La muerte no existe y el amor tampoco
Sinopsis de la película
Emilia es una joven psiquiatra que vive en Buenos Aires con su novio. Tiene una vida estable pero no está completamente satisfecha. Ella recibe una invitación para regresar a 28 de Noviembre, su ciudad natal en la Patagonia, para esparcir las cenizas de Andrea, su mejor amiga que murió cinco años antes. Emilia detiene su vida en la ciudad y viaja para la ceremonia. El frío y la nieve del duro invierno en el sur de Argentina son el escenario de su viaje al pasado. Allí, recuerda su amistad con Andrea y la llora con su familia. En las rutas aisladas de la Patagonia, Emilia conoce a Julián, su primer amor, que recientemente se convirtió en padre.
Detalles de la película
- Titulo Original: La muerte no existe y el amor tampoco
- Año: 2019
- Duración: 81
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Opinión de la crítica
6.2
51 valoraciones en total
Así como mencioné en algunas críticas de otras películas que el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata rendían homenajes a ciertas personas, también hubo una pequeña porción del gran pastel sobre películas que tratan la superación de la muerte de personas importantes para nuestros personajes principales. Y acá es donde el nuevo film de Fernando y compañía entra en acción.
Lidiar y superar una pérdida sobre una persona que amábamos mucho es uno de los retos más difíciles del ser humano. Y es un sentimiento que uno siente cuando lo vive en carne propia, sino es muy complicado poder entender como funciona alguien cuando atraviesa ese momento tan duro. Por ende, cuando se tiene que representar en la pantalla grande o chica, también es otro desafío, pero para La muerte no existe y el amor tampoco ese reto está más que completado.
Todo se centra principalmente en la interpretación de nuestra protagonista, quien es la encargada de sacar a flote toda la historia que la rodea a ella. Los momentos dramáticos, emotivos y tristes del film se elevan mucho más con la actuación de Antonella Saldicco. Además, el trabajo que hay detrás de todas estas escenas está muy bien logrado, dando lugar a que cada momento que presenta cierta carga de emociones en específico se pueda no solo entender de manera perfecta sino que también nos pueda llegar al corazón de los espectadores.
El largometraje además maneja bastante bien el tema de los recuerdos y vínculos que se fueron formando y que vuelven a aparecer al momento de mostrar el regreso a lugares que no visitamos hace años, o que justamente nos hagan recordar a la persona que hemos perdido. También se tiene lugar al tema de los reencuentros, donde tienen relación con los vínculos perdidos o los que se refuerzan, que hable unas líneas atrás.
Y la realidad es que el mensaje del film, además de ser sumamente desgarrador, es el hecho de que nunca se podrá superar la muerte de nuestros seres queridos, sino que debemos convivir con eso, digamos o no digamos el último adiós, es parte de la vida. Quiero agregar que los diferentes escenarios de la película, principalmente de la Patagonia, ayudan mucho a darle ese toque de nostalgia y melancolía que solo se potencian aun más con la presencia del elenco, pero por sobre todo del personaje principal. Y lo mismo sucede con la banda sonora, que logra hacernos conectar más con las diversas situaciones que van apareciendo.
La muerte no existe y el amor tampoco es un film que se destaca por ser perfectamente contada desde la nostalgia y el recuerdo, que perduran para siempre y que nos dejan marcados de por vida, cumplamos o no con nuestro deber de seguir adelante.
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Las decisiones buenas o malas que tomamos en la vida, son decisivas para el transcurso de nuestra existencia, nunca llegaremos a saber si nos hubiera ido mejor de una manera o de otra, o hubiésemos sido más felices o menos si no hubiéramos tomado ese camino. Esta cuestión es la que se plantea esta sentimental película argentina.
Emilia es muy insegura, la perdida de su mejor amiga hace cinco años la causo una gran conmoción, su cambio de vida en Buenos Aires parece que no la termina de hacer feliz, ni su trabajo en el hospital, ni la vida con su novio parece que la animan. Cuando decide volver a su pueblo natal en la Patagonia para esparcir las cenizas de su amiga, vuelve a revivir lo que dejo atrás, su familia y sus amigos, y sobre todo volver a ver su exnovio…
Fernando Salem escribe el guion basándose en la novela de Romina Paula. (También actriz y directora) que se reserva el pequeño papel de la hermana de la fallecida. La protagonista casi absoluta es Antonella Saldicco que con una triste mirada, el espectador puede palpar la angustia que está sufriendo por dentro.
Una gran baza del film también son los paisajes áridos de la Patagonia, la historia de este duelo entre la fría nieve dan mucho que pensar sobre las decisiones de nuestras vidas y las supuestas falsas seguridades o inseguridades que padecemos.
Destino Arrakis.com
Miré este film en una situación particular de mi vida. Yo viví en la Patagonia y tuve que venirme a la ciudad como la protagonista de este film, y también me tocó vivir que en mi alrededor haya cambios y que el paso del tiempo haya echo estragos como también no haya echo nada con algunas cosas en el sur. Por eso creo que el director abordó la temática de la película de manera acertada, contando las situaciones de incertidumbre que muchas veces pasa una persona ante ese desarraigo que les toca vivir a quienes dejan un modo de vida por otro, y planteando que no todo es solido en cuanto a la muerte y el amor.
Es una película con mucha poética, con escenas particulares que transmiten mucha belleza y cruda realidad. El abordaje que hace el director hace que te sientas la o el protagonista. Por momentos es triste, a veces muy triste, en otras alegre. Como la vida misma.
No creo recomendarla para ver. Esta bien filmada y muestra el lado de la Patagonia crudo, el común, no el turístico que todos anhelas visitar. Igual todo depende la calidad en que uno viva el cine y la vida misma, pero la considero una gran película.
Una de esas películas intimistas que tanto gustan y han gustado desde varias décadas atrás. El problema, es el manejo de los tiempos que aquí se hace, asociado a un planteamiento de silencios excesivos con los que su director parece querer buscar la interiorización, aunque bajo mi criterio, solo consiga, cierto agotamiento en el espectador.
Bien interpretada, algunos bellos exteriores y unos protagonistas correctamente perfilados, no son suficientes para que conmueva. La narración no carece de interés, aunque yo no soy partidario de permitir que el director deje en nuestras manos, rellenar los huecos que faltan.
Yo veo, interpreto, pero hace falta mayor sustancia en la narrativa para que se conduzca con pulso firme hacia su destino.
Esperanza y desencanto en la contundente afirmación que da título a esta película, nada menos que la negación de los dos grandes hechos de la existencia. Emilia vuelve a su pueblo años después del fallecimiento de su mejor amiga, Andrea, para acompañar a su familia al esparcimiento de sus cenizas y así cerrar un ciclo. Esta es la historia de una vuelta al pasado y un reencuentro con el dolor. De volver a atrás, para poder mirar hacia adelante. De la presencia de los ausentes y la ausencia de los presentes.
Un duelo no resuelto emerge como punto de partida y principal hilo argumental. La historia nos sumerge en el clima emocional de la pérdida, el de la tristeza y el desasosiego, reflejado en la emocionalidad contenida de los ojos de Emilia, siempre a punto de romper a llorar, pero de los que no brota más que una tímida lágrima. Pero también patente en el poco compasivo clima de la Patagonia, el frío y la nieve son otro personaje más (o quizás el reflejo de todos los personajes), captado de forma que casi puedes llegar a sentirlo desde otro lado de la pantalla. Pero en ese pueblo, en la que fue la casa de Andrea, el las vidas de quienes conviven con el dolor de la pérdida, hace más frío dentro que fuera. Especial mención se merece el recurso de personificar a la fallecida. No es su ausencia lo que la historia quiere mostrarnos, si no su presencia a pesar de la muerte. Y así cobra protagonismo esta presencia fantasmagórica, o más bien ese vínculo que nada puede llevarse, ese deseo de abrazar y calmar a quien sufrió (quizás aquello que no se hizo), esa necesidad de encontrar su mano en mitad de la noche.
Pero no todo es duelo en esta película, o más bien, no un solo duelo. Cuando Emilia vuelve a su pueblo tras un periodo de tiempo en el que podría decirse que ha hecho su vida, tendrá que afrontar otras pérdidas, las de las vidas que ya no tendrá (condensadas en el reencuentro con su primer amor), la de la seguridad en la vida que tiene. Nada más llegar a la que un día fue casi su casa, Úrsula (la que probablemente sea el personaje más auténtico, la única que está viviendo una vida real con sus risas y su llanto, la que a base de permitirse contactar con el dolor no se ha quedado congelada). Le preguntará a Emilia ¿eres feliz? y aunque la respuesta afirmativa brota de forma casi automática (como el bien que sigue a un ¿qué tal? En un encuentro casual) sabemos que esta pregunta sigue resonando en la cabeza de Emilia hasta el final de la película.
Las preguntas inundan la narración, las que se formulan y las que no (de esto hablaré en spoiler), están presentes incluso en la única canción que interrumpe el cortante silencio que atraviesa el film. Preguntas que a veces se responden con otras preguntas (mientras no paran de preguntarle si está enamorada ella contesta pero eso se pasa ¿no?). La mirada en primer plano de Emilia no es sólo la mirada de la tristeza sino también de la inseguridad, de la duda. Y en medio de todo esto, algunas certezas como que las relaciones, (cuando no acaban) siempre acaban mal, alguno de los dos muere (referido a las relaciones paternofiliales pero aplicable a cualquier otro vínculo), o que la muerte no existe, y el amor tampoco.