La regenta
Sinopsis de la película
Época de la primera Restauración Borbónica (1875-1931). Adaptación de la novela homónima de Clarín, que narra las vicisitudes de Ana Ozores (Emma Penella) y la sordidez de la vida en Vetusta (Oviedo), una ciudad de provincias del norte de España. La joven Ana, casada con un regente jubilado (Marsillach), vive oprimida por la hipocresía provinciana y los temores místicos de una religión absorbente. Sexualmente insatisfecha, acosada por constantes sueños eróticos, revela en el confesionario sus íntimos tormentos, y su confesor, El Magistral, comienza a sentir una morbosa pasión por ella. Paralelamente, Alvaro Mesía, un donjuán, se propone seducirla. La ciudad espera complacida la caída de La Regenta.
Detalles de la película
- Titulo Original: La regenta
- Año: 1974
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
5.4
76 valoraciones en total
Ah, ¿que nunca he hablado de «La regenta»? Pues nada, vamos a hablar un poquito.
Yo la verdad es que podría tirarme horas, días, años hablando de una de mis novela favoritas. Qué puedo decir de «La regenta», si es que cualquier cosa que se diga no va a servir ni de lejos para que os hagáis una idea de su maestría y grandeza. Leopoldo Alas, ‘Clarín’, un tipo curioso, escribe con una prosa carnal, sensitiva, sentimental, cruda, honda, psicológica, inmisericorde, crítica y erótica para engendrar un mundo que es este, el nuestro, el del ser humano a corazón abierto, sin disimulos ni ocultamientos. Una obra sincera, por ser reflejo de nosotros mismos, madura y escandalosa que a fecha de 2016 sigue siendo impactante e incendiaria. ¿Seremos capaces algún día de hacer una adaptación fiel que no cercene y desmiembre esta obra maestra de la literatura universal? Lo pongo en duda.
Y el reto se hace más imposible aún si se quiere adaptar en una película de noventa minutos. Ahí no cabe nada. La versión de Gonzalo Suárez se centra en la trama principal, la de Ana Ozores, la regenta, y su lucha interior entre la pureza y el pecado. Expliquémoslo así, por explicarlo de alguna manera. Pero, claro, se dejan por el camino el verdadero carácter de «La regenta»: todas las historias secundarias de los múltiples personajes (esas doncellas Petra y Teresina, dos bestias literarias), su palpable sexualidad, lo que entra directamente en el vicio, los temas políticos y religiosos, los conflictos sociales y hasta el amor, porque en «La regenta» también hay amor, solo que lo han omitido por completo y hasta nos han quitado una de las confesiones románticas más bellas y poéticas del mundo. Casi mejor: léelo y disfruta.
Emma Penella es maravillosa pero está demasiado mayor para representar a un personaje de veintiocho años. A mi amadísimo y deseado don Fermín de Pas, en mi opinión el auténtico protagonista de «La regenta», lo interpreta un Keith Baxter de ojos negros y no verdes (esto es imperdonable, lo siento mucho) que no es ni la mitad de lo que es el Magistral literario: este es frío y carece de la personalidad del original. Una pena.
Por lo demás, mantiene cierta corrección.
El principal error de esta producción no está en el guión, que no refleja toda la densidad y belleza de la obra maestra que es La Regenta, no. Lo erróeno es haber elegido a Emma Penella (magnífica actriz, por otra oparte) como protagonista, cuando debe ser frágil y joven, requisitos que no se cumplen en este caso, entonces su actuación roza lo ridículo. Por lo demás, la ambientación está bien. Destacaría no obstante la interpretación de Charo López como la intrigante Petra. Muchos mejores resultados obtuvo Méndez-Leite con la serie de TV de igual título, y aquí sí con una protagonista adecuada : Aitana Sánchez Gijón.
El problema de esta película, en mi opinión son los actores. Emma Penella no resulta convincente y sus dos oponentes masculinos Don Álvaro y Fermin de Pas, tampoco, ya que para colmo, al ser extranjeros, están doblados.
En cambio los secundarios son magníficos: Adolfo Marsillac, Charo López… bordan sus pequeños papeles.
Aún así merece la pena verla, no es una mala adaptación de uno de nuestros clásicos.
A veces olvidamos la ardua tarea del hombre que levanta un proyecto complejo como es una película, buscando la financiación y la distribución, una vez acabada la obra. Emiliano piedra llevaba muchos años acariciando la idea de producir La Regenta, hasta lograr reunir un gran equipo técnico y artístico, encabezado y a la medida de la que era su esposa Emma Penella que realizó un trabajo encomiable – en honor a la verdad, algo mayor para el personaje –, pues ella es el pilar absoluto en el que se articula la trama, junto a los dos actores ingleses y Adolfo Marsillach como el marido pasivo. Inspirada en una de las grandes novelas de nuestra literatura, La Regenta de Leopoldo Alas Clarin, digo inspirada porque en los títulos de crédito el guionista Juan Antonio Porto lo anuncia: Basada en personajes de la novela homónima, que no literal adaptación. Una obra, por otra parte, muy difícil de adaptar a la pantalla por su complejidad narrativa.
Cuenta la historia de una mujer, Ana Ozores, una joven bella pero reprimida por su conciencia católica, atormentada por una vida sexual insatisfactoria, casada con un hombre mucho mayor que no la entiende, ni atiende sus necesidades vitales. Además hay otros dos hombres en su vida, que son: Fermín de Pas, su clérigo confesor El Magistral y Don Álvaro de Mesía, un soltero que tiene fama de gran conquistador en Vetusta, una ciudad de provincias asturiana. Nuestra angustiada protagonista envejece bajo la presión de una sociedad hipócrita, opresora y mezquina, que es fundamental para entender el tormento que arrastra esta mujer y sus consecuencias en ese microcosmos provinciano.
Una película más de productor que de autor, en la que su director, Gonzalo Suarez en su faceta menos conocida y alejada de su cine habitual, demostró que tenía grandes recursos narrativos, así como una gran sensibilidad a la hora de recrear esa inquietud y desasosiego de nuestra desgraciada protagonista. Una película naturalista de una belleza visual fascinante, gracias al operador Luis Cuadrado, una luz de tonos fríos y nada cálidos, como la triste historia que narra, los húmedos paisajes asturianos son fotografiados con una fisicidad asombrosa.
Creo que Gonzalo Suarez sale airoso de la empresa, realizando una obra digna y aceptable, todos los actores están francamente convincentes, incluyendo a una joven Charo López y el inefable Agustín González, aquí con pelo. Muy buena ambientación de Miguel Narros y una excelente música para crear emoción. El film tuvo una gran acogida crítica y de público que acudió en masa a disfrutarla.
*Inspirado, que no basado
Gonzalo Suárez fue el encargado de realizar la primera versión cinematográfica de La Regenta, y por el momento la única. Desde el principio de la película se aclara que no se trata de una versión fiel a la famosa novela de Leopoldo Alas Clarín, sino que se inspira en los personajes del escritor. Por lo cual, el guion de Juan Antonio Porto se mueve desde una perspectiva que omite gran parte de la novela, dado que se condensa en una duración de aproximadamente 90 minutos. Aun así, sabe focalizar la problemática que desea abordar, creando ese suspense en torno a la dificultad de las tentaciones en una sociedad marcada por el que dirán. Asimismo, hay que subrayar la universalidad y atemporalidad de los temas en los que profundiza, ofreciendo un relato interesante. No obstante, hay ciertos momentos que rozan el melodrama y restan al resultado global del film.
Lo que pudiera suponer un ultraje para los amantes de la novela original, cabe decir que es curioso mostrar una visión de Ana Ozores desde una vertiente que se aleja de la relación de ingenuidad con juventud. Seguramente, en el guion, no se tuviera en cuenta la edad de Emma Penella, pero con el pasar de los años, se ha convertido en un acierto. La razón no es otra que se produce una ruptura del idealismo de la inocencia y se atribuye a un estilo de mujer distinta, igualmente verosímil y marcada por la sociedad en la que vive. De modo que, sin querer, se convierte en una reivindicación en contra de los estereotipos de la mujer. Sin embargo, no sucede lo mismo con el triángulo amoroso, que, aunque sigue levantando suspiros, se podría esperar algo más de vigorosidad y sustancia, en especial, en los personajes masculinos.
*La ingenuidad de la insatisfacción
La protagonista indiscutible de esta versión de La Regenta es Emma Penella, muy criticada por la edad que tenía en el momento de hacer el papel de Ana Ozores. Paradójicamente, lo que antes podría ser un error de selección de casting, en la actualidad puede ser una representación de la insatisfacción femenina, tras un matrimonio de varios años y escasas relaciones sexuales. A ello se suma una buena ejecución de Penella, que hace un gran esfuerzo de contención y dibuja cierta sensibilidad en su rostro sin perder la fuerza escénica que la caracteriza. Por dicha razón, no se come el papel a la actriz, sino al contrario, Penella pone su sello de identidad en el personaje y le da una verosimilitud innovadora. Pese a ello, para apreciar su trabajo interpretativo, hay que ser capaz de abrir la mente y aceptar un modelo distinto en esta versión cinematográfica actoral.
Por otro lado, Nigel Davenport y Keith Baxter comienzan bastante bien, con unos niveles de energía propicios y cierto magnetismo en escena. A pesar de ello, según va avanzando y se complica el reto interpretativo, se difumina su labor actoral y se queda en un plano excesivamente artificial. Dicho de otra forma, terminan por ofrecer unas actuaciones forzadas y con falta de sentimiento. Además, el doblaje de ambos actores acaba por acrecentar la pérdida de naturalidad en el film. Por suerte, le sucede a la inversa a Charo López. La actriz empieza desde un perfil en segundo plano, que va creciéndose ante la escena y se convierte en un descubrimiento para el espectador. Luego, también aplaudir a Adolfo Marsillach, el cual, dentro de su pausada interpretación, maneja perfectamente su conexión con el resto de actores y el espacio. Asimismo, equilibra la sinergia creada entre el reparto.
*Belleza natural
Como bien es sabido, la ciudad de Vetusta es, en verdad, la capital asturiana de Oviedo. Por lo tanto, no es extraño que para rodar La Regenta se decantase la producción por unos exteriores que mostrasen la espectacularidad de la ciudad. Gracias a ese cuidado de los escenarios en los que transcurre la acción, se puede apreciar un gusto inmejorable de los interiores. En especial, las iglesias, las casas señoriales y las reuniones de sociedad. Al mismo tiempo, se contrasta con el uso de la naturaleza frondosa asturiana, el preciosismo de los bosques y el romanticismo de la belleza, que envuelve a sus personajes y al espectador. Para rematar ese buen gusto estético, hay un trabajo espléndido en la creación del vestuario, maquillaje y peluquería. Por lo cual, no se puede negar que la película ha sacado partido a su influjo creativo y entra por los ojos a la audiencia.
Luego, la dirección de fotografía sabe utilizar los recursos artísticos en su justa medida. Por un lado, intercala planos medios y primeros planos para mostrar esa emocionalidad que se esconde en esta historia de deseos. Y, por otro, da su valor, gracias a los planos generales, al contexto espacial de la cinta. Otro aspecto a destacar es la banda sonora del film, que tiene una calidez que empasta perfectamente con la imagen y subraya los momentos de mayor dramatismo escénico. Únicamente, el montaje sigue un ritmo lineal, que, en ciertos momentos, podría tener más dinamismo. Por lo cual, no hay grandes sobresaltos. Sin embargo, la buena concretización de la problemática principal, la química entre varios de los actores y los espacios naturales suplen esa falta de potencia. Así pues, un resultado notable y galante, donde falta un poco de ímpetu.
*Conclusión
La Regenta es una versión libre que se enfoca en la dificultad del deseo y una sociedad marcada por el que dirán. Además, con el paso del tiempo, se pueda dar una interpretación distinta, donde se rompe con la imagen de la mujer joven e ingenua, por una mujer más madura y con esa necesidad de expresarse. Este nuevo significado se da, en gran parte, gracias a Emma Penella. La actriz da una versión con más potencia de Ana Ozores, pero sin perder esa elegancia y fragilidad que le acompaña. Junto a ella, unas grandes actuaciones de Charo López y Adolfo Marsillach.
Escrito por Diego Da Costa