La montaña mágica
Sinopsis de la película
Adaptación de la novela homónima (1924) de Thomas Mann. En 1907, Hans Castorp, un joven alemán de la alta burguesía de Hamburgo, visita a su primo Joachim Ziemssen, que está hospitalizado en un sanatorio de Davos. Fascinado por la morbosidad del lugar y su galería de enfermedades pintorescas, prolonga su estancia hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Detalles de la película
- Titulo Original: Der Zauberberg
- Año: 1982
- Duración: 153
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Recién graduado como ingeniero naval, Hans Castorp, ha decidido emprender un viaje en tren desde Hamburgo hasta los Alpes suizos, para visitar a su primo Joachim Ziemssen, el cual está tratándose una tuberculosis en el Sanatorio Internacional Berghof de Davos. Pero, lo que estaba presupuestado para una visita de tres semanas, va a convertirse en una larga estancia, pues, como advierte Ziemssen, es ese un lugar donde se vive con un sentido del tiempo muy diferente al habitual.
Desde el principio -cuando Castorp es instalado en la habitación 34 donde una mujer falleciera recientemente-, sexo, muerte y espiritualidad, van a tener un lugar de gran trascendencia entre los muchos sucesos que veremos transcurrir. Esto quiere decir que por aquí se percibirá el pensamiento de Freud, Schopenhauer, Nietzsche, Goethe… figuras literarias que influyeron sensiblemente en el pensamiento de Thomas Mann (1875-1955), escritor que ya se había hecho a una gran notoriedad con Los Buddenbrook, Tristán y Muerte en Venecia, entre otras obras, y que con La montaña Mágica (1924), alcanzaba la cumbre que lo haría merecedor del Premio Nobel de Literatura, en 1929.
Llevar a la pantalla, <>, no fue para nada un trabajo simple, sobre todo porque es una novela donde su mayor peso se asienta en los intensos debates de índole moral, filosófica, religiosa y política, que se dan entre sus principales personajes y son, estas elucubraciones, las que dejarán ajustadamente explicados sus posteriores comportamientos. En la adaptación cinematográfica, el director se ve abocado a privilegiar la imagen por encima del discurso y esto limita en forma notable la comprensión de algunas personalidades. Por otra parte, en aras de dar un toque novedoso y dinámico que motive a ver la nueva propuesta, se hacen algunos cambios que, para quienes han tenido el privilegio de leer la novela, no suelen resultar de fácil aceptación.
Hans W. Geissendörfer, es un director y guionista bastante capacitado para emprender la tarea de adaptar a Mann, y además de haber contado con un alto presupuesto que le permitió un diseño de producción admirable, pudo hacerse con un equipo técnico del más alto profesionalismo y con un reparto internacional de primera línea. El resultado fue un filme de, 323 minutos, que se pasó por televisión en tres episodios de poco más de hora y media, con una mediana aceptación por parte de un público que, en su mayoría, no había leído la extensa obra de Thomas Mann y que, quizás, encontró la película demasiado delirante y compleja.
¿Y es esto cierto? En cierta forma sí, porque hay aquí personajes bastante extrovertidos y toda la trama funciona como una metáfora de la decadente burguesía europea de las primeras décadas del siglo XX. La manipulación, el fanatismo, la apariencia, las carencias afectivas y otros rasgos muy característicos de aquella clase social, se van deshilvanando en situaciones de los más variados tonos, dándonos la idea de que es una suerte de hospital medio desquiciado lo que, en definitiva, tenemos como continente y como sociedad.
Para, Hans Castorp (alter ego de Thomas Mann, quien viviera una experiencia semejante cuando visitó a su esposa Katia Pringsheim durante su estadía en un hospital, aunque él se negó a quedarse ante la petición de que lo hiciera), el sanatorio no solo le ofrece una sociedad en micro perfectamente delineada, sino que también pone a su alcance el amor por una bella extranjera… le da la ocasión de experimentar una sólida amistad con su primo Ziemssen… también una atracción prohibida por Pribislav Hippe (recuerdo de la real relación de Mann con Williram Timple) el joven a quien pide en préstamo un lápiz… y hasta le dará la oportunidad de exponer sus progresistas argumentos sobre la relación mente-cuerpo y enfermedad-toma de conciencia, en contraposición a la predominante y estrecha medicina alopática.
El filme adolece de algunos excesos, quizás le sobren unas cuantas situaciones, pero, en general puede sentirse como una atractiva experiencia que motiva, sin duda, necesarias reflexiones, deja bien plasmado un período histórico, y además tiene una impecable banda sonora y unas actuaciones de Marie France Pissier (Clawdia Chauchat), Hans Christian Blech (el director Behrens), Flavio Bucci (Dr. Ludovico Settembrini) y otros tantos, bien, pero bien dignos de recordar.