La huella del crimen: El caso del cadáver descuartizado (TV)
Sinopsis de la película
El 1 de mayo de 1929, en la madrileña estación de Atocha aparece un cajón de madera facturado en Barcelona a principios de diciembre del año anterior. En su interior se encuentra el cadáver descuartizado de Pablo Casado, industrial afincado en Barcelona que, aunque tenía novia, solía frecuentar los lugares de ambiente homosexual. Quinto episodio de la serie La huella del crimen , producida por Pedro Costa Muste para TVE en 1985 y compuesta de seis episodios independientes entre sí. En 1991 se amplió con cinco episodios más y una película: Amantes de Vicente Aranda.
Detalles de la película
- Titulo Original: La huella del crimen: El caso del cadáver descuartizado (TV)
- Año: 1985
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
5.9
74 valoraciones en total
Quinto capítulo de esta magnífica serie en la que se abordan oscuros asesinatos de la España de inicios del siglo XX.
Aunque es cierto que a medida que sus capítulos avanzan la serie pierde fuerza e intensidad, en nada resta su importante valor documental cuyo aporte dignifica doblemente el esfuerzo de sus diferentes directores en recrear una sociedad retrógada y decadente.
Ricardo Franco nos ofrece una reflexión de una España en continua guerra contra la homosexualidad, incapaz de superar el lastre de una sociedad machista. Este reflejo es una constante en La huella del crimen y me hace plantearme una cuestión que hoy día, en pleno siglo XXI, debería ser utópica pero que desgraciadamente no lo es:
La religión sigue siendo un poder fáctico capaz de alterar decisiones políticas y decidir en vidas humanas….
Acordarse de una época alegre, un escenario inaudito. Me imagino los rostros de horror de la gente que veía como iban para atrás, succionados, primero a un baúl y luego al olvido, lo poco de Europa que había en España, estraperlado a la maldita iglesia cristiana, católica, apostólica y romana.
En aquellos cafés se respiraba alguna modernidad. Alguna, no mucha, entre porras y churros, entre carajillos y orujos.
Algún dandy entraba con su traje blanco impoluto su pelo negro azabache engominado hacia atrás, prometiendo a las muchachas una hacienda en Puerto Rico, una comandancia en una Cuba, al parecer, aún no extraviada, un negocio de textiles en Manila. Presumiendo, el caballero, de ser español, que es lo más grande que uno puede ser. Y de lo caricaturesco del criollo foráneo, que se pasea por un Madrid ya franquista, igual a como se paseó su padre en el reinado de Alfonso XII. Ahí reside la cosa.
Y maricones de los alegres 20´s, en Barcelona, con bigotito fumando impunemente en las esquinas de sus portales, con un clavel en la solapa mientras esperan ser recogidos por un hispanosuizo, y luego van a mansiones de cristal, decoradas con muebles, sino de caoba, de samanguila o de sapele de nuestro cachito de Guinea.
Ver el abrigo de Echanove en esa Barcelona de este episodio me transportó a ese pasado, que parece que nunca existió, ese pasado de segunda república tan olvidado, tan poco señalado para mí y creo que para muchas generaciones. Hubo una guerra civil, y se proyectó sobre la Historia con una sombra demasiado alargada, donde lo más antiguo que lo de Franco, casi llega a los retratos de Varela, Perez Galdós o Regentazos, sin dejar rastro de unos primeros 30 años del siglo XX, casi huérfanos de documentos de 3 décadas donde había algo más que Valle-Inclán en primera persona. Y ver el contexto de los Dalí, Buñuel y Lorca, antes de viajes a Parises y nuevayores, de esa España de primeros cines, siempre teatros, relojes y otras maravillosas cosas pequeñas de metal bruñido.
Recomiendo por ello Jarabo y esta El crimen del cuerpo descuartizado . Todo aderezado por la 4º sinfonía de Brahms. Un deleite para los sentidos y la curiosidad histórica.
No tiene mucho interés esta película más allá de comprobar que Echanove también fue jóven. No engancha en ningún momento y se torna un tanto aburrida.
La serie la recuerdo de mi infancia como algo realmente impactante, yo creo que fue de lo primero para adultos que pude ver y me dejo anodadado.
El caso es que poco a poco las estoy viendo ahora, bastante más talludito y, compruebo, que si eran impactantes es porque eran buenas películas. Yo entonces no sabía que las firmaban directores como Vicente Aranda, Bardem y compañía, tampoco sabía quiénes eran.
Pero el caso es que esta película (de la que no guardaba recuerdo, por algo será) no está ni mucho menos a la altura de las otras dos que he visto de nuevo: la del Capitán Aranda y sobre todo, de Jarabo, buenísima, con un impresionante Sancho Gracia.
Habrá que ir viendo el resto para ver qué camino toman.