La esposa del Dr. Hanaoka
Sinopsis de la película
A fines del período Edo, el doctor Seishu Hanaoka (1760-1835) se transforma en el primer médico en realizar una operación mediante el uso de anestesia general. La esposa y la madre del médico se convierten en rivales en la búsqueda de su afecto a punto tal de servir como conejillos de indias en sus experimentos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hanaoka Seishu no tsuma (Dr. Hanaokas wife)
- Año: 1967
- Duración: 100
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes obtener una copia la película en formato HD y 4K. A continuación te mostramos un listado de fuentes de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
7.5
94 valoraciones en total
El 13 de Octubre de 1.804, en el primer año de la era Bunka, el prestigioso doctor Seishu Hanaoka practicaba la primera operación importante (la extracción de un cáncer de mama) utilizando anestesia general, significando un gran paso en la medicina universal…
Eso es lo que por supuesto relatan los libros de historia, pero seguramente ninguno se centra en contar la audaz hazaña que emprendieron Kae y Otsugi Hanaoka, la esposa y la madre de Seishu, que en un acto de amor y valentía sin parangón se entregaron como sujetos para sus investigaciones, contemplando la degeneración física a la que se expusieron por voluntad propia mientras albergaban la fe de poder cambiar la medicina, mantener el prestigio de su esposo e hijo y salvar la vida de miles de personas con sus actos desinteresados. Una historia que sin duda merecía contarse.
Este punto de vista, es decir desde la óptica femenina, lo adoptaría la famosa autora Sawako Ariyoshi para su novela Hanaoka Seishu no Tsuma , publicada en 1.966, como de costumbre en su literatura, las mujeres y las relaciones entre ellas (sobre todo entre hijas y madres) son el centro de atención, y así es como decidió abordar una parte de la vida del dr. Hanaoka. Ni que decir tiene que Yasuzo Masumura, con gran parte de su filmografía dedicada a la introspección emocional y psicológica de la figura femenina, sería el hombre perfecto para realizar una adaptación del libro de Ariyoshi, si bien del guión se ocupó el otro genio Kaneto Shindo.
Porque aunque figure en el título y el argumento parezca que gira alrededor de él, desde el mismísimo principio el director no tiene intención de hablar del doctor ni de sus grandes logros, la suya es una historia sobre dos mujeres que se conocieron incluso antes de convivir bajo el mismo techo. Al igual que en Manji hay una gran fascinación, la de Kae por Otsugi (apoyada no sólo en sus recuerdos de ella, sino en las historias que escucha), y ello será lo que la empuje a abandonar su estoico hogar de tradición samurái para ir a la casa de los Hanaoka como esposa de Seishu.
Aquí empieza la película, con esa huida hacia lo que esa inocente joven considera un destino mejor. Pero nada es, por supuesto, como ella creía. Masumura no tarda en encerrarla en un escenario claustrofóbico, y se empeña, sirviéndose de secuencias rodadas en espacios reducidos, en hacernos sentir como ella, la fotografía en blanco y negro de su habitual Setsuo Kobayashi refuerza (como logró en tantos otros títulos) esta sensación de desasosiego, de incorregible opresión, así como la constante visión de heridas supurantes y miembros amputados, pues al igual que en Red Angel la exposición que hace el cineasta de la medicina y la enfermedad es dura, agria, auténtica, y está dirigida a las entrañas.
Este clima no mejora efectivamente con la llegada de Seishu, a quien se le presenta como un hombre frío, marcado por una profunda desafección y una irritante falta de compasión por los sentimientos humanos, como compensación a su genio y dedicación en el aspecto puramente físico, de hecho esa primera noche con Kae como marido y mujer y la visión de él tratándola con tal aspereza es más que suficiente para hacernos sentir un profundo odio hacia el personaje de Raizo Ichikawa (e incluso hacia el propio actor, muy entregado en su papel).
La obsesión enfermiza de un hombre por dominar el arte de salvar la vida sin dolor, la sangrante crítica hacia los valores del periodo Edo y la falta de moralidad y ética en la medicina feudal (las secuencias donde la crueldad con animales llega a lo inenarrable puede hacer vomitar a más de uno…) son algunos resortes clave de la estructura narrativa (relatada por una narradora omnisciente y presentando grandes elipsis temporales), pero Masumura siempre tratará esto desde la perspectiva de las dos mujeres que en todo momento están junto a Seishu. Kae, sin embargo, desconoce el carácter y la forma de proceder de Otsugi, y esto desata el melodrama y la intriga.
Primero cegada por sus sentimientos y después físicamente, Kae se entrega al amor de una madre calculadora, fría, posesiva y dominante, cuyas palabras son sólo cálidas en apariencia y preocupada únicamente del prestigio familiar, el punto de inflexión se produce cuando ambas se ofrecen a satisfaccer la obsesión de Seishu, recrudeciéndose aún más la masoquista relación amor-odio que las ata de forma inevitable. El doctor es un desalmado muy sutil a la hora de proferir sus palabras, Masamura y Shindo recalcan, como hacía Ariyoshi, la fuerza de la esposa y la madre, su enfrentamiento, su inversión de roles y su degeneración.
En esta lucha implacable adornada con frases hipócritas, gestos maliciosos disimulados y una falsa filantropía, es fácil admirar a Ayako Wakao y Hideko Takamine, las dos soberbias en sus interpretaciones, pero sobresaliendo la primera en su rol de mujer atrapada y sacrificándose al dolor y a la violencia por amor, recordando a sus personajes de Red Angel o La Mujer de Seisaku , con los que Kae guarda mucho en común. Después de este trío protagonista, sólo destacaría a Chisako Hara y el siempre solvente Yunosuke Ito, quien deslumbra por sí solo en esa secuencia (una de las más poderosas de todo el film) donde narra a Kae el increíble nacimiento de Seishu.
Después de pasar media década junto a Ayako Wakao estrenando grandes obras como Irezumi o las mencionadas Red Angel , Manji y La Mujer de Seisaku , esta negrísima adaptación del texto de Ariyoshi (el cual sería llevado en incontables ocasiones a televisión y teatro) se resiente en comparación.
Por su atmósfera demasiado agria y áspera, su brutalidad, su falta de sentido moral y sus personajes castigados por voluntad propia. Pese a su valor cinematográfico no es, como otros trabajos del maestro nos han demostrado, una experiencia satisfactoria, más bien indigesta y amarga hasta la médula…