La linterna roja
Sinopsis de la película
China, años veinte. Tras la muerte de su padre, la joven de 19 años Songlian se ve forzada a casarse con Chen Zouqian, el señor de una poderosa familia. Él es un hombre de cincuenta años y tiene ya tres esposas, cada una de las cuales vive en una casa independiente dentro de un gran castillo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Da hong Deng long Gao gao Gua (Raise the Red Lantern)
- Año: 1991
- Duración: 125
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Opinión de la crítica
Película
8
89 valoraciones en total
Si hay algo que me encanta en Yimou, es que refleja el universo femenino con honda y desgarradora intensidad y sensibilidad. Plenamente consciente de las enormes trabas y de las injusticias en las que muchísimas mujeres de su país viven (y, por extensión, las de cualquier parte del mundo), se erige en brillante narrador que ofrece un respetuoso, duro y en ocasiones estremecedor testimonio de las cadenas impuestas por la sociedad y por unas anquilosadas tradiciones.
Yimou suele decantarse (al menos en lo que llevo visto de él: La casa de las dagas voladoras , La maldición de la flor dorada , El camino a casa , La linterna roja ) por protagonistas femeninas, tan llenas de vida que nadie puede eclipsarlas. A veces se trata de avezadas guerreras, otras veces son sencillas amas de casa, o jóvenes cultas y acomodadas destinadas a hacer matrimonios de conveniencia. Las aborda en distintas épocas y en muy distintas circunstancias, y siempre logra llegarnos al corazón (al menos al de una servidora). Salvo algún tropiezo (como en el caso de La maldición de la flor dorada , que me daba la sensación de tener mucho envoltorio pero poco fondo), Yimou siempre consigue conmoverme hasta la médula.
En este caso, la trama se desarrolla a principios del pasado siglo y la protagonista es una joven de buena familia que ha recibido educación académica (algo bastante inusual), pero cuyo destino está ya marcado. La prematura muerte de su padre no hace sino acelerar el proceso por el cual la joven Songlian se ve obligada a casarse por conveniencia, porque ¿qué otra salida le quedaba?
Así, Songlian pasa a ser una más de las esposas de un rico señor que tiene lo que denominaríamos un harén.
Enclaustrada en una vida vacía entre esas opresivas paredes, toda su vida pasa a depender de que se enciendan o no las linternas rojas que hay en su casa. Cuando se encienden las linternas rojas en la casa de alguna de las esposas, significa que el señor las va a favorecer con su visita.
Esas linternas tienen una gran simbología en la película. Simbolizan la esclavitud de las mujeres, cuya honorabilidad y respetabilidad quedan subordinadas a la llama que reluce o que permanece apagada. Como es de suponer, la presión por ser la principal favorecida por el señor provoca una enconada competencia entre las esposas, amargos celos y solapados odios. Todo va derivando en una espiral asfixiante y deprimente que elimina paso a paso cualquier brizna de optimismo o de alegría, que arranca la esperanza, que deshumaniza y que desposee de alma, que vacía el corazón y adormece la conciencia.
Una atmósfera cruel y malsana que sólo puede derivar en sufrimiento, maquiavélicas maquinaciones y funestas consecuencias.
Sigo en el spoiler.
Las películas que hasta el momento había visto de Yimou me habían mostrado a un director bienintencionado, que se recreaba en el candor y la nobleza de sus personajes, y muy preocupado por lo ornamental. Tras ver Semilla de Crisantemo y La Linterna Roja se ha evaporado esa idea. Ahora veo a Yimou como un dirtector de miras y dotes más amplias, un realizador todoterreno en cuanto a trasfondos y contenidos, y eso que aún me falta por ver gran parte de su filmografía.
En estas dos películas sigue siendo un aspecto crucial el visual, sensual, pero la dimensión dramática y la profundidad de sus personajes está amplificada, es más honda y comprometida. Yimou pone en entredicho los convencionalismos y la situación social de su país desde el retrato de épocas pasadas. Mete la idea en la cabeza del compatriota sin echar nada en cara, el análisis y la extrapolación a la situación actual son labores del espectador.
El retrato que Yimou ofrece de cada uno de los personajes es fabuloso.
Visualmente La Linterna Roja es todo un puntilloso trabajo. Yimou recrea y pinta el micromundo que se ha sacado de la manga hasta el más mínimo detalle, cosa que podríamos decir asimismo en el plano psicológico y social. Aparte de que encuadres y perspectivas sean magníficas, aparte de lo espléndido y elaborado de los decorados, a mí me ha gustado especialmente el contraste entre el mundo de arriba y el mundo de abajo. Me refiero a esas escenas en los tejados de la casa. Tale escenas son increíblemente
bellas.
Es sorprendente como se puede decir tanto con tan poco. Esta es una de esas películas en la que se ve claramente que no hace falta una gran aparatosidad, ni un guión con mucha trama y con diálogos profundos, ni muchos espacios para desarrollar la trama, ni muchos recursos en general para hacer cine del bueno. Aquí con un único espacio, un palacio, (eso si, compuesto de otros, entre alcobas, comedores, patios…) poquísimos personajes y una trama mínima el bueno de Zimou da toda una lección de cine (Aquí esta afirmación, tipiquísima y mal empleada en un sinfín de ocasiones tiene, de verdad, todo el sentido del mundo). Es paradójico como el propio Zimou parece haber olvidado actualmente su propia cinematografía y su propia idiosincrasia en sus recientes y espectaculares títulos que se han estrenado en los últimos años.
Este drama intimista, casi minimalista, relata la historia de la joven Songlian, que a principios de siglo, tras la muerte de su padre, ve truncada su carrera universitaria y se ve obligada a contraer matrimonio con un poderoso señor, Chen Zouqian, que tiene ya tres mujeres. A partir de ese momento La cuarta esposa, prácticamente su nuevo nombre, deberá aprender a convivir con sus otras hermanas y su marido en el palacio de éste, en el seno de una familia regida por unas fuertes tradiciones. Las envidias y rencores entre hermanas se sucederán en el intento ser la preferida del señor en este film que pone en evidencia lo retrógradas, injustas, machistas, mezquinas… que eran las tradiciones familiares en la china de principios de siglo (¿Sólo la de principios de siglo?). En la familia Zouqian son más importantes las linternas rojas que indican con quien pasará la noche el señor que las propias esposas.
El estilo de Zimou es impecablemente minucioso. Por su austeridad y poca artificiosidad puede llegar a pasar desapercibido, pero nada más lejos de la realidad. La manera con que el cineasta utiliza los elementos cinematográficos es casi sublime. Los encuadres son a parte de bellos irreprochables, siempre remarcando el poder que el espacio ejerce sobre las esposas (particularmente sobre Gong Li). Zimou deja siempre al marido a parte, o bien encuadrándolo en plano muy general o directamente dejándolo fuera de campo, nunca le vemos la cara. No nos importa este personaje (que por otra parte es el principal causante de la desgracia de sus esposas). El atrezzo también está impecablemente utilizado, en especial esas linternas, tan importantes para las esposas, lo diferente que es el hecho de que se hallen o no en la alcoba, de que estén encendidas o tapadas… El sonido también, como el del masaje de los pies, tan deseado en su ausencia o disfrutado cuando toca, asimismo el color rojo de las linternas, que lo domina todo, incomoda, se desea, o el fuera de campo, en esas escenas donde se intuye más que se muestra, siempre con una honestidad irreprochable… En fin, aquí sí, una lección de cine.
Después de la Revolución Cultural de Mao Zedong (1966-1976), en una época en la que China debatía cuál era su lugar en el mundo, un gran porcentaje de los directores que formaban parte de la denominada quinta generación se graduaron en la famosa Academia de Cine de Pekín en 1982. Entre ellos estaba Yimou.
Dicho director fue el máximo exponente de una hornada de talentos que popularizó el cine chino más allá de su extendido territorio, dando al mundo algunas de las mejores películas de los años 80. Las obras de los directores de la quinta generación abarcaban infinidad de temas y estilos.
La linterna roja, el filme cumbre de Yimou, es un fantástico drama dotado de una fría belleza, donde hace visible su interés por la mujer, y denuncia la represión que había tenido que soportar en los últimos tiempos de la China feudal, mediante una sencilla historia sobre el sexo y la envidia.
La espléndida fotografía de colores primarios –dominado por un exuberante color rojo que servía para contrastar con otras tonalidades–, sus encuadres milimétricamente simétricos, y sus planos fijos, conforman los rasgos principales de esta genial obra, una de las más bellas de los años 90.
Zhang Yimou haciendo películas de cultura y tradición china es un número uno evidente del séptimo arte, igual que Akira Kirosawa lo es en filmaciones de historias japonesas, Alfred Hitchcock en cine de suspense o Charlie Chaplin en cine mudo y de humor.
Lo cierto es que Zhang Yimou, genial maestro del cine, cada vez que nos da a contemplar una de sus obras maestras, que lo son casi todas sus películas, nos deja encantados ante tanta belleza pero también apesadumbrados ante tanta tristeza como rezuman sus historias.
La linterna roja explica bellísimamente la historia de mujeres aprisionadas y compitiendo entre sí en una jaula de oro. Una profunda reflexión de como los seres humanos nos encarcelamos voluntariamente por seguridad (un concepto que no existe realmente por más que los busquemos en todo el universo), vendiendo nuestra preciosa libertad de ir y venir, de ser dueños de nuestros propios actos y movimientos a cambio de la seguridad ficticia que da la institución matrimonial, la comida que ahí se obtiene, la casa, la cama y alguna que otra comodidad más. ¡Es increible pero es así y a todos prácticamente les ocurre los mismo! Dicha compra-venta suele salir muy cara, demasiado cara, primordialmente para quien se vende (su vida y libertad) por tan poca cosa intrascendente.
En mitad del film hay un poema cantado por un niño ante su padre y dueño de la gran casa amurallada, que resume toda la filosofía latente en esta película:
¡Cuán felices bailan y cantan en el cielo!,
las flores silvestres y los árboles del bosque son libres.
Me muero de pena encerrado en esta jaula dorada.
Dejadme volver al bosque y cantar canciones,
cantar canciones de libertad.
Fej Delvahe