La profesora de piano
Sinopsis de la película
Es el 60 cumpleaños de Lara, a quien no le faltan motivos para celebrarlo: su hijo Viktor va a dar el concierto de piano más importante de su carrera. Ella fue quien proyectó y guió su trayectoria musical, pero llevan varias semanas sin hablar y nada parece indicar que Lara será bienvenida en su debut como intérprete profesional. Sin pensárselo dos veces, compra todas las entradas que quedan a la venta y las distribuye entre cuantos se va encontrando. Pero cuanto más se esfuerza para que la velada sea un éxito, más se descontrola todo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lara
- Año: 2019
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
6.3
25 valoraciones en total
Pocas madres como la que protagoniza esta película alemana nos encontraremos hoy en día, o al menos no nos gustaría haber tenido una así, ya que su perversa mente es capaz de asombrarnos cada vez más conforme la historia se adentra en ella, y por momentos uno no sabe si sentir lástima o rechazo por ella.
Estos sentimientos se consiguen transmitir relatándonos solamente un día en la vida de su protagonista femenina, brillantemente interpretada por Corinna Harfouch, y con una escenificación parsimoniosa y seria, pero a la vez sin andarse con rodeos sobre el angustioso tema que quiere tratar.
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Esta película va de una mujer que se supone que en algún momento de su vida fue profesora de piano, al menos de su hijo. Se supone principalmente porque lo dice el título en España. No sé por qué no han dejado el título original Lara que es el nombre de pila de la protagonista, o, puestos a poner la profesión en el título, La funcionaria del catastro, que es a lo que realmente se dedicaba Lara, que se acaba de jubilar. Sería más poético y no estaríamos comparándola con Isabelle Huppert todo el metraje.
Coincide que el día en que transcurre la película es el 60 cumpleaños de Lara y no lo lleva muy bien que digamos, poca festividad hay en su mirada y si alguna fiesta hay es la de la amargura. También coincide el día, que ya es casualidad, con que su hijo da el concierto presentación de una composición suya (del hijo) que también es pianista. Que diríais eso también podría ser motivo de celebración, pero no, Lara también lleva mal el éxito de su hijo, o más bien el miedo a que su hijo termine siendo un fracasado como ella, como si jubilarse tras 30 años en el catastro fuera un fracaso. Pero bueno, se conoce que ella quería ser pianista de carrera pero no tuvo la confianza necesaria en sí misma, y tampoco se la dieron las figuras adultas en su infancia. Y ella repite los errores con su hijo.
Durante este curioso día se va cruzando con personajes de su vida, sean fantasmas del pasado, del presente e incluso del futuro pero de carne y hueso, y en la mayoría demuestra una gran falta de empatía, ¿quizás al final de la peli haya aprendido algo como Mr. Scrooge? Sería bonito, es lo que debe de ocurrir en las películas. Bueno de esto más o menos va la cosa, que a parte de que como veis es más bien drama, tiene su punto cómico en un gag recurrente con el reparto de entradas para el concierto, que a mí personalmente me ha gustado mucho.
Por cierto no sé si a vosotros os pasa lo mismo pero yo es empezar a escuchar el segundo movimiento del concierto en Re Menor BWV 974 de JS Bach y colocárseme la lagrimilla en el ojo. No sé si es que vi Anonimo Veneziano cuando era pequeño y me quedé traumatizado o qué.
Gustará a: pianistas, vendedores de El Corte Inglés, padres divorciados
No gustará a: suicidas, pasteles dietéticos, violinistas
El día de su sesenta cumpleaños Lara es consciente de que ha desperdiciado toda su vida y solo ha contribuido a hacer más desagradable la de los demás. Pero también descubrirá muchas más cosas: que ha llegado el momento de recoger todo los vientos sembrados, que es demasiado tarde para cambiar, que no está capacitada para amar ni para ser amada…, y que esto es lo que pasa cuando alguien se pone el listón demasiado alto, tan alto que no se atreve siquiera a saltar por encima, porque siente auténtico pavor al error, a no ser la mejor, a basar su crecimiento personal en la ambición, dejando de lado valores más alejados del éxito pero más próximos a la cálida relación humana.
Las carencias afectivas de esta funcionaria, recién jubilada, la han conducido a una soledad que si bien a veces fue voluntaria se ha convertido ahora en una losa insoportable.
Es el segundo largometraje del director alemán (Jan Olé Gerster) que no desmerece de la inicial Oh boy (2012). Y el personaje de Corinna Harfouch sería referente obligado de las obsesivas aficionadas de la música, de no existir Isabelle Hupper que dio vida a La pianista (2001) de Michael Haneke.
Una historia de frustraciones. Una vida de remordimientos guardados. La belleza de lo que nos cuentan viene dada por la posibilidad de entender los motivos de una destructiva personalidad, que rebasa continuamente esa delgada línea del amor yd el odio, que se confunden en el interiorde la protagonista, que no es capaz de discernir las expectativas con la destrucción. Tras esa lucha interna de buscar la excelencia encontramos el desquicio personal y no asumido de su protagonista. Corinna Harfouch hace suyo el personaje, con esa torbellino impertérrito de sentimientos a flor de piel. Comunica y transmite el dolor del entendimiento. Sutilezas a parte, el guion juega con el desmoronamiento sentimental de su protagonista y cómo se entiende muchas veces las causas de unas consecuencias terribles para sus protagonistas y la aceptación de las mismas. De vigencia eterna, histortia simple pero intensa.
La odisea de la profesora de piano, de nombre Lara (título original del film), comienza el día de su cumpleaños a punto de tirarse por la ventana de su apartamento, y acabará afrontando una catarsis emocional, que transmutará sus relaciones a cada paso de la historia.
Es el día del 60 cumpleaños de Lara, además, ese mismo día su hijo Viktor va a dar el concierto de piano más importante de su carrera. Ella fue quien guió su trayectoria pianística (su profesora), y llevan una temporada sin comunicarse. Todo parece indicar que no será bien recibida en su debut como profesional. Pero Lara tiene sus recursos y su potencia personal. De manera impulsiva saca todo su dinero del Banco y, entre otras, compra todas las entradas que quedan por vender y las va regalando entre personas conocidas, e incluso al final las regala entre el público que se agolpa a la entrada de la sala.
El alemán Jan Ole Gerster construye un film sobre Lara, una madre posesiva y exigente, cargando de originales matices la figura de la protagonista, una madre absorbente, ex-pianista frustrada que fracasó en su carrera, sujeta como estuvo a una auto-exigencia extrema. Fue justamente ese rigor y exacción la que volcó en la educación musical de su hijo, hasta la asfixia. Como digo, la película transcurre en la jornada de su cumpleaños y del debut de su heredero como emergente pianista y compositor.
En el reparto sobresale por encima de todos, una sensacional Corinna Harfouch, una actriz grande bastante desconocida, a pesar de haber protagonizado docenas de películas (mayormente del cine alemán) y que muchos comparan, no sin razón, con la actriz francesa Isabelle Hupper, tanto por su carisma como por su papel en la obra de Michael Haneke, La pianista (2001). Pues bien, C. Harfouch consigue sostener en cada plano y en cada secuencia el personaje Lara, una un personaje incómodo y torpe, que toma decisiones atropelladas, con un bosquejo de sonrisa indescifrable, un giro de ojos sin par y una característica manera de caminar en forma rectilínea y lanzada a su objetivo con frialdad y hasta con sadismo, toda ella teñida de un misterio íntimo y profundo que el espectador irá descubriendo a lo largo del metraje de manera bien dosificada por la propia historia. Es una mujer que debe expiar sus faltas arrastrando su soledad, donde podemos entrever el peso y el castigo a que ha sido sometida por esa necesidad de perfección capaz de derrumbar cualquier forma de autoestima. Destaca también Tom Schilling en el papel de su hijo, pianista que inicia su carrera. Acompañando, un reparto de excelente para arriba con actores y actrices como Volkmar Kleinert, André Jung, Gudrung Ritter o Rainer Bock.
Es una película que vista con profundidad encierra un mensaje terrible. De un lado la obvia realidad de que el talento y la excelencia en música son fruto de lo que genuinamente algunos poseen como cualidad innata, pero que además, luego deben trabajar con denuedo, incansablemente, con un esfuerzo infinito. Lara no creyó suficientemente en ella y abandonó su carrera como pianista por su falta de confianza en sí misma, tal vez por miedo a fracasar. Y como suele ocurrir, esa madre implacable y pura severidad y disciplina se volcaría con el tiempo en su hijo Viktor. Una madre cruel que no puede tolerar ni siquiera la sospecha del fracaso de su hijo, un hijo en el que ella se ve indefectiblemente reflejada. Pero el film es también el retrato de una mujer cuya demasía de celo y amparo, deja traslucir una herida, la suya, que aún continúa sangrante. Su dolor sublimado en inclemente y riguroso método musical hacia su hijo, quien viene a descubrir la triste paradoja de que para triunfar como intérprete debe evitar a su madre y profesora.
Aunque la trama, como decía, se teje en un único día, sin embargo Jan Ole Gerster va del presente al pasado, como para ir ofreciendo de forma perfectamente estructurada, la suficiente información para que podamos tener un retrato claro de Lara, de su época juvenil, de su formación (lo cual explica muy bien su viejo profesor de piano) y de las relaciones con su madre y con su hijo, obviamente, también de su relación con la música y el piano.
Es en suma, una obra que nos mueve a sintonizar con una mujer que se ve impelida a destruir cuanto toca, incluyendo lo que más quiere. Veinticuatro horas en la vida de esta mujer en el transcurso de las cuales, el orgullo materno y su propia autocensura conforman un enriquecedor retrato de personaje al borde de sí mismo (Sergi Sánchez). Un fracaso existencial que va desarrollándose en forma fría y sin atisbo de sentimentalismo. Y dos preguntas por hacer: ¿Por qué quería Lara Jenkins suicidarse? Y la otra es si finalmente acabaría haciéndolo.