La venganza de los cuarenta y siete samuráis
Sinopsis de la película
En marzo de 1701, en la real capital de Edo, el señor feudal Asano ataca al señor Kiru mientras se encuentra en tierra sagrada. A causa de esta grave ofensa, Asano es obligado a hacerse el harakiri (seppuku). Sin embargo, 47 de sus samuráis juran vengar a su amo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Genroku chushingura aka
- Año: 1941
- Duración: 241
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Opinión de la crítica
Película
7.2
97 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Choemon Bando
- Chojuro Kawarasaki
- Daisuke Kato
- Enji Ichikawa
- Ganemon Nakamura
- Haranosuke Bando
- Isamu Kosugi
- Iwagoro Ichikawa
- Kikunojo Segawa
- Kikunosuke Ichikawa
- Kunitarô Kawarazaki
- Mieko Takamine
- Mitsuko Miura
- Ryu Okochi
- Seizaburô Kawazu
- Sensho Ichikawa
- Shinzaburo Ichikawa
- Shinzo Yamazaki
- Shizue Yamagishi
- Shoji Ichikawa
- Shotaro Ichikawa
- Sukezo Sukedakaya
- Tokusaburo Arashi
- Utaemon Ichikawa
- Yôko Umemura
- Yoshizaburo Arashi
+ Los Leales 47 Ronin es una película técnicamente perfecta en lo que se refiere al manejo de la cámara, siendo este su punto más fuerte. El maestro Mioguchi hace un trabajo bárbaro en lo que se refiere a los encuadres y movimientos de cámara, trasladando muchas escenas espectaculares de un lugar a otro y sin cortes. la acción.
+ El blanco y negro y la iluminación rayan también a muy buen nivel, aunque no tanto como el manejo de la cámara y los encuadres.
+ El entorno minimalista del antiguo Japón con muy pocos muebles y todo en perfecta armonía. En Occidente podemos tener mil trastos que sirven o no, bonitos o feos pero en el Japón feudal cualquier utensilio debía de ser bello a pesar de tener utilidad.
– Película de 4 horas en la que apenas ocurre nada, haciéndose lenta, muy lenta. La trama está sujeta a la venganza y son prácticamente 4 horas de diálogos en los que la tan esperada batalla final está redactada por carta. Es decir, tras horas esperando la venganza de los 47 ronin (porque en la película no se habla de otra cosa) al final te quedas con una escena de lectura.
– El retrato del perfecto samurái se me antoja tan poco humano que no me dice nada. En la película se apela al samurái de leyenda dispuesto a hacerse seppuku sin miedo alguno, al código bushido en su forma más esctricta. Entiendo que esta película esté basada en un hecho y se mitifique, pero la falta de humanidad de todos y cada uno de los personajes no me incita en absoluto a la reflexión. Tal vez es que me acostumbré al retrato mucho más humano de los samuráis del maestro Kurosawa ya que en su película hay un amplio espectro de personalidades, desde el samurái más perfecto y leal (el Kurogane de RAN) o al ronin que más se pasa el código bushido por el forro ( Tsubaki Sanjuro en Yojimbo y Sanjuro).
– La trama es estática y monotemática, venganza y honor, honor y venganza, lo mismo da que da lo mismo. Una historia que habla de la estúpida cultura del autosacrificio, muy presente en toda la obra del maestro Mizoguchi. Pero en esta película no me convence, demasiado larga para tan pocos hechos y tan pocas reflexiones, carente de humanismo y de lógica.
+ y – O se tienen muchos conocimientos del Japón feudal y de la época en la que está rodada o el espectador no sabrá que está pasando desde el principio, lo que puede ser una buena oportunidad para estudiar y adquirir conocimientos… ¡qué el saber no ocupa lugar!.
No sé si es bueno comparar, pero a veces es inevitable. Me he visto seguidas dos largas películas de dos grandes maestros, ambas de samuráis, Los Leales 47 Ronin y Los Siete Samuráis. Curiosamente ambas tienen el número 7, es su único parecido, porque la de Akira Kurosawa es superior absolutamente en todos los apartados. Tal vez al verlas juntas la de Mizoguchi incluso me parece aún peor de lo que hubiese sido viéndolas separadas. Mi conclusión es que Los Leales 47 Ronin es una película muy difícil de ver y más si la ves del tirón. Creo que hay que verla por ser un clásico y por los puntos positivos que mencioné en la crítica y así uno puede opinar sobre ella y ver una obra de arte en cuanto a la realización, que es lo que salva a este film de no ser una película infumable. En mi opinión, lo que aporta la película en tanto metraje me resulta insustancial y tan sólo le doy el aprobado por la técnica de Mizoguchi, porque en manos de un director sin sus cualidades sería insoportable.
Estamos ante un clásico japonés que en sus 4 horas y pico de metraje desarrolla la afamada historia de los 47 samuráis que fieles a su señor vengan su muerte para cometer luego hara-kiri. La cosa comienza calentita con un funcionario, a la sazón señor feudal que se siente ofendido por otro funcionario, a la sazón señor feudal y la emprende a espadazos por la espalda con él sin mediar palabra. El agredido sobrevive y el agresor es inmediatamente condenado a cometer seppuku (esto es el suicidio ritual) mientras que su casa es abolida, con la consiguiente vergüenza para su familia y empleados domésticos (a la sazón 47 samuráis). Éstos deciden vengarse del otro funcionario, ya que esperaban que también fuese sancionado pero se fue de rositas. Lo matan para a continuación entregarse con la esperanza de que el Shogun los condene a cometer hara-kiri y no a una muerte deshonrosa. Al final consiguen la tan buscada condena y de propina la casa del asesinado queda abolida y su familia encarcelada, para gran regocijo de los 47 vengadores.
Como se trata de una película difícil de mirar (¡4 horas!) empezaré hablando de lo que me ha gustado. Técnicamente es una obra perfecta. El manejo de la cámara es espectacular. Hay secuencias larguísimas en las que el plano se cierra sobre una cara, se abre cogiendo tres personajes que toman parte de una conversación para a continuación girar en torno a ellos alternando con perfecta pausa planos perfectos y luego se mueve acompañándolos cuando se levantan y caminan, sale al exterior, se eleva con una grúa, los observa de lejos, vuelve a bajar, cierra plano de nuevo sobre la acción… todo perfectamente armonizado con lo que está sucediendo en ese momento y sin un puñetero corte. Una escena tras otra. Si eres capaz de disfrutar de estas maravillas de la técnica o quieres aprender de un maestro ésta es definitivamente tu película. Otro punto a favor es el exquisito trato que hace de la tradición japonesa en aspectos como el honor, las artes y también las costumbres.
¿Lo malo? la total carencia de actividad. Las ¡4 horas! se componen de un cúmulo de diálogos y un par de actuaciones musicales. La maldita batalla, que yo esperaba como agua de mayo viendo cómo manejaba la cámara el cabrón de Mizoguchi ¡nos la cuentan por carta! ¡Está la mujer del agraviado haciendo nada en su exilio y le llega una carta y resulta que ya han matado al tipo! ¡Así sin más! y después de eso te queda una hora de tíos en una cárcel con paredes de papel pensándose si escribir cartas de despedida a sus novias, componiendo ornamentos florales y tocando la flauta en lo que llega la condena del Shogun. Para ponerlo más cuesta arriba aún, los subtítulos en castellano son una especie de traducción resumida totalmente desapasionada lo cual si no sabes ni papa de japonés redunda en aburrimiento. Por contra, los subtítulos en inglés son mucho más ricos en matices pero están redactados en un estilo medieval que no ayuda a los que no estamos acostumbrados a los textos anglófonos de esa época.
Dicho lo cual me parece una obra de arte impresionante y un estupendo remedio para el insomnio.
Esta película de Mizoguchi tiene un ritmo narrativo muy lento. De acuerdo con los estándares habituales, puede decirse que incluso demasiado lento. Sin embargo, a mi entender, debe valorarse por lo que aporta de úncio. Esto último es la visión ZEN del mundo, tal y como se vivió presumiblemente en el siglo XVIII.
Mizoguchi en particular tenía un estilo narrativo más a la europea que otros directores, como Ozu. Por ello, esta película merece ser vista, como un ejercicio de filmografía zen, con despliegue de ejercicios rituales, códigos de honor y ritmos lentos, además d euna ambientación muy lograda de escenarios y decorados. Una película única.
Genial película de Mizoguchi, y aunque a primera vista puede parecer muy, pero que muy larga, ese tiempo se acorta con el visionado, y es que con escenas largas, cargadas de emociones de todo tipo, nos muestra una tremenda historia donde el tema central es el honor de los samuráis, pero todo ello rodeado de tramas políticas, dramas personales, odios, amores y un sinfín de subtramas que incluso llegan a parecer poco tiempo, como si faltara mucho más, todo ello acompañado de unas grandísimas actuaciones y una buena música.
Una cosa importante, y es que me parece que en casi 4 horas de película, escenas de acción un par de ellas, para reavivar el ritmo, pero sin llegar a mostrarnos la más importante.
En fín, si ves Mizoguchi acabaras viéndola, y si no también aunque tardes más, siempre y cuando te guste el cine.
270/17(12/07/21) Como diría Lionel Hutz, el icónico abogado de Los Simpson: Esta es la estafa más grande desde el estreno de La historia interminable. Una historia de venganza de samuráis/ronin en el Japón feudal donde no hay una mínima escena de acción, donde no hay heridos, muertos, donde no hay peleas, donde ni siquiera (por no haber) no hay ni tensión, pero que timo de la estampita es este. Me recuerda a una historia que en contaron que sucedió en España con un serial semanal de comic donde el héroe quedaba atrapado en un agujero del que se decía no podía escapar, toda la semana los fans (que eran miles) debatían sobre cómo podría superar el protagonista este infortunio, cientos de teorías, los seguidores se relamían sobre que idearía el creador del serial salir de allí, y entonces se publica. Y comienza la historieta con un ‘cuando salió del hoyo…’. Todo esto viene a cuento de esta decepción que ha sido esta tediosa película, uno espera algo que nunca llega, pues encima cuando ocurre es elipsis y contado (tócate la entrepierna!) a través de una carta (puaj!!!). No es que tenga nada en contra de las películas sin acción, es que es como si a Con la muerte en los talones le extirpamos todo el ritmo y convertimos la cinta en un continuo ‘chau, chau’ filosófico sobre el olor de las nubes.
La película comienza en 1701. Lord Asano ataca a Lord Kira, pero no logra matarlo, y luego el shogunato lo obliga a cometer harakiri. La noticia llega a los hombres de Asano, leales a él hasta el final, que comienzan a planear su venganza.
Film japonés jidaigeki (género de cine, televisión, videojuegos y teatro en Japón. Literalmente dramas de época , se establecen con frecuencia durante el período Edo de la historia japonesa, de 1603 a 1868), en dos partes (por deseo del director) dirigida por Kenji Mizoguchi, adaptada de una obra de Seika Mayama, que guioniza Yoshikata Yoda (El intendente Sansho) basándose en un popular hecho histórico nipón de principios de SXVIII, que el cine ha llevado a la pantalla en múltiples ocasiones desde la primera en 1907. A diferencia de versiones posteriores, esta evita todo tipo acción (lo había dicho ya?) y violencia, pues a Mizoguchi nunca le gustó esto, y entonces mi pregunta a gritos es: Porque la haces!!!? Pues Kenji hace que el héroe de los samuráis no sean estos 47, si no yo por aguantar el tostón de 222 minutos de aburrimiento donde he pensado en clavarme astillas en los ojos para hacer más llevadero el sopor. La lentitud es la marca que se pega a los fotogramas como sudor grasiento, donde al principio se da un intento de asesinato (cutre), y a partir de aquí un metraje hastiante donde las conversaciones me resultan más densas que la leche condensada petrificada, pasan los minutos y no ocurre nada, los personajes son de cartón piedra en sus caracteres que se expresan al instante como gente de honor rígida y punto, no hay dudas o dilemas morales. Casi cuatro horas de un tránsito donde solo el esperar que haya un final épico que de algo de recompensa a este sacrificio mío de soportar esta languidez, todo una ebullición de horas en que no se habla más que de vengar a su señor estos ronin, y cuando llega se pasa por alto con una epístola (venga ya!!!). Para eso también nos podrían haber resumido la trama con una cartita y no hubiéramos perdido todo este tiempo. Y al final se supone que me he de emocionar por estos protagonistas, y un bledo!!!
Kenji Mizoguchi lo que sí hace es deleitarse cual onanista con su preciosista modo de hacer cine, con interminables tomas largas, sin primeros planos, con cámara estática baja, allí filma los cansinos diálogos de los personajes, ello con los interludios de pasar a una escena a otra con tomas de grúa para explayarse en los hermosos edificios medievales japoneses. Es una ambientación claramente deudora del cine tradicional japonés, el Kabuki (al que incluso en un tramo se le hace un homenaje), todo tan minimalista como letárgico en su desarrollo, pretende el director que estas habitaciones con gente sentada discutiendo sobre cómo llevar la venganza sean intensas, pero cuando la conexión con estos seres es nula, te alejas a galaxias.