La higuera de los bastardos
Sinopsis de la película
La historia de un falangista reconvertido a ermitaño que queda atrapado al cuidado de una higuera después de sentir la mirada de odio de un niño de diez años, hijo de una de sus víctimas, que despierta en él la certeza de que cuando crezca, lo matará.
Detalles de la película
- Titulo Original: La higuera de los bastardos
- Año: 2017
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
5.2
67 valoraciones en total
La higuera de los bastardos contiene humor surrealista, tensión narrativa, enormes interpretaciones (por no destacar a los de siempre, subrayaré el trabajo de Pepa Aniorte), una fotogafía preciosa bajo la lluvia… Quien goce del esperpento está de suerte: no os la perdáis.
La Higuera de los Bastardos de Ana Murugarren tiene desde el principio una atmósfera de cuento cruel para pasar por un género tan nuestro como el esperpento y retomar, como en una montaña rusa, al cuento siniestro. La historia es un paseo por la Guerra Civil y sus años posteriores donde no se nos ahorra la crudeza de la represión ni la mezquindad de los personajes. Como en todas las situaciones de conflicto, la guerra española fue el caldo de cultivo para que afloraran lo mejor y lo peor de los sentimientos humanos.
En La Higuera de los Bastardos, la mayoría de los personajes tienen su parte oscura bien a la vista. Sin embargo, y esto es uno de los mayores logros de la cinta, no generan un rechazo total en el espectador. No son malvados de TBO, planos y maniqueos. Quien asiste a sus miserias llega a entenderlos dentro de su oscuridad.
En el Getxo de 1938 Rogelio (Karra Elejalde), un falangista irredento asesina a un maestro republicano y a su hijo mayor. La mirada del hijo pequeño de la víctima causará una reacción inusitada en él. Como si de repente descubriera la inutilidad de todos los conflictos al quedar convencido de que el niño de diez años lo asesinará de mayor para vengar a su padre y hermano. Cegado por esta idea descubre que el niño ha plantado una higuera en el lugar donde han sido enterrados sus familiares. Conminada por la mirada muda del niño Rogelio se toma como una promesa el cuidar de la higuera.
Tomado por un loco primero y luego por un visionario religioso el personaje de Karra Elejalde verá pasar ante sus ojos las primeras décadas de la dictadura franquista sin moverse de higuera. Asistiendo al desencanto de muchos falangistas y su eterna revolución pendiente hasta llegar al desarrollismo económico de los 60 con los tecnócratas del Opus.
Los actores consiguen dar carne a unos personajes con los que sería fácil caer en la interpretación impostada. Los biotipos políticos y humanos están perfectamente encarnados por ellos. El falangista que cree ciegamente en la Nueva España para desencantarse lentamente (Elejalde), el soplón Ermi que hace de su cinismo su forma de vida (un soberbio Carlos Areces), el pícaro que ve de la nueva situación política un lugar donde medrar (Jordi Sánchez) y el niño bien jugando a soldado, cruel y discrecional en sus decisiones (Mikel Losada).
Es Losada el más forzado de los actores. Su intento por hacer despreciable su personaje le hace ser en puntos de la película muy exagerado. Entre tanto hombre destaca una Pepa Aniorte en estado de gracia. Su Cipriana es una rara avis en este universo masculino cruel. Una mujer religiosa sin estridencias y que ve desde una distancia irónica y cínica lo que sucede ante sus ojos. La habilidad de Aniorte para colocar las frases en el punto adecuado es uno de los disfrutes de la película.
Junto a los actores, como uno más, está el paisaje del norte al que la directora ha convertido en un protagonista mudo de la historia. Este muestra lo peor de sí mismo (la oscuridad, el frío, la lluvia interminable) y lo mejor cuando la cinta evoluciona por sus tonos de cuento macabro a astracanada y viceversa. Con el oscuro paisaje ocurre como con los protagonistas de la historia. Aun sabiendo lo poco agradables que resultan a priori, es inevitable no sentir interés y, en algunos casos, hasta fascinación.
Una película que gustará a los que no soportan las películas españolas sobre nuestra guerra y a aquellos que quieran dejarse llevar por los relatos con un punto de oscuridad atractiva. Como Tim Burton hubiese descubierto Simón del desierto.
Escrito por David González
https://cinemagavia.es/higuera-de-los-bastardos-pelicula-critica/
Simbología obvia y gruesa para una duración estrepitosa teniendo en cuenta lo (no) contado.
Si digamos que hay un prólogo, un desarrollo y un final, podríamos quitar la mitad (todo lo gordo) y nos quedaría el inicio (mucho más reducido mejor, para qué tanto insistir en lo mismo, en las bellaquerías de los truhanes de telenovela barata) y el seco final (más un epílogo minúsculo). El resto es morralla, repetición, personajes de cartón piedra, malos de opereta y cuchufleta, maniqueísmo y una superficialidad en la que es imposible entrar a buscar cualquier tipo de información, imaginación o gracia. Minutos eternos de situaciones insostenibles, reiterativas, absurdas en su vacío y nulo interés.
Guecho. Los nacionales malos matan a los rojos buenos (se supone, ¿o no?). Vamos bien. Todo en orden. Como (casi) siempre en estos casos cinematográfico españoles. Hay una mirada. Una culpa. Una paranoia. Y una higuera.
¿Redimirá sus pecados asesinos el falangista felón? ¿La higuera será el lugar de penitencia del malandrín o de peregrinación de todas las muchedumbres necesitadas de luz? ¿La higuera molestará a los que del pasado ya nada malo quieren recordar?
Cuantas más veces la veo, más me gusta, y la he visto ya tres veces. El arranque de la película con el coche de los falangistas, a vista de pájaro, acompañado por la música, excelente de Adrian García de los Ojos, y Aitzol Sarachaga, y fotografía de Josu Inchaustegui, escena que culmina en el caserío de los Urbieta, permite intuir la buena película que vamos a ver.
La película se mueve entre el drama y la comedia negra, pero fusionando ambos, de modo que tras una primera parte, esencialmente dramática da paso a una comedia, en la cual, es inevitable reir, con la pareja de Karra, y Pepa Aniorte, con tintes esperpénticos, y fantásticos, pero sin abandonar el drama, siempre presente. Creo es un mérito de la dirección, la confusión de ambos géneros, la mezcla hasta en la escena última de la película porque por debajo, de la fábula, comedia, esperpento, no se olvida en ningún momento, que el ermitaño, está ahí, por la madre del cordero, la higuera, y lo que la misma esconde, y la muerte violenta, es sin duda la mayor de las tragedias.
La película basada en la novela de Ramiro Pinilla, premio Nacional de Narrativa, cuenta la historia de un falangista, que obsesionado por la mirada de odio de un niño, hijo y hermano de las victimas, que Karra ha asesinado, se convierte en ermitaño, al cuidado de la higuera, que planta, el chico, y bajo la que yacen los cuerpos enterrados, de su padre, y hermano, no decepciona, gusta, y mucho, Ana Murugarren consigue lo imposible, hacer una película con una visión de la guerra diferente, contada desde el punto de vista, de los vencedores, pero con un tacto exquisito, humaniza al falangista, con el personaje de Rogelio, interpretado magistralmente por Karra Elejalde, de tal manera, que al final si hay una moraleja, es la inexistencia de vencedores, y vencidos, y la sin razón, no creo que sea una fábula sobre la culpa, no tengo claro, si Karra, se queda en la higuera, por culpa, remordimiento, para evitar su propia muerte, por admiración hacia la valentía del vencido, para resarcirle de su pérdida, que aunque inevitable, enmarcada dentro de la purgación del mal, (por eso digo que no hay un arrepentimiento del propio acto), no deja de ser una pérdida, dolorosa para la otra parte en el conflicto, o lo que más creo, para dignificar la memoria de los muertos. En esa humanización del personaje se comprende, el acercamiento al niño, y el cumplimiento de la condición.
Brillante dirección, buenos actores, tanto principales, como secundarios, me gusta especialmente Pepa Aniorte, todo un descubrimiento para la comedia, los mejores momentos de la película son sin duda, la pareja de Karra, y Pepa, y la de Karra y Areces. Destacada la interpretación de Mikel Losada, y de Andrés Herrera, así como Ylenia Baglietto, y de todos los demás (Azucena Trincado, la cuadrilla, Jordi Sánchez, Enriqueta Vega, Quique Gago, Alen López, Ramón Barea, June, Pinilla, etc), incluidos figurantes, entre quienes me incluyo, porque se partió de un casting impecable. También está muy bien el niño, Marcos Balgañon Santamaría desprende una ternura, y una fuerza en la mirada, a iguales partes, reseñar la bajada de pestañas, que parece decir riega, que remueve la conciencia, y nos obliga a hacer memoria.
María Luisa Santamaría Esnaola
Floja cinta que no engancha y que no dice nada. Intrascendencia, vacío. La fotografía y la cámara no son malas. El ritmo tampoco. Pero no hay emoción. Los actores, incluso Karra, parecen poco naturales, como encorsetados. Da la impresión de que ni ellos se creen la película. Quizá lo peor que puedo decir de ella es que al magnífico Pinila no le hubiera gustado la adaptación de esta su obra al cine.
Se cuenta deslavazadamente, sin emoción. Solo una serie de clichés descaradamente maniqueos ya muy superados por el cine español hace décadas.
Se sale del cine y al cuarto de hora ya no se acuerda uno de la película.
El chaval que supongo debería ser eje del proyecto para mí está mal elegido, debería tener una mirada mucho más interesante.
Puede uno dormir a gusto sin riesgo a perderse mucho. La película da para ello.
Mal.