La semilla del espacio
Sinopsis de la película
Una lluvia de meteoritos convierte en monstruos unas plantas traídas del espacio y deja ciega a la mayoría de la población. Las pocas personas que conservan la vista son la única esperanza para la humanidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Day of the Triffids
- Año: 1962
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
5.5
87 valoraciones en total
Ha ocurrido cientos de veces en la historia del cine. Una historia original y un planteamiento interesante, pero que es desaprovechada por director y guionista que podían haber sacado mucho más partido de la situación que nos propone.
En ocasiones tiene momentos que ponen alto el listón, pero realmente posee muchos más elementos que hacen flaquear una película que tenía potencial para haber sido una obra maestra.
¿Quién sabe? Puede que algún día alguien haga un Remake (total, hoy hacen remakes de todo, esta caerá) y ese Remake haga justicia a un film que tenía todos los elementos para ser mejor y acabó pifiandola. Pero lo dudo.
Al menos, me parece una original historia de ciencia ficción. Sólo por eso ya merece la pena verla.
Llegar aquí y aventurarse a ver La semilla del espacio supone asumir el riesgo de toparse ante un largometraje, como muchos de la época, que no alcanza el nivel que todos esperamos, y es que hay que ser benevolente con la serie B, de acuerdo, pero hay muchos otros ejemplos en los que la calidad es escasa. No toda la serie B es buena, hay muchas películas que directamente son para tirar a la basura, pero también es cierto, y ahora es cuando hablo por fin de lo que toca, que la imaginación y las ideas son su base y atractivo. En este caso, no puedo hacer otra cosa que recomendar un largometraje repleto de ideas sugestivas y valiente, con un guión tremendamente atrevido en el que todo lo que cojea se puede olvidar porque la historia, pese a su esencia descabellada, engancha tremendamente.
Esa letra B que se le pone a este cine supone, en muchas ocasiones, como aquí, que se queda cerquita de ser una gran obra, tal vez por querer abarcar demasiado y no ligarlo todo como debería, tal vez porque hay una terrible desconexión entre los hechos. Yo no puedo juzgar mal a La semilla del diablo porque he visto muchas cosas que luego el cine desarrollará mejor o peor, pero que ya se dieron aquí. Tal es el caso del hombre que se despierta del hospital y se encuentra con el marrón afuera, visto en varios casos con posterioridad, con un planeta ya postapocalíptico al que exponerse.
Pero la idea que más quiero destacar y que lamento que no se desarrolle más, es el de la realidad impactante de enseñarnos una población en su mayoría ciega. El maestro Saramago desarrolló en su brillante ensayo esa ceguera y hubiera sido un verdadero acierto, mucho más que todo lo que tiene que ver con los árboles, plantas o lo que sea que ocupa la Tierra.
Interesante película, cuyas dos críticas de sendos compañeros me animaron a ver. Es digna, eficiente, y se pasa un rato entretenido. Es risible contemplar que mucho cine de Ci-Fi de los 80 era mucho peor que filmes como éste. Juega bien sus bazas y presupuesto para mostrar y sugerir escenas apocalípticas. Y vaya, parece ser que el despertar sólo en un hospital desierto no es franquicia de Danny Boyle y su 28 días después.
Para ver, disfrutar, y a veces, reír.
Me apunto a la idea del remake.
Este tipo de cine que va de la A a la Z, según presupuesto, tiene el inconveniente que los monstruos que sacan no están muy logrados. El caso es que los guiones y el argumento se lo curran, ya que ponen seriedad y convencimiento.
En este caso, la planta que llegó del espacio exterior junto con una lluvia de meteoritos, pide a gritos buena voluntad al espectador para que acepte el envite.
El trífido, de tres tallos, carnosos y fuertes, de movilidad lenta, en la escena que sube por los peldaños se ve que es el brazo de un operario metido en una manga de loneta forrada con hule. La susodicha planta, que puede alcanzar fácilmente los 2 metros de altura, tiene la característica que emite graznidos y puede desplazarse ya que sus raíces son móviles. Para los desplazamientos se utiliza un carrito con rodamientos y se tira de él.
La planta ve. ¿Cómo? No lo sé, pero ve. Porque va derecha a sus presas.
Además es capaz de oír. Cuando escucha, abre el pico.
Se alimenta de seres vivos, especialmente seres humanos, a los que primero escupe.
La lluvia de meteoritos causa ceguera porque es tal su luminosidad que daña el nervio óptico y la gente, que es muy curiosa y gusta de ver esos acontecimientos, pues se queda ciega.
Un marino que iba dormido y una niña que iba también dormida en un tren, por un lado, y un matrimonio que habitan un faro por otro, han conseguido librarse de la ceguera y lucharán para seguir adelante frente ese desastre y vencer a las plantas venidas del espacio exterior.
Poco sé del original libro de John Wyndham en que se basa la película por la necia política editorial reinante en España actualmente, pero parece ser que difiere en poco (o en mucho, según se mire) de su versión fílmica: en esencia, el texto inglés atribuye la procedencia de las plantas trashumantes a los experimentos rusos por crear un arma biológica (típico de la época de la Guerra Fría, el miedo a lo commie y el duck & cover como deporte), mientras que la versión aquí comentada cimenta el origen de estos vegetales paradójicamente dinámicos en un fenómeno astrológico brillantemente mostrado con lo que me figuro es un surtido de subrayadores pintando fotograma sí fotograma no, así como la ceguera de todos los expectadores de tan bizarro fenómeno.
Esto sirve para hilvanar una trama apocalíptica con no pocos paralelismos con la famosa novela La Guerra de los Mundos de H. G. Wells, y de paso sentar cátedra y ejercer de cuasipionera en lo que al tratamiento de estas situaciones se refiere, ya sea a causa de motivos que entroncan con la sci-fi, los zombies (en su acepción romeriana, italoexplotationera o neopostmoderna) o cualquier otro fenómeno o anomalía que se preste a poner en un severo brete a la humanidad y a los protagonistas del relato. En este último, dichos personajes son mostrados de manera dual, existiendo un grupo que, por razones de su necio trabajo (investigadores sitiados en un faro en medio de la nada) han de permanecer recluidos, en clara antagonía con el grupo principal, que parte de Londres (foco de toda la movida, al menos eso creemos) y termina en Alicante (si, lo juro… y rodado allí mismo, que parece que va a salir un ministrable del puebloa saludar!!) tras recorrer Francia y algún que otro país, pero sin tiempo casi para ir de turismo por el tema de las plantas caníbales persecutoras, haciendo leves recesos para echar un cigar, soltar bufonadas británicas y pasar sustos con las plantas en casas de tamaño caciquil que les sirven también para contrastar las diferencias de interiorismo entre unos y otros lugares.