La guerra de los botones
Sinopsis de la película
Mientras tiene lugar la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), otra contienda se libra en un rincon del campo francés: dos bandas de chicos de dos aldeas próximas luchan por el dominio de su territorio. En una de esas batallas, Lebrac, un chico de trece años, conflictivo pero de gran corazón, tiene una idea brillante: arrancar los botones de la ropa de los prisioneros para que vuelvan a sus casas vencidos y humillados. Remake de un film de mismo título del año 1962.
Detalles de la película
- Titulo Original: La nouvelle guerre des boutons aka
- Año: 2011
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
6.2
66 valoraciones en total
Película familiar, sensiblera, poco atrevida, nada profunda, que apenas araña un retazo complicado como el de la segunda guerra mundial y la persecución de los judios, basando la película en un simple juego de niños, transformándola más en una cinta para los pequeños de la casa, que en una denuncia social, que apenas aparece, pese a lo agrio del tema de transfondo.
Como ya ocurriera en El niño del Pijama de Rayas o La Vida es Bella, ver el conflicto de la mano de un niño, puede ayudar a disimular y dificultar la dureza, los ojos inocentes esconden la crudeza, pero la muestran y enseñan sobre ella, no es el caso, aquí el conflicto apenas aparece, todo es dulcificación, la guerra es una trama secundaria y la principal es el juego de los niños a la guerra cuyo botín son los botones de camisas y pantalones de los integrantes del otro bando, de ahí el nombre de la película.
Toneladas de almíbar, eso es lo que encontrará en una película muy apta para ver en familia pero sin el mayor interés narrativo, con una puesta en escena acartonada, una trama que no avanza porque tampoco da para mucho más (es un juego entre niños tampoco se puede esperar mucho más) y dónde las tramas secundarias (la resistencia de la izquierda francesa al dominio nazi, la persecución contra una niña judía, o la historia de amor entre el profesor y una vieja ‘amiga’ que llega al pueblo, están absolutamente desaprovechadas en función de dosificar más azúcar y estereotipar los momentos no vaya a ser que alguien se sienta molesto. El resultado final es algo bastante artificial, aunque al fin y al cabo bastante agradable e incluso entretenido, aceptable si no se le quiere exigir más a una película, ideal si la quiere ver con su hijo sin necesidad de que usted se aburra.
En el plano técnico cuenta con una bastante aceptable fotografía, aunque en realidad los paisajes resultan demasiado bucólicos, sacados de una postal impresionista, poco originales pero bellos al fin y al cabo.
Y como no también cuenta con el personaje encantador y dicharachero de poca edad que pone la nota de humor (otro topicazo) y que es la portada del cartel de la película pese a que su relevancia en la trama es nula y su personaje es de bufón dentro del grupo.
En fin, de escasa veracidad histórica y sin ninguna intención de análisis la película no tiene otra intención que la de entretener, enternecer al público con diversas escenas (los niños nunca fallan y ablandar un poco el corazón… No es mucho, pero al menos pasará un buen rato.
Una tierna historia, donde los niños vuelven a ser los protagonistas absolutos, con el telón de fondo del nazismo y sus devastadoras consecuencias. Los adultos no sólo sobran, sino que estorban, pues determinadas subtramas como la del profesor con el personaje encarnado por Casta son bastante huecas y como metidas con calzador, para que los mayores tengan algo que decir. No sé por qué.
De los niños, me quedo con el jefe de la pandilla (ya un pollito) y me gustó mucho menos precisamente el que se quiere resaltar en la peli como el pizpireto y graciosillo del grupo, el más pequeño. Lo encontré bastante excesivo. Por cierto el doblaje al español, penoso, la mitad de las frases no encajan.
Sin demasiada trascendencia, película amable y sin sorpresas.
No deja de ser curioso y paradójico que todo poder, más o menos opresor e intolerante, quiera suprimir la historia.
Y así es. Sistemáticamente nos dan a entender que la resistencia franscesa contra el nazismo era algo común, usual, frecuente, cotidiano y que implicaba a todo buen vecino francés e incluso, de alguna manera, a todo honrado ciudadano del mundo entero. Esta película es otro ejemplo de ello. Y claramente no fue así. La resistencia fue algo, esporádico, puntual y enteramente ocasional, completamente aislado. O, por lo menos, hasta muy avanzada la partida y pronosticado ya el ocaso del III Reich. Lo que sí fue generalizado fueron el colaboracionismo, el sometimiento y la obediencia, en una palabra, la capitulación. Los alemanes invadieron y ocuparon Francia sin pegar un tiro. Bueno, Francia y toda Europa Occidental. Punto.
No estoy diciendo que yo hubiera sido un héroe y que hubiera hecho lo que nadie hacía. No es fácil aventurar y exponer la vida afrontando a un enemigo superior en medios, recursos y militarmente. Pero creo que sí soy capaz, por lo menos, de reconocer las cosas, simple y abiertamente. Creo que esa es la manera de recuperar la dignidad, la única manera de hacerlo.
Pues parece que muy pocos lo creen así y prosigue el empeño -como si ello pudiera hacerlo realidad- de producir folletos del ¿heroismo francés?
En fin. Ni los niños se libran. Esta película se ha visto contagiada -una vez más- de esta epidemia, muy común por lo demás. Y es una pena, ya que sin esta infección hubiera transcurrido mucho mejor. Los niños, con sus aventuras, te hacen creerlo. Fueron ellos los que me hicieron pasar un buen rato, pero esas malditas incursiones del ¿heroismo? destruyeron la magia. En fin, la suma desvirtúa el resultado, uno de los sumandos lo deforma.
Y, si de verdad interesa nunca está mal, en efecto, revisar las cosas con honestidad y, aunque no guste -¿por qué será?-, analizar y buscar cuál fue la nación que enfrentó al nazismo y selló su desenlace.
84/12(12/04/12) Fallido intento de recuperar el espíritu aventurero-infantil de la popular novela homónima de Louis Pergaud. El guionista y realizador pretende darle más profundidad al enmarcarla en la Francia colaboracionista con los nazis, en el libro la acción acaece a principio de los 60, este giro anhela gustar a los mayores y lo que consigue es quedarse a medio camino, los niños que deberían ser el centro quedan absorbidos por una trama con ansias moralizantes pero que se queda en simplista, todo huele a rancio. Cuenta las disputas infantiles entre los niños de los pueblos rurales de Longeverne y Velran, el mundo está en guerra pero aquí se vive de modo plácido, solo los críos se encuentran en conflicto por el simple hecho de ser unos de un lado y del otro, las travesuras con ínfulas bélicas se suceden siendo los botones del rival al precio de la victoria y el deshonor para el perdedor, por medio se atisba el verdadero infierno a través de una chica judía que está refugiada con nombre falso en la villa. La primera versión de Yves Robert de 1962 es un canto a la inocencia, una oda a la infancia perdida, a la amistad más pura, pero eso en esta ha quedado anulado, demasiadas subtramas de mayores, quiere mostrarnos los paralelismos entre las Guerras de los niños y las de los mayores y roza la ridiculez, desea tocar muchos palos y tropieza en ellos una y otra vez, lo que en la primera era emoción y humor aquí es frialdad y sensiblería, lo que era frescura aquí roza la cursilería, metiendo con calzador unos romances maniqueos que rompen el sentido de lo esperado, acentuado por un uso empalagoso y muy enfático de su banda sonora. Lo que debiera ser una comedia familiar de celebración de la vida a través de los ojos de unas almas inocentes se convierte en un melodrama pasable. El desarrollo de los personajes nos queda plano, nunca empatizamos con ellos, al punto que nos da igual lo que les pase. Es un producto disperso que al querer readaptar ideas al original patina, las aventuras de los chiquillos que deberían ser el centro del relato quedan absorbidas por unas ínfulas de hondura que el sobrevalorado realizador Christophe Barratier no puede darle, acabado en un final atropellado, parece hecho con muchas prisas y pocas ideas. No es que sea mala, es que pierde de vista en que se basa y la caga. Su elegante puesta en escena y los paisajes campestres son lo mejor, con una bella fotografía de Jean Poisson. Es una lástima que partiendo de un material tan bueno no se sepa encarar, pues aún con los cambios tendría que haber mantenido su esencia infantil, con lo que se alcanza es prostituir. Fuerza y honor!!!
Esta película tenía todas las papeletas para llevarse un cero patatero como una casa. Pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Resulta que me pongo a verla dispuesta a pegarle a Christophe Barratier una somanta palos tremenda, probablemente bastante merecida, y en esto que se me apalancan en el sofá mis dos hijos adolescentes, de 13 y 16 años respectivamente.
Bueno, qué se le va a hacer? Me digo. Éstos se cansan rápido y se van a la cama, aguantan media horilla como mucho.
Pues mira, no. Los niños se me entusiasman y se quedan embobados con la historia de la guerrilla pueblerina esta. Disfrutan, se emocionan y se sienten identificados con los niños paletos que se pelean con los del pueblo vecino a botonazos. Y eso a su vez me emociona mí.
Y pienso que para ellos es algo así como para mí a su edad era Mujercitas, esa peli de paletillas decimonónicas que veía cada año por Navidad y que me hacía llorar indefectiblemente. No le faltaba nada, como a ésta: la responsable, la rebelde, la frágil, la frívola… En este caso el líder, el valiente, el cobarde, el graciosillo, el brutote, el listo… Mujercitas y hombrecitos.
Los dos ahí, to flipaos, comentando entre ellos las jugadas más interesantes. Será mierdecilla el tío? No seas tonto, que la maroma pasa de ti, chaval! Las tías cómo son, mira cómo lo putea! Pero cómo van a ganar si son menos? Qué cabrones los nazis, no? En fin, entregados. Y lo mejor: no era la saga Crepúsculo . Ni la cosa iba de superhéroes. Ni tampoco era Torrente!!!!! Wawwwww! Era una sencilla peli sobre la resistencia francesa en un pueblucho de mierda durante la gran guerra. Y los dos pollos ahí enchufados como si fuera El caballero oscuro ! Es o no es pa flipar?
Y hago esta crítica desde mi condición de madre emocionada. Me gusta que haya películas con un cierto nivel ético y estético que aún sean capaces de enganchar a adolescentes criados entre playstaitons y whasaps y matanzas multimediáticas en escuelas y en cines americanos!
Que les entusiasme una historia de niños que se arrancan botones es conmovedor, es maravilloso, es un pequeño brote verde, una brizna de esperanza. Bueno, sí, qué passssssa, también tengo mi lado moñas. Algún problema?