La mujer preferida
Sinopsis de la película
Hugo y Biff son amigos y ambos se sienten atraídos por la misma chica, la guapa Virginia. Cuando ella se casa con Hugo, Biff hará lo propio con Amy, pero no puede dejar de pensar que Virginia será siempre la mujer de su vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: One Sunday Afternoon
- Año: 1933
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
5.8
63 valoraciones en total
Hay películas con 80 años y más a cuestas que se conservan de maravilla. Pienso en M, en La isla de las almas perdidas, en King Kong, en tantas otras. En cambio, otras han envejecido pavorosamente. La mujer preferida es una de ellas. Gira en torno a un garrulo (Cooper), habitante de un cochambroso pueblucho norteamericano, que se enamora con una tozudez digna de mejor causa de Virginia (Fay Wray, la reina del chillido), mientras un alma cándida, por decirlo de una forma misericordiosa (Frances Fuller), bebe los vientos por el patán, que se casa por ella con despecho cuando Virginia se larga con el avispado Hugo (Neil Hamilton). Años después, la pareja volverá a la ciudad y el paleto, convertido ahora en dentista, madurará su venganza… Trama folletinesca, diálogos de vergüenza ajena, polillas por doquier. Por cierto, si la veis en V.O. descubriréis que Coop desafinaba como una cabaretera dequinta categoría.
En el año 1933, Stephen Roberts dirigió a un jovencísimo Gary Cooper, acompañado de Fay Wray, Frances Fuller, Roscoe Karns, Neil Hamilton, Jane Darwell, Clara Blandick y James Bradbury Jr Se trata de una comedia romántica sobre el amor, evidentemente. El amor equivocado y su lecho de rosas y el amor auténtico y sus dificultades. Con un guión bastante previsible del mismo director y unas interpretaciones muy ajustadas a la época y que ahora nos parecen algo pueriles, esta historia resulta que tiene un cierto encanto de cosa pasada, como leer ciertas novelas que dibujan un pasado remoto y por eso mismo nos resultan vagamente nostálgicas. Causa cierta sorpresa ver al joven Cooper comportándose como un inmaduro veinteañero y, con unos polvos blancos en las sienes (y la misma piel lozana en el rostro y las manos, los efectos especiales eran más bien ridículos), como un dentista maduro con afán de venganza sobre el fantoche ridículo que le robó el amor de una joven poco recomendable (cosa que cambia, cuando la ve tantos años después como esposa del citado fantoche, haciéndole ver que el verdadero amor de su vida es la mujer que siempre tuvo a su lado. En fin, una plácida diversión para el día dedicado a las viejas películas.