La gran mentira
Sinopsis de la película
La celebrada pianista Sandra Kovak (Mary Astor) descubre que no está realmente casada con el aviador Peter van Allen, así que cuando este se casa con Maggie Patterson, ella decide utilizar un poderoso recurso para recuperarlo, cosa que también pretende conseguir Maggie.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Great Lie
- Año: 1941
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
6.4
58 valoraciones en total
Creo que es la primera película de Bette Davis que veo donde ni la película ni ella funcionan pero la cosa no tiene nada que ver con ella sino con el director y el guión pues no hay manera de verla.
Escenas mal actuadas y mal dirigidas, un guión penoso con escenas que sobran y otras que faltan, con actuaciones malas, incluso Bette Davis, la única que aquí se sale de lugar es Mary Astor y la negra, pero es cierto que ésta hizo el papel de su vida en Lo que el viento se llevó y así podría estar contando fallo tras fallo en la película.
Lo que más me irritó fue el no ver las personalidades de los actores no saber quien es quien ni que carácter tienen definido, a excepción de Mary Astor.
Podemos ver escenas en las que Bette Davis no sabe ni lo que debe hacer con su papel, un personaje, como el de su marido, mal retratados.
La película carece de guión y dirección y me ha sorprendido ver a Bette Davis, una actriz que tanto admiro, en un papel así.
The far horizon fue una novela escrita por Polan Banks en 1936, en la cual se basó la prolífica guionista Lenore Coffee (Flor del desierto, Chicago, Cuatro hijas…) para escribir el guión que, luego, el director Edmund Goulding llevaría al cine. Al no conocer la novela de Banks, ignoro si fue él quien se inspiró en La solterona (1921), el libro de Edith Wharton que sirviera de base para la película anterior de Goulding con Bette Davis, pero se me hace creer que fue durante el rodaje, cuando al ver el mediocre guión que pusieron en sus manos, Goulding y las propias actrices Bette Davis y Mary Astor comenzaron a revolcarlo hasta convertirlo en una versión desde otro ángulo de La solterona, película con la que Goulding y la Davis cosecharan otro gran éxito.
Lo cierto es que el cuento se asemeja bastante: En LA GRAN MENTIRA, la prestigiosa pianista Sandra Kovak, aparece casada con el aviador Peter van Allen, pero el corazón de éste no deja de levantar vuelo hacia otro amor al que no consigue abandonar nunca y que se llama Margaret Patterson. Cuando Pete se entera, por su abogado, de que su matrimonio con Sandra aún no es válido porque al divorcio de ella le faltan unos pocos días para ser legalizado, algunas cosas de su pasado con Maggie comenzarán a removerse. ¿No les recuerda esto al Mr. and Mrs. Smith de Alfred Hitchcock? ¿Quién copió a quién si ambas películas se estrenaron el mismo año 1941? Es fácil deducirlo.
Las semejanzas, tras dos mujeres enamoradas del mismo hombre, seguirán después con Pete desaparece… el hijo que nace… quién lo cría… y el cuento, modificación muy blanda de La solterona no logra sostenerse lo suficiente, no obstante el esfuerzo de sus actores para darle una verosimilitud que nos convenciera. En estas, George Brent hace sus propios aterrizajes en avioneta ya que él era piloto, y Mary Astor nos hubiera hecho creer que era ella la que tocaba tan magníficamente el piano durante sus conciertos… de no ser porque, la edición, hace evidente que están ocurriendo otras cosas.
Edmund Goulding se esfuerza por hacer la película visualmente atractiva, la trama daba para pensar en cosas un tanto grotescas pero que ofrecieran mayor sorpresa… y al final, ese rostro dulce y gentil que tuvo Mary Astor hasta la eternidad, quizás se torne coherente con otras cosas, mientras que Bette Davis dejará, por esta vez, de depender de sí misma… y deberá quedar a la espera de la decisión de quienes la rodean.
El desenlace suena a ¡tenemos que acabar ya! Y el filme termina dejando un sabor a almuerzo liviano de esos en los que uno se queda preguntando: ¿Y dónde está el postre?
Título para Latinoamérica: LA MENTIRA
No me cabe duda de que la novela de Polan Banks que inspira el guión de Leonore J. Coffe será excelente, pero la historia que aquí se nos cuenta es un pequeño desastre. Culparemos, pues, al sospechoso guión, que inspira todo lo bueno y lo malo que ocurre en ella.
El argumento es un disparate. La película dura una hora y cuarenta y dos minutos, y lo mismo se podría contar en una hora o en seis días. Los minutos transcurren y el trío que la protagoniza ya mostró sus cartas y la manera cómo piensa jugarlas. Entre ellos existe un nexo que ya nos fue presentado a los diez minutos, y que no evoluciona sustancialmente: dos luchan por una misma cosa. Al final, una de las dos cede. Punto.
Naturalmente los actores hacen bien lo que hacen, es decir, lo que pueden. Bette Davis dibuja un personaje sin demasiado interés aparente. George Brent pasea su físico y su inexpresividad de siempre, y de la mitad para atrás aparece con canas como gran novedad y sorpresa. La única que parece tomarse la cosa en serio es Mary Astor. Esa seriedad le hizo merecedora nada menos que al Oscar a mejor actriz secundaria. Edming Goulding, el director de Gran Hotel (1932), y posteriormente de El filo de la navaja (1942), realiza aquí un trabajo tan correcto como impersonal.
La música es buena. ¿Cómo no iba a serlo si la firma ese diamante que compone y adapta maravillosamente y que se llama Max Steiner?. Y todo lo demás también: la fotografía especialmente. La Warner asegura un nivel de calidad formal. Es como una excelente pastelería a la que le ha salido una breva un poco rancia.
Pero todo para contar una historia insulsa y previsible. De un dramatismo para esos espectadores que le dan un cheque en blanco a las películas que tratan de supuestos problemas reales, como por ejemplo la maternidad, la identidad de los padres, etc.
Se puede ver una vez, sí, pero con un generoso espíritu de cinéfilo interesado. Dos ya sería una insufrible tortura hasta para este señor tan benevolente.
Se trata de una adaptación de una novela de Polan Banks, que describe un triangulo amoroso, entre Bette Davis, Mary Astor y George Brent. Melodrama del tipo que caracterizaba las historias de Hollywood de los años 40, muy centrado en el argumento que disecciona un turbio secreto, y que poco a poco va afectando a cada uno de sus personajes.
Es una película que se disfruta y se deja ver, tiene una gran historia y un buen desarrollo, deja que el espectador forme parte de los vínculos emocionales que van generándose mientras transcurre el metraje, aunque quizá su problema radica en la carencia de dramatismo pesado (o dicho de otro modo chicha argumental) y falta de impacto emocional en sus escenas que hubieran podido ser más atrevidas, y además el trabajo de dirección se siente muy impersonal.
A destacar sus intérpretes femeninas , encabezada por una Bette Davis, grandiosa, su presencia ya es suficiente para darle un nivel de superioridad a cualquier película, su personaje Maggie Van Allen es una mujer con una amplia gamma emocional porque debe sostenerse en su propio juego sin perder la naturalidad e inocencia que expresa en la primera parte de la película, al lado de ella una impresionante Mary Astor, ganadora del Oscar a mejor actriz secundaria, es la contraposición de Maggie, una mujer dura, fría, calculadora, extravagante y cínica, entregada a su profesión. Por cierto, Hattie McDaniel vuelve a hacer otra versión de su personaje en Lo que el viento se llevó, lo que puede significar un punto negativo para la película pero es que a mí me encanta su papel, la nana atrevida, exótica, graciosa, mandona, es divertida.
George Brent bastante plano y nada destacable, este elenco es de dominio femenino total.
Brent no es que sea un gran actor, pero Astor y Davis sí lo son, aunque la Astor, moviendo la cabeza como loca cuando toca el piano parece pedir a gritos que le quiten el Oscar que ganó por esta película.
Por lo demás, un guión demasiado melodramático, plano y sin emoción, donde todo transcurre lentamente y como a trompicones, hasta que todo se resuelve en un final que es un auténtico anticlimax, de modo rápido, precipitado y casi podría decirse que sin sentido.
Por lo demás, el típico cine de la Warner de los años 40, que podría intercambiarse en algunos momentos por el de la MGM.