La última bandera
Sinopsis de la película
Tres veteranos de la guerra de Vietnam -Doc (Steve Carell), Sal (Bryan Cranston) y Mueller (Laurence Fishburne)- se reúnen en el año 2003 para enterrar a Larry Jr., el hijo de Doc, que ha muerto en combate en su primer año en la guerra de Iraq.
Detalles de la película
- Titulo Original: Last Flag Flying
- Año: 2017
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
Película
6.1
64 valoraciones en total
Hal Ashby alumbró en 1973 una de las mejores y más insólitas películas de iniciación de la Historia. El último deber, The Last Detail en su título inglés, identificaba, con tanta sutileza como acidez, la inocencia americana con un personaje white trash retraído, alguien sin más opción que la marina para poder vivir. Un ser incapaz de preguntarse por la distancia que puede existir entre el deber y lo correcto hasta que despierta a la vida en una travesía rumbo al calabozo. Una narración dura en el fondo y cuasi cómica en las formas que tenía en un rezo sectario la guinda a su carácter cáustico.
45 años más tarde, Richard Linklater, uno de los grandes cineastas norteamericanos del presente, toma la creación de Ashby como referencia para plantear una mirada actual a su país. Los elementos de partida están ahí: el viaje, la amistad, la naturaleza dispar de cada protagonista (muy similar al original), el dolor latente bajo una capa de normalidad, la religión… Y, sin embargo, la cinta no podría contener más diferencias. ¿Qué ha cambiado en las últimas cuatro décadas?
La crítica a la guerra, a los dirigentes o a las instituciones militares está presente, con algunos argumentos inteligentes, aunque cayendo en la obviedad en ocasiones y con cierta ambigüedad en otras, lo cual tampoco es malo, pues no todo es blanco o negro y plantear un debate más que una crítica feroz es una postura muy válida. Pero sí que supone quedarse sin orientación en determinados aspectos, sin llegar a encontrar una voz o un mensaje claro.
Ese es el mayor problema de La última bandera, su falta de personalidad, algo no muy propio de Linklater. El estilo de la película no tiene nada de particular, al contrario, resulta convencional y correcto. No corre riesgos, ni entrando en críticas excesivamente lacerantes ni con un dramatismo y un dolor exagerado. Es más, incluye toques de comedia que la aligeran y, aunque le restan intensidad, sí que funcionan como metáfora de la necesidad de conciliar el dolor con, en este caso, el humor.
Esos protagonistas, de hecho, son lo más destacado de la cinta, con unos Steve Carell, Bryan Cranston y Laurence Fishbourne más que correctos. Es gracias a su presencia en pantalla que la película se hace llevadera, mas no consiguen evitar que sus dos horas de metraje se hagan un poquito largas por momentos. Y es que, con una narración lineal y sencilla y con una trama que no explota por completo su contenido, es cierto que la película se alarga sin necesidad. No es pesada, en realidad tiene tramos que podríamos considerar muy entretenidos y con bastante emoción, pero sí que podría haberse aprovechado mejor. La historia, el director y los actores lo permitían.
Lo mejor: las interpretaciones protagonistas y algunas licencias cómicas, sobre todo a cargo del personaje de Cranston
Lo peor: que no tenga una personalidad ni estilo propios
Más en http://www.loslunesseriefilos.com/2018/01/cine-critica-la-ultima-bandera-2017-de.html
Lo que Richard Linklater hace muy bien en sus películas, es generalmente enfrentar a dos o más personajes en un mismo lugar con diferentes puntos de vista. Los permite hablar, y aunque no siempre estén de acuerdo, podemos aprender y comprender a cada uno de ellos a través de sus diferentes formas de pensar. Es un apasionado del respeto a las creencias, los principios y los deseos de los demás, y ese respeto es tanto defendido como cuestionado a lo largo de su película. Es muy interesante observar cómo las diferentes personas comparten sus creencias y personalidades a través de una conversación natural y espontanea.
Con cada uno de los personajes principales muestra todos los pros y contras dentro de una gama de arquetipos: en un momento dado, Fishburne y Cranston son casi literalmente el ángel y el diablo posando en los hombros de Carell. La dinámica principal en La Última Bandera proviene de los ácidos diálogos entre Sal (Cranston) y Mueller (Fishburne). Magnífica interpretación de ambos actores.
Bryan Cranston interpreta a un dueño de un bar, alcohólico y sarcástico. Sal es tosco, odioso, no le importa ofender a quien sea y al principio no aparece muy agradable, sin embargo a medida que vamos conociéndolo descubrimos a un hombre con gran corazón y leal con sus amigos necesitados. Mientras que Laurence Fishburne, en su papel de pastor de la iglesia, al principio, es fácil simpatizar con él. Tiene el papel más liviano y divertido de los tres amigos. No está satisfecho de su pasado ni de las cosas que hizo en Vietnam, pero está orgulloso de haber servido al ejército.
Mueller tocó fondo tanto durante, como después de la Guerra de Vietnam, y usó la religión para superarse a sí mismo. En cambio, Sal en realidad nunca sacudió sus demonios de la cabeza y se refugia en el alcohol. Pero lo que hace que estos dos personajes sean geniales es que el público puede relacionarse e identificarse con ambos en diversos momentos de la película. Las continuas discusiones entre ambos es la parte más divertida de la película que sirve para suavizar en gran medida la tragedia central de la historia.
Steve Carell interpreta a un personaje perturbado, habiendo interiorizado sus lesiones del pasado. Realiza una fuerza dramática extraordinaria por su simplicidad. Carell resulta devastador como un padre afligido, una actuación discreta y sencilla, que es tan hermosa como desgarradora.
La Última Bandera parece romper con sus retratos juveniles anteriores, ya sea Boyhood (2014) o Todos queremos algo (2016). En su última película trata de entrar en la edad adulta, y lo hace desde la perspectiva de la guerra en Iraq, detrás de la cual inevitablemente surge el trauma de la Guerra de Vietnam.
El destino de los tres protagonistas toma forma de road movie transportando un ataúd, a veces divertida, otras trágicas, pero ofreciendo a estos veteranos de guerra la oportunidad de superar sus diferencias ideológicas y encontrar un nuevo vínculo que sustituya al que les tenía unidos en el pasado.
En cierta forma, es comprensible que Sal y Mueller tengan una antigua deuda con Larry y que les ofrezca la oportunidad de pagarla treinta años después. Con medias palabras, evocan un episodio en el que nunca entenderemos exactamente a qué se refiere, donde Larry cubrió a sus camaradas y estuvo en la cárcel por culpa de ellos.
Esta road movie servirá de redescubrimiento de la amistad entre los tres amigos, por medio del proceso de duelo de Larry. Los tres van percibiendo que sus respectivas realidades actuales son el resultado directo de sus experiencias en tiempo de guerra, en un intento de expiación de pecados pasados.
Como siempre, Linklater trabaja la profundidad de sus personajes detrás de aparentes estereotipos. Nunca pinta un retrato psicológico, pero muestra los defectos que atraviesan los personajes, ya sea en su extrema moderación o en sus intrépidos excesos.
Usando la muerte del hijo de Larry como recurso narrativo, Linklater hace una interesante reflexión sobre la muerte, la guerra y el engorroso patriotismo estadounidense, pero de hecho transforma su película en un himno tragicómico de la vida. La película habla especialmente sobre la amistad, la responsabilidad civil, la solidaridad, los conceptos hoy perdidos en la indiferencia que lleva nuestras vidas.
La primera parte de la película es una crítica dura del heroísmo militar, especialmente desde que el hijo de Larry murió en circunstancias muy alejadas de las razones presentadas oficialmente. Además, La Última Bandera muestra cómo cualquier guerra, tan absurda como inútil, permite poner a prueba el ímpetu de la solidaridad y la humanidad.
A pesar de su clara postura antibélica, invita a reflexionar sin ser muy riguroso. A pesar del tema, La Última Bandera en su mayoría se abstiene de crear cualquier polémica política, apenas incluso de trazar las lineas de la condena de la guerra misma. Sal y Larry expresan su inconformidad y rechazo con la administración Bush y se lamentan de la inutilidad de la guerra que combatieron, pero la película aborda el conflicto violento con desprecio desapasionado e indiferente, como un error inevitable de la civilización.
El guión de Linklater y Ponicsan es una mezcla perfecta de patetismo y humor, manteniendo el drama humano de la historia. Da lugar a una serie de diálogos cool que se exhiben a través de aparente ligereza y levedad, infundidas en largas conversaciones y diatribas sobre todo, desde el trato militar a su personal y las razones de la guerra, hasta los teléfonos móviles y la música de Eminem.
El resultado final es una película conmovedora y profundamente personal que encuentra un delicado equilibrio entre el humor sincero y el drama crudo dentro del contexto de la familia, la amistad, el patriotismo y el dolor.
https://cinemagavia.es/la-ultima-bandera-pelicula-critica/
Puede decirse que es una continuación de la película de 1973 de Hal Asby El Ultimo Deber protagonizada por Jack Nicholson, basada en la novela de Darryl Ponicsan. Una secuela no oficial de una película de hace 44 años, que retoma los hilos de esa historia que adapto en aquella ocasión Robert Towne (Chinatown) y ahora a sido el director Richard Linklater el encargado de hacer el guion.
Unos veteranos de Vietnam vagan por Estados Unidos recordando el impacto que supuso en sus vidas participar en aquella guerra. Los tres actores están espectaculares. Bryan Cranston es el mas alocado interpreta a Sal, un hombre que regenta un pequeño bar y cuya vida a sido un pequeño desastre. Steve Carrell es Doc un hombre al que la vida no le esta tratando muy bien y Laurence Fishburne que me recordó mucho el personaje que interpreto de joven en Apocalypse Now, convertido ahora en sacerdote.
La canción Time Out Of Mind de Dylan juega en los créditos finales con una fuerte melancolía y un gran sentimiento de culpa de esta triste historia que hace que muchas veces se ponga un nudo en la garganta. Pero sabe conjugar algunos buenos momentos de humor por lo que la historia queda perfectamente contada.
La película tiene un gran mensaje antibelicista, pero es admirable como los norteamericanos admiten todos los errores que comete su país en meterse en multitud de guerras lejos de su territorio, pero a la vez tienen un sentimiento patriótico y un respeto por su bandera fuera de toda lógica y mas despues de dejar su vida o la de sus seres queridos en la diferentes contiendas.
Una gran película, muy bien dirigida e interpretada con grandes momentos.
Destino Arrakis.com
Son estos años de delirio, con infinidad de realizadores con talento ofreciendo con elevada frecuencia filmes de calidad. Alguno de ellos además, tienen un ritmo de producción propio de las cadenas de montaje fordianas, estrenando filmes como morcillas. Sería el caso, en España, de Álex de la Iglesia. O a nivel internacional, ya desde hace décadas, el del ahora denostado Woody Allen. Pero también desde Norteamérica tenemos otro fundamental nombre propio. Un cronista de esa sociedad, del paso del tiempo y de cómo se vivieron en ella los primeros 2000: Richard Linklater, que vuelve con la tragicomedia de temática bélica La última bandera. He disfrutado sobremanera múltiples películas del tejano, y siempre estoy abierto a seguir disfrutando de su filmografía. Y este filme, tanto por su reparto como por su premisa, me daba buenas vibraciones. Aún habiendo sido ignorada por el público y los académicos. Por ello, tan pronto como Vértigo distribuyó la película por las salas españolas acudí al visionado. Y disfruté como un niño de una película tristemente infravalorada, que superó mis ya de por sí altas expectativas. Una película no exento de acomodamiento, americanadas o un desarrollo libre ajeno a ambiciones, pero simpática, humana y optimista. Cine naturalista y cotidiano cargado de madurez y cuestionamiento.