La mujer que escapó
Sinopsis de la película
Mientras su marido está en un viaje de negocios, Gamhee queda con tres mujeres a las afueras de Seúl. Primero visita a dos amigas en sus casas y después se encuentra de casualidad a una vieja amiga en un cine. Pero ¿quién es la mujer que huye? ¿De qué huye y por qué?
Detalles de la película
- Titulo Original: Domangchin yeoja aka
- Año: 2020
- Duración: 77
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Opinión de la crítica
Película
6.6
98 valoraciones en total
*Tenemos que hablar
Se trata de una historia de mujeres que hablan de sí mismas, de los hombres y de sus preocupaciones vitales. La protagonista, Gam-hee, interpretada por Kim Min-hee —mujer del director y habitual protagonista en sus últimas películas—, decide visitar a sus amigas cuando su marido se va de viaje. No se habían separado ni un solo día durante cinco años y, en cada conversación, este hecho parece resonar como un eco en la cabeza de todas sus amigas. Gam-hee quiere recuperar lo que ha perdido durante esos años: su tiempo y su espacio (pese a intentar convencer, y convencerse, de lo contrario).
Cada una de las visitas estructura la narración y le da forma al conjunto, como si se tratase de los capítulos de un libro sobre cómo ser mujer. De este modo, Hong Sang-soo vuelve a escribir otro poema de intrusos y excluidos, donde los hombres se entrometen en el discurso de ellas, ya no son sujetos sino objetos, e incluso son quienes interrumpen sus charlas y sacuden su armonía vital. De hecho, son una fuente constante de ansiedad en la película, pues, para todas, el hablar de ellos supone un breve episodio agónico.
*El minimalismo de Hong Sang-soo
La mujer que escapó es —como la mayoría de títulos que componen la filmografía del director— una película pequeña y, en cierto sentido, muda, es una obra profunda pero familiar, que expone temas importantes, transcendentes, mediante susurros en espacios cerrados. No hay una voz más elevada que otra, se emplea el mismo tono para conversar sobre la comida que para debatir sobre el abandono animal entre vecinos (una de las escenas finales más sobresalientes del filme), interiormente agitados, pero calmados en el exterior.
Minuto a minuto, visita a visita, se van sucediendo hermosas casas minimalistas con mujeres encerradas en sí mismas. La amplitud del espacio se irá cerrando según avance el relato y la incomodidad del diálogo se hará visible y casi palpable. Todas parecen atrapadas frente a la visión del espectador. Además, hay un continuo juego con los silencios, con las pausas y con la construcción de la propia película, de ahí que la sensación sea de estar esperando a que suceda algo muy significativo de un momento a otro, aunque nunca se alcance ese clímax.
*Conclusiones
La mujer que escapó es una puerta abierta a la vida interior de una mujer, Gam-hee, en un viaje de encuentros con sus amigas: infinitas conversaciones, confidencias, algo de comida, una copa de vino, café y una cámara que se mantiene, en general, en un plano fijo (salvo algún zoom eventual que enfatiza el rostro, en un primer plano, de la protagonista).
Por otro lado, podría pensarse que la película trate, en realidad, de los hombres. Hombres despistados y egoístas que despiertan el diálogo entre las mujeres y que sirven para revelar sus emociones más ocultas. Hong Sang-soo reviste este tema irónico con humor y empatía, llevando a la protagonista, cerca del final, hasta un cine. Allí, sola, quedará embelesada por un mundo tranquilo y reconfortante al que no puede acceder: el mundo del arte.
Escrito por Soraya Unión Álvarez
The Woman Who Ran (2020), del director coreano Sang-soo Hong, presenta, en una puesta casi teatral, diferentes diálogos entre amigas en los que se dejan entrever sutiles maltratos y desprecios por parte de los hombres. Ganadora del Oso de Plata en la Berlinale.
Por Nicolás Bianchi
El prolífico director Sang-soo Hong, que desde 1996 a hoy ha estrenado 24 películas, dispone de una puesta sumamente austera para la realización de The Woman Who Ran, que presenta a Gam-hee (Kim Min-hee) como su personaje principal. Se trata de una mujer que en un recreo de su vida marital visita a dos amigas y se encuentra con otra por casualidad cuando se dispone a ver una película en un pequeño cine de Seúl.
Prácticamente dividida en partes iguales, cada encuentro ocupa unos 25 minutos que dan como resultado los 75 minutos totales de película. A pesar de dar la impresión de haber sido filmada en un par de jornadas en tres locaciones distintas, y con cierta celeridad, la película logra a través de sus cuatro personajes femeninos exponer algunos temas y sensaciones en común.
Gam-hee les cuenta a todas, a quienes no ve desde hace un tiempo, que por primera vez en cinco años de matrimonio su marido está de viaje. Es el primer día que no comparten desde que se unieron. Ella repite una y otra vez que su marido dice que las personas que se aman deben estar juntas todo el tiempo. En esa reiteración, más que un convencimiento, lo que se nota es una suerte de discurso armado y pensado para salir del paso. Evidentemente hay una molestia con esa relación que el personaje no explicita pero que deja entrever en esa lejanía con la que la describe.
A su vez sus interlocutoras también tienen algo para contar de alguna relación pasada o presente con un hombre y aquí también hay un patrón que se repite. Las mujeres de The Woman Who Ran están mejor entre ellas. La compañía masculina es de alguna manera un grillete. La primera está divorciada y vive ahora con una amiga (¿nada más que eso?), la segunda viene de un accidentado amorío con un vecino y la tercera mujer que Gam-hee se cruza es ex pareja de un ex novio suyo.
Además, los hombres irrumpen con una presencia molesta no solo en los diálogos sino también en la realidad ya que los encuentros son interrumpidos de distintas maneras por varones fastidiosos. Un solo ejemplo: el encuentro en la casa de su primera amiga finaliza cuando un vecino recién mudado toca el timbre para quejarse porque las mujeres que viven en esa casa alimentan gatos callejeros. Todo transcurre en un tono educado y cordial, ya que el tono de la película es ese, aunque no por eso deje de existir la molestia, la impertinencia de esas intervenciones.
En contrapartida a las situaciones que más las disgustan, lo que en parte es una proceso de interpretación por parte del espectador de la película, las mujeres mejoran su semblante cuando hablan de lo que les gusta, toman una copa de vino, se cocinan algo casero y rico o conversan sobre los bares y restaurantes que están de moda. En esas pequeñas fugas de lo cotidiano todas se sienten un poco menos grises.
Como todas las pelis del Koreano, esta una vez más logra esa intimidad y honestidad para con sus personajes, que si bien siempre parecen ser los mismos, cada uno te abre a un universo, a simple superficial, pero que terminan desarrollandose de una forma tan vasta y profunda, que es inevitable no quedarse contemplando esos rostros por días y al mismo tiempo, acabando por aceptar un presente, que pese a que sus personajes lo rechazan, terminan aceptándolo tal cómo es. Y ahí radica la belleza de este cineasta, maestro del voyerismo humanista por antonomasia. Esta película transcurre cada vez más lenta, y da la impresión que su cine es cada vez más pequeño, relajado, fluido y sin ningún ánimo de aparentar nada más que una simples reflexiones que salen desde el corazón de sus personajes, y que no es otra cosas que el corazón del director proyectado en distintas almas. Sin bien sus películas transcurren dentro de un marco de tiempo, da la impresión de que este se desvanece, mientras al mismo tiempo se habla de él. Da lo mismo. Su cine se sostiene en pequeños fragmentos que hilvana con sensibilidad bajo interpretaciones siempre perfectas y una cámara perezosa que paradójicamente te pega un shot empcional. Gracias Hong, mientras como chocolate…
The woman who ran. La mujer que corrió es la mujer que huyó pero también la mujer que se escapó ¿Pero de qué? ¿De quién? Correr, huir, escapar. La ambigüedad del título se abre a numerosas interpretaciones y las pistas que se nos proporcionan nos hacen pensar que todas son correctas. La protagonista realiza tres visitas distintas en las afueras de Seúl en el tríptico que compone la película. Tres conversaciones en los tres episodios que dejarán marcada a la mujer. Diálogos representados con las composiciones más reconocibles de Hong Sang Soo: una mujer frente a otra, en la mesa, cada una en un extremo del plano y de vez en cuando, un zoom que capta sus reacciones.
Con su marido ausente en viaje de negocios, ella aprovecha para visitar a un par de amigas, pues como repite en numerosas ocasiones, es la primera vez en cinco años que se separan. Ella cuenta que su marido piensa que los enamorados deben pasar todos los días de su vida juntos. Pero ya de antemano, comprendemos que ese pensamiento sólo le corresponde a él, la mujer nunca dice su opinión al respecto. Tampoco es que hiciera falta, pues Hong Sang Soo logra que captemos el descontento de su heroína sin abordar su psique, sin necesidad de profundizar en el personaje. El gran logro de The woman who ran es de componer el dilema existencial de la protagonista desde el reflejo, únicamente a partir de las situaciones que viven sus amigas: del descontento de los matrimonios ya pasados, de la felicidad que supone empezar de cero en un entorno agradable, de su vehemencia ante los vecinos egoístas y de su integridad ante los acosadores.
Hong Sang Soo siempre ha destacado por sus certeras descripciones de la fragilidad masculina, y ejemplo de ellos son algunos de sus personajes más elaborados. Por ejemplo, el desdichado sin nada que perder de Hill of freedom, también el vanidoso director que descubre que no es el hombre infalible que siempre creyó ser en Ahora sí, antes no o el patético y entrañable adúltero de El día después que se ve sobrepasado por la situación. Sin embargo, al igual que Sunhi o Nobodys daughter Haewon este es un film íntegramente femenino. Pero mientras que Sunhi y Haewon eran unos personajes transparentes y directos, en conflicto directo con los hombres que las juzgaban e infravaloraban, en The woman who ran el enfrentamiento está ausente pero implícito en las confidencias. El sentimiento de la protagonista no se expresa en ninguna disputa, pero aún así su desazón hace aparición en el desenlace.
Los hombres de la cinta, más que personajes, son meros resortes del guión, unas presencias con apenas un par de trazos superficiales, un elemento con el único propósito de influir en las decisiones de las mujeres, pero de rebote. La mayor parte de los hombres mencionados, es decir, maridos, ex-maridos, padres violentos y nuevos ligues, no aparecen en pantalla. Únicamente un vecino quisquilloso, un admirador demasiado insistente y un exnovio, y por si fuera poco, la mayor parte del tiempo los vemos de espaldas a la cámara. Incluso los gatos y las gallinas parecen cobrar mayor protagonismo en las imágenes de la película.
El cine del director surcoreano Hong Sang-Soo genera opiniones opuestas, ya que tiene muchos admiradores que disfrutan con cada una de sus películas y otros que no soportan sus historias. En mi caso me encuentro en el medio de las dos posturas, aunque reconozco que, salvo alguna excepción, son propuestas que no aburren y se ven con agrado, y que es uno de los cineastas cuyo nuevo proyecto es de obligado visionado. Esta película se presentó en la pasada edición del Festival de cine de Berlín, en donde ganó el premio a la mejor dirección y en nuestro país su estreno ha tenido lugar en el Festival de San Sebastián, formando parte de la sección Zabaltegi-Tabakalera, en la misma ciudad en donde ha presentado otros proyectos y fue premiado como el mejor director por Lo tuyo y tú (2016) .
En este caso la película vuelve a tener casi todos los elementos característicos del cine de Hong Sang-Soo, con un gran protagonismo para los personajes femeninos, con sus romances, problemas familiares e inquietudes sobre su vida personal o profesional, con una cámara fija que de manera sencilla está colocada para permitir escuchar esos diálogos interesantes que se mueven muy bien entre la comedia y el drama, con el empleo del zoom como sello de identidad de su cine, para acercar o alejar la cámara, y unos escenarios sencillos que no necesitan de un gran desembolso económico.
En esta ocasión no está presente otro de los elementos fundamentales de gran parte de su filmografía, y que coinciden con las películas del director que más me gustan, y me refiero a las repeticiones, que añaden un enigma adicional, que en esta ocasión se echa en falta.
Otro aspecto negativo de esta película es que falta ese sentido del humor que también funciona en otras películas de Hong Sang-Soo y, aunque se sigue bien, con el paso de los minutos, y una vez presentados a los personajes, sus historias personales no avanzan.
Las actrices están bien, y son una parte importante del funcionamiento del proyecto, en especial Kim Min-Hee que interpreta a Gam-Hee, la mujer protagonista, cuya historia personal vamos siguiendo en diferentes conversaciones con amigas o vecinas.
Una película que gustará a los admiradores del cine del director, que son muchos, y aburrirán a los que no soportan este tipo de cine de personajes que se mueven con naturalidad tan habitual en las propuestas de uno de los cineastas actuales cuyos proyectos tienen sello propio.
LO MEJOR: El guion y los diálogos.
LO PEOR: Se echan en falta las repeticiones de situaciones tan habituales en el cine del director.
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