: La vida es silbar
- Año: 1998
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
6.1
36 valoraciones en total
Esta película es con total seguridad de lo más peculiar que he visto hasta la fecha en lo que a cine se refiere. Está llena de surrealismo, pero llena hasta el borde. Sin duda, la película cuenta cosas pero pasa de unas a otras y al final no sabes qué es lo que realmente te ha querido decir. Cosas interesantes se mezclan con otras absurdas que rozan el ridículo, y lo peor es que tanto el comienzo como el final del film son de este último grupo. Hay demasiadas cosas sin sentido que además no aportan nada, parece que las hayan puesto por ponerlas sin ningún objetivo. Aunque como el sentido de la película lo tiene que buscar el espectador a partir de lo que se le muestra quizás la peli le gustará a gente. Eso sí, las interpretaciones no están mal, y Luis Alberto García me ha sorprendido por lo bien que está. Modesta pero pretenciosa película que se da con un canto en los dientes al desaprovechar cosas interesantes al mezclarlas con el absurdo.
Esta película es pura pasión.
Y, al contrario que el personaje de Mariana, parece haber hecho una promesa de liberación total.
Como el psicólogo, va gritando sin miedo al ridículo sus verdades.
Aunque a veces, de hecho, es ridícula.
Y a veces se desmaya.
Como Elpidio, la película va buscando pero no sabemos lo que encuentra, si es que encuentra.
La pasión, más que un silbido, es un grito.
Aunque a veces gritar dentro del mar nos haga tragar agua.
Esta película es pura pasión.
Y es rara de cojones.
Antes de que Jean Pierre Jeunet obtuviese un sobredimensionado reconocimiento de crítica y público con su simpática y gustosa Amélie , el cubano Fernando Pérez fue capaz de rodar el único largo del año bajo el férreo pabellón castrista y con un argumento muy parecido al de la película francesa: una muchacha intenta lograr que tres de las personas que la rodean y que tienen una importantísima conexión en el pasado, logran alcanzar la felicidad en la encantadora La Habana.
Se sirve el cineasta cubano de un torrente de metáforas, de un simbolismo funcional y ajustado, de una notable capacidad para crear imágenes dentro de una atmósfera de apetecible realismo mágico iberoamericano, logrando, en fin, una mixtura natural e integrada, de lirismo, jovialidad, fantasía, realidad y melancolía desencantada. El resultado es, pues, magnífico y su reflexión acerca de que la vida es un silbido (¿alegría?) acompañado, interrumpido o acoplado a sollozos, penalidades o desencantos es un dardo en la diana: el ser humano no deja de ser alguien que sigue buscando la manera de silbar, de ser un silbido lo más perpetuo posible.