La mujer del animal
Sinopsis de la película
Tras ser descubierta disfrazándose de Virgen, Amparo huye por miedo a su padre del internado de monjas donde la acogían. Llega a un barrio marginado de Medellín a vivir de arrimada donde su hermana. Cuando su cuñado la introduce a la familia, el primo Libardo queda infatuado con ella, la rapta en un rito matrimonial para luego obligarla a vivir bajo su mismo techo, la familia del Animal, testigo de su cautiverio. La comunidad, amedrentada por Libardo, no intercede en favor de Amparo quien es abandonada a la vigilancia permanente. Forzada a convertirse en la mujer del Animal, Amparo tiene sin poder evitarlo una niña. ¿Podrá, por medio del amor y la templanza, detener la repetición del ciclo del que también fue víctima su madre, sobrevivir y salvar a su hija?
Detalles de la película
- Titulo Original: La mujer del animal
- Año: 2016
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
6.3
79 valoraciones en total
Hoy he descubierto a un gran director y contador de historias: Victor Gaviria. Que con La mujer del animal entra pisando fuerte en este 20 festival de Málaga. Una película que no es para todos los públicos. En ella se cuenta la historia basada en hechos reales de Margarita Gomez: la mujer del animal. Aunque en el film se ha optado por cambiarlo a Amparo (Natalia Polo) una chica de 18 años que se fuga de un internado y se va a vivir con su hermana a un barrio de chabolas de Medellín. Allí se topa con Libardo (Tito Alexander), conocido en la comunidad como El Animal. Lo demás no se puede explicar con palabras.
Con un título así no es muy difícil adivinar más o menos de lo que va a tratar el argumento. Aun así, la película sobrepasa las expectativas anteriores. La proyección comienza con un inter-título que nos indica: 1975 y Película basada en la vida real. Desde que empiezan las imágenes no hay casi tiempo para respirar. Utilizando técnicas del documental: cámara al hombro, iluminación natural… no existe jamás un plano contra plano, hay mucho plano detalle, mucho plano secuencia. La localización y los decorados son reales, no hay nada grabado en estudio, nada se falsea.
Cine directo sin censuras. Los actores protagonistas no eran profesionales, Natalia Polo es enfermera y Tito Alexander músico. Aunque los figurantes si que eran residentes de ese barro marginal. Para el espectador, el hecho de que los actores no fueran profesionales (no conocidos) hace que por un momento pienses que todo es real. Con esto quiero decir, por ejemplo, no es Mónica Bellucci en Irreversible de Gaspar Noé. Piensas, Coño es Mónica Bellucci lo que estoy viendo es una simulación. Entonces este hecho crea cierta distancia con el espectador… por ello digo que la peculiaridad de que parezcan gente de ese barrio hace que la veracidad de las duras imágenes sean aún más auténticas. Y gran parte de culpa lo tienen los actores. Están sobresalientes. Llegas a odiar tanto al personaje de Liberio que al ver entrar a Tito Alexander en la rueda de prensa te daban ganas de saltar y golpearlo, pero después abre la boca y ves que es alguien totalmente diferente, habla totalmente diferente.
Lo que quiere transmitir la película es, sin filtro alguno, una denuncia al maltrato y a la violencia de género. Busca aturdir al espectador y hacer que reaccione y se pregunte qué es lo que pasa en este mundo. ¿Por qué la violencia está ahí? en todas partes ya sea en Colombia o en España, y nosotros somos los testigos que ven al animal y no hacen nada para impedir ese maltrato. Se le pide al espectador que no sea un ser pasivo, que se denuncie el maltrato y que dejen atrás el miedo. Amparo (o Margarita Gomez) se cortó el pelo para simbolizar el abandono de su miedo y la lucha por ser libre y feliz.
El único pero que pondría a la película es su duración. Desde mi punto de vista le sobraría 20 minutos, se llega a hacer un poco larga pero jamás pierde intensidad ni ritmo.
Es un retrato de la miseria y de la crudeza en que parte de esta sociedad, que a pesar de haber pasado cuarenta años, sigue viviendo. Gaviria debe ser visto con otros ojos, no es un director cualquiera. Contextualizando los eventos relatados, la producción, locación y especialmente el hecho de que los protagonistas no tengan la formación artística para dar de sí semejante actuación tan carnal, es mucho decir. Me parece un buen trabajo, que si bien puede llegar a escandalizar por su crudeza, hay que mirarlo como lo que es, un retrato de esta sociedad que históricamente sigue siendo la misma, o por lo menos muy similar. Buen material!
Durante una entrevista que sostuve con el director Víctor Gaviria, durante el rodaje de LA MUJER DEL ANIMAL, me contaba:
Esta es una crónica de hechos que ocurrieron en 1975. No son vivencias mías, sino cosas que me contaron, como cuando hice Rodrigo D o La Vendedora de Rosas , donde los mismos muchachos me contaban sus historias. La mujer del animal es la historia de una mujer que, cuando tenía 18 años, se escapó de un internado (Las madres del Buen Pastor) donde recibían a niñas pobres y llegó al Barrio Popular (un barrio de invasión) a la casa de una hermana, y allá conoció a su cuñado, un tal Aníbal al que llamaban El animal. Este tipo se la llevó con él y así se convirtió en la mujer del animal. Con esta señora, tratamos de reconstruir la historia que me llamó la atención por su extrema violencia. Él era un personaje muy oscuro, casi demoníaco y la historia resultaba todo un reto.
En otros apartes de nuestra entrevista, Víctor aflora, una vez más, su sentimiento de repulsa contra el maltrato a las mujeres que está alcanzando, ahora, niveles espeluznantes, y que ya él, antes, había reflejado en La vendedora de rosas. Y lo que es ya una constante en el cine que hasta ahora ha hecho -y en el que, probablemente, seguirá haciendo-, son las clases de menores recursos las que más duelen al director antioqueño, pues, es la realidad que conoce mejor y donde ha podido escuchar las más dolorosas historias.
Víctor se entrega siempre con alma, vida y ‘sombrero’ a lo que hace, está siempre dispuesto a asumir los grandes riesgos que presuponen rodajes de este tipo y a enfrentar las complejidades de sus particulares escenarios, ya que sus locaciones son auténticas, ubicadas en los sectores con más carencias de Medellín, y es por esta misma razón, por la que siento que se apasiona más de lo que razona, y al final, como ocurre otra vez ahora, cae en el exceso y en la repetición excesiva de hechos, lugares comunes y palabrotas, como si no lograra convencerse de que, para que algo se comprenda, no es necesario repetirlo hasta la saciedad.
El Animal (Libardo en la película), no es matizado en absoluto y se convierte en un ser abominable desde la primera hasta la última escena, porque así fue como se lo describieron sus víctimas, con las cuales el director se entrevistó en numerosas ocasiones, sin haber podido hallar a nadie que le diera otra versión del personaje. Y como símbolo de una suerte de ser que, no es único, sino que abunda en unos amplios sectores donde se sufre carencias de todo tipo, Víctor reclama con ello, la urgencia de brindar todo tipo de ayuda, no sólo a las mujeres, sino a la población entera.
Lo que sucede en esta historia, avergüenza a cualquier ciudad, a cualquier nación y al mundo entero… ¡Y no debería repetirse nunca, nunca jamás!
Mi reconocimiento para Tito Alexander Gómez, Natalia Polo, Karen Lorena Ricardo Silva, y demás actores naturales, quienes cumplieron muy satisfactoriamente con su labor.
Tuve la oportunidad de ver este largometraje en una de las proyecciones especiales del Festival Internacional de Cine de Cali 2016. Aquí estuvieron presentes su director Víctor Gaviria (a quien también entrevisté) y la actriz Natalia Polo, dispuestos a contestar preguntas del público.
Después de un rato de escenas que dejan en claro la situación socio económica de Amparo (Natalia Polo), llega un momento en el que ella sufre un acontecimiento que marcaría su vida, causado por un hombre que encarna una de las maneras en que la corrupción moral es consecuencia inevitable del abuso del poder. Y es a partir de este momento en el que La Mujer Del Animal, literalmente, no me dejó respirar. O más bien, lo que me mostraba la pantalla no tuvo misericordia de mí: me llevó sin escalas hacia una pesadilla sin fin, hacia un tugurio del alma en donde la muerte pareciera mostrarse como una opción preferible a la de una existencia bombardeada de brutalidad.
Aquí la paz no se siente, es solo una palabra bonita. El odio que podamos llegar a sentir hacia el personaje de El Animal (uno de los más detestables en la historia del cine mundial sin exagerar, y en este caso es un halago) interpretado por un Tito Alexander Gómez en estado de gracia, es tal vez en verdad un reconocimiento que nos cueste asimilar de nuestra propia moral corrompida hacia no solo las mujeres, sino a las personas en general cuando decidimos abusar del poder.
Esta es, para el autor de estas líneas, una de las obras magnas en la historia del cine colombiano y la mejor película de Víctor Gaviria, un espejo que proyecta las oscuridades del corazón que, a fin de cuentas, no piden permiso para envolver a quien sea.
La película es un puñetazo en la boca del espectador, al narrar esta historia real y con una violencia hiperrealista donde queda palpable la miseria y como se pisotea a la mujer en esa sociedad colombiana.
El problema es doble. Por una parte que el guion es pobre y su desarrollo es claramente repetitivo.
Y por otro lado, algo en lo que nadie incide, cuesta mucho seguir los diálogos. Me gustaría que se dieran cuenta que aún siendo un idioma común, en ciertas ocasiones se deberían subtitular.