La pandilla de los once
Sinopsis de la película
Bajo la influencia de las películas americanas de gángsteres, un grupo de maleantes decide atracar el Banco de España. El Rubio , explica a sus hombres que para dar el golpe tendrán que excavar una galería en la Cibeles. Pero, debido a las amenazas de una banda rival, El Rubio decide disfrazarse y hacerse pasar por uno de los actores más conocidos del momento.
Detalles de la película
- Titulo Original: La pandilla de los once
- Año: 1963
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.2
54 valoraciones en total
La pandilla de los once, es una película dirigida por Pedro Lazaga en 1963, donde la música de Antón García Abril y la fotografía de Federico G. Larraya complementan un guión en el que la bufonada verbal, la metáfora repetida hasta la saciedad como elemento de comunicación, o el derrumbe de la estabilidad emocional de algunos personajes, dan como resultado un metraje donde lo absurdo adquiere carácter de verosimilitud.
Gracias al gran elenco (en su mayoría habituales de la comedia y del humor), nutre la historia de un entrelazado narrativo sugerente, ameno y agradable en el visionado que desde El chuleta (Ángel de Andrés), El Duque (José Isbert) o La Condesa (Margot Cottens), nos ofrece un abanico de malhechores que se confabulan para vivir una experiencia arriesgada, de gran envergadura frente a un objetivo que asusta al más atrevido frente al proyecto que Toni El Jefe (Adolfo Marsillach) planea, llevar a cabo.
Lazaga nos muestra desde el ritmo y la agilidad de los diferentes planos, un enfoque dinámico de lo que nos cuenta, así las cosas, la narración circula por atrevidos enfoques mediante (entre otros) planos subjetivos, picados y contrapicados, grandes planos generales y panorámicos que junto a los innumerables plano contraplano, dan a las diferentes escenas gran agilidad narrativa y visual.
El guión se centra en amplificar las torpezas verbales y conductuales de tan peculiares personajes como El Spaghetti (Antonio Riquelme), El Marconi (Manolo Gómez Bur), o El Poeta (Antonio Ozores), necesitados de un jefe que les oriente en sus propósitos donde el lenguaje utilizado, como elemento de comunicación y afirmación se reduce considerablemente hasta llegar a la onomatopeya como forma de afirmación priorizándola sobre otro tipo de lenguaje.
Una película así no podría funcionar sin maximizar la resabida torpeza de una banda venida a menos donde el resto de sus protagonistas, al igual que los ya mencionados, se completa con El Mercedes (Julio Riscal), El Coco (Rafael Luis Calvo), El Largo (Juanjo Menéndez) o El Zampa (Manolo Morán), junto a un amplio plantel de secundarios que el realizador materializa desde un guión salido de la pluma de los polifacéticos Antonio Lara y Juan J. Buhigas. Visionar La pandilla de los once es un placer doble si además la disfrutamos desde la ruda aunque grácil incompetencia de sus protagonistas que rozan lo disparatado en esta variopinta pandilla que con tanto acierto dirigió Pedro Lazaga.
Tediosa comedia, que solo cuenta como virtud, el tener en nómina a un grandísimo elenco interpretativo, con prácticamente los mejores comediantes del cine español de la añorada época de comienzos de los sesenta.
Ellos intentan salvar del desaguisado a una película chorra desde que comienza hasta que finaliza.
El guión es del fallecido humorista Tono, palabras muy mayores dada su gracia para narrar acontecimientos cotidianos que requerían mucha inteligencia para salvar la censura existente. Sin embargo, en el celuloide queda como una memez de tomo y lomo, sin chispa ni gracia ninguna.
El ritmo es romo y los diálogos, de besugos.
Son entrañables sus personajes, sí, pero más que entrañables son imbéciles y como el guión hace agua por todas partes y la dirección de Lazaga es muy apagada, el resultado final es verdaderamente penoso. ¡Ojo!, vista más de cuarenta años después de su estreno, que en aquella ya muy lejana época a lo mejor hacía gracia. Pero ahora….
En fin, que salvo la pulla que le echan al Ayuntamiento de Madrid a cuenta de las obras, cuando uno de la banda les dice a los demás que comenzarán a hacer agujeros en medio de la calle, vestidos de obreros del ayuntamiento, y más tarde irán haciendo esto y aquello, ¡y poniendo farolas!….inmediatamente otro le espeta:
– Sí, farolas, eso nunca ponen y para que la gente piense que de verdad somos del Ayuntamiento no debemos hacer lo que ellos nunca hacen.
O algo parecido, que igual no fue exactamente así, dado el grado de soponcio que para entonces ya experimentaba yo viendo el simpático engendro este.
En definitiva, que me sabe muy mal darle leña a esta comedia plagada de extraordinarios cómico/as, pero es que es bastante mala, la verdad.
Parodia en la línea del mejor cine en la que humor, cine negro, picaresca cutre, intriga, crimen y castigo prestan su concurso a una comedia desenfadada que desde 1963 está esperando el público reconocimiento que merece.
El prolífico P. Lazaga dominaba su oficio y en aquel tiempo ya había comprendido todo lo que la cámara podía ofrecer.
En esta ocasión dejó sus mejores esencias.
Estupenda película en la que también los actores interpretan sus papeles con absoluto dominio de la escena y presentan credenciales para recibir ese cariño y aliento que se les negó durante décadas.
No estoy de acuerdo con el compañero que escribe la crítica anterior, ya que a mí esta película me parece una comedia muy decente, y además, poblada de los mejores y más significativos actores de comedia del cine español de los años 60. Llena de situaciones rocambolescas, antropófagas y disparatadas, es impagable solo por el hecho de ver a esos grandes comediantes, que de haber nacido en Francia, Italia o ya no digamos Estados Unidos, otro gallo les hubiera cantado. Pero claro, nacieron en España, y como ya saben el cainismo domina nuestro modo de pensar y sentir con respecto a nuestros compatriotas. Como muestra, la crítica anterior.
Se la recomiendo muy especialmente a los seguidores de la comedia española de toda la vida, ya que si comparamos esta película a muchas de las que se hacen en el cine mundial (incluido el español) actualmente, me parece que estamos ante una muestra ejemplar de comedia hispana.
¡Qué grandes actores tenía el cine español de los cincuenta y sesenta! No ya por Pepe Isbert o Adolfo Marsillach, dos de los mayores talentos que ha dado la interpretación en el mundo mundial, sino también por Gómez Bur, Riquelme, Antonio Ozores, Juanjo Menéndez o Manolo Morán, simpáticos siempre, de comicidad natural. Y para redondear esta pandilla la gran Margot Cottens -lo que me habré reído con esta mujer- y Angel de Andrés, entre otros.
La película es una parodia de los distintos rififís que se venían haciendo en el cine europeo, pero también de la moda que se instaló en el cine americano con La cuadrilla de los once , la película del rat-pack en que se basa la posterior Oceans Eleven . El título lo deja claro, pues sólo cambia cuadrilla por pandilla para nomenclar la parodia española…
El guión, de Tono, tiene momentos de auténtica carcajada, hallazgos completos, pero es cierto que resulta ciertamente deslavazada en ocasiones y que su final está cantado desde el principio..