La Perra
Sinopsis de la película
El escritor Walter Johnson (C.L. Moctezuma), desea alquilarle el yate a Lucas (J. Alemán), un marino que acaba de intentar matar a su novia infiel. Lucas se muestra renuente, pero Reneé (L. Leblanc), la esposa de Walter, lo convence. Lucas y la pareja emprenden el viaje de Buenos Aires a Punta del Este, donde Walter planea visitar a su amigo Álvaro (H. Méndez). Durante el viaje, Lucas y Reneé se hacen amantes y comienzan a planear la muerte de Walter.
Detalles de la película
- Titulo Original: La Perra
- Año: 1967
- Duración: 90
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La maté porque me era infiel y yo la amaba. Pagué para que lo mataran porque no quería que esa otra perra se lo llevara. Ella no quería ser mía y yo no quería que fuera de otro, porque la adoraba. ‘La mató (o lo mató) por amor’, titulan entonces los medios. Pero no, ¡nunca jamás se mata por amor! Porque el amor es creación, protección, suma y multiplicación. El amor es libertad, complacencia con el bien de otro, estímulo positivo. El amor lo da todo y no pide nada, fluye y nunca retiene, es Luz y jamás oscuridad.
Cuando se mata al ser que se decía amar, este es en realidad un impulso del egoísmo, una respuesta agresiva motivada por un profundo vacío interior, por un complejo de inferioridad y/o, contradictoriamente, por soberbia, pero sobre todo, se debe a la falta de análisis para comprender que, el amor que se decía profesar, de seguro se transmitía mal. El que maltrata, el que reprime, el que traiciona, el que anima comportamientos indignos de su pareja o hacia la sociedad, el que abandona emocional, económica y/o físicamente al ser que dice amar… ¿Qué clase de amor está prodigando?
Me vienen a la mente estas reflexiones, porque, en la película que nos ocupa, LA PERRA, hay tendencias criminales en las que pareciera estar envuelto el amor. Es un filme que había visto hace muchos años y que apenas recordaba por la sugestiva presencia de Libertad Leblanc, la bella argentina que alimentó mi virilidad en tiempos de la adolescencia, y por la canción Con de Charles Aznavour que, desde que la oí aquí, se convirtió también en una de mis favoritas… precisamente porque me recordaba a ‘La reina rubia de la sensualidad’.
Dirigida por Emilio Gómez Muriel y con guión de Alfredo Ruanova, puedo decir ahora que, LA PERRA, es uno de los más significativos y acertados filmes que haya podido protagonizar Libertad Leblanc, no solo porque está muy bien contado, pese a transcurrir todo el tiempo en un pequeño barco –un poco a la manera de Plein soleil o de Dead calm- sino porque en nada resulta predecible y el director se la juega con unos diálogos bastante llamativos.
Los protagonistas: Julio Alemán, unos de los más polifacéticos y calificados actores mexicanos de todos los tiempos, Carlos López Moctezuma, un fuerte carácter que, al morir, dejaría en su haber más de doscientos títulos, y Libertad Leblanc, quien, para este momento, era ya la diva erótica latinoamericana más apetecida y quien aquí demuestra también que estaba aprendiendo a actuar, aportando a su personaje un fuerte carácter y unos matices muy interesantes.
La fotografía de Humberto Peruzzi es muy profesional, logrando estar siempre en el punto exacto en que las situaciones resultan más sugerentes. La edición gozó de absoluto rigor, y el con frecuencia irregular director Gómez Muriel, se abona aquí uno de los momentos más apreciables de su carrera, del que, sin duda, debe mucho al equipo que tuvo a su lado.
Y por favor, no digas a nadie que mataste por amor, porque el Amor es Vida.