La escuela de Shinomi
Sinopsis de la película
Un profesor de psicología universitario, Yamamoto, y su mujer Fumiko son padres de dos niños. Uno de ellos, Yudo, sufre de parálisis infantil y es objeto de burlas por parte de sus compañeros de escuela. Inspirados en la fuerza de voluntad de su hijo, la pareja decide emplear todos sus ahorros para fundar una escuela especial en la cual otros niños con el mismo problema puedan recibir atenciones y construir la necesaria autoconfianza con la cual enfrentar la vida.
Detalles de la película
- Titulo Original: Shiinomi Gakuen
- Año: 1955
- Duración: 99
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Opinión de la crítica
Película
7.7
65 valoraciones en total
En una de las más emotivas secuencias de toda la película, Tetsuo, incapaz de sonreír tras separarse de su padre, contempla enmudecido a Kayoko mientras ésta canta la cantinela del colegio. Poco después, los niños se ponen en pie y siguen a la maestra.
De repente, Tetsuo comienza a cantar con ellos. Milagro. No existen diferencias. El niño que se sentía solo se une al grupo, es aceptado y todos se tratan como iguales. Kayoko aplaude orgullosa.
La mayor parte de la obra cinematográfica de ese maestro que es Hiroshi Shimizu, director cuya carrera se extiende desde comienzos de los 20 y quien, por desgracia, no gozó del éxito de Mizoguchi, Ozu o Naruse (incluso en su país natal es casi un desconocido), tiene como epicentro un elemento básico: los niños. Éstos siempre han sido el motor de muchos de sus dramas, robándoles, de este modo, el protagonismo a los actores adultos que los han acompañado y cuyos nombres, sin embargo, aparecían primero en los créditos.
Los Niños de la Colmena pasa por ser la obra maestra de Shimizu, y, por ende, la más conocida entre los amantes del cine clásico nipón, aunque su filmografía está plagada de grandes títulos (tales como Nobuko , Niños en el Viento o La Torre de la Introspección ). Shiinomi Gakuen , donde el director aprovecha la novela de Saburo Yamamoto para construir otra dramática historia centrada nuevamente en el mundo de la enseñanza y los niños, aunque abarcando muchos otros temas, sería uno de los films más importantes de su última etapa, los 50, década dorada para el cine japonés.
Precisamente se realizó en 1.955, año en el que Akira Kurosawa ya había estrenado Crónica de un Ser Vivo , Mizoguchi se destapaba con El Héroe Sacrílego y Kinuyo Tanaka, alumna del anterior, demostraba su valía como directora con Pechos Eternos . Entre tanto, Shimizu nos narra la sufrida vida que llevan el profesor universitario Yamamoto y su esposa Fumiko, incapaces de encontrar una cura para la parálisis espinal que aqueja a su hijo Yudo, por si esto fuera poco, el niño es marginado por sus compañeros de colegio, quienes lo tratan constantemente con desprecio.
Yudo, entonces, confiesa a su madre un deseo: construir una escuela para niños como él y poder jugar en paz con ellos. Los Yamamoto, cuyo segundo hijo, Teruhiko, ha sido asaltado por una enfermedad que le ha dejado en un estado similar al de Yudo, reúnen todo el dinero que pueden y el valor necesario para hacer realidad el sueño de este último. El colegio se edifica, otros niños ingresan en él, por fin existe un lugar en el que no se les humille ni se sientan inferiores, poco a poco, y a pesar de sus enfermedades, consiguen recuperar la fe en sí mismos para afrontar la dura realidad que les ha tocado vivir.
Si algo caracteriza al sr. Shimizu es su capacidad para llegar al corazón del espectador, y no usando escenas para conseguir la lágrima fácil, sino a través de momentos realmente emotivos en los que su planificación en la composición de las secuencias se une a los sentimientos que transmiten sus actores. Shiinomi Gakuen se vuelve a desarrollar en el ambiente que más le atrae, el de la educación y el mundo infantil, trayendo a colación dos temas clave: la marginación social hacia los discapacitados (ojo a los compañeros de Yudo o la madrastra de Tetsuo) y las enfermedades incurables en los niños, lo que podría adivinarse como una crítica a los estragos causados por las bombas de Hiroshima y Nagasaki, en la que millones de criaturas se vieron afectadas (a Shimizu le marcó el haber ayudado en orfanatos tras la 2.ª Guerra Mundial).
De todas formas, aunque el drama sea la tónica dominante, apoyado en un realismo estético demoledor, el cineasta siempre muestra el lado optimista del horror: el grupo de niños construye una sociedad equitativa en la que todo es respeto y cariño, al margen del mundo exterior, y, pese a las adversidades, aprenden a convivir en paz (más o menos como ocurría en Los Niños de la Colmena ). Ellos son los verdaderos protagonistas de la historia, aun estando relatada desde el punto de vista de los padres de Yudo (así lo demuestran los flashbacks del principio) o de la profesora Kayoko, quien acaba recuperando la confianza en sí misma gracias a sus alumnos.
Las palabras de Yamamoto se confirman: los niños nos enseñan cómo guiarles . Comedidos y muy brillantes Jukichi Uno y Ranko Hanai, aunque la maravillosa Kyoko Kagawa se hace con el protagonismo hacia la mitad de la película, momento en el cual la historia, que hasta ese entonces se centraba en Yudo y Teruhiko, encarnados por unos geniales Kenzo Kawarasaki y Ryo Iwashita, pone sus ojos en el pequeño Tetsuo, al que da vida Mitsuhiro Mori.
En general, la trama se divide en dos arcos: la primera atañe a la familia Yamamoto y su empeño en construir el colegio, la segunda tiene como personajes principales a Kayoko y Tetsuo. Descorazonadora y optimista a partes iguales. Los infortunios y reveses del destino pueden ser superados al fin y al cabo, los que se van nacerán de nuevo convertidos en lo que siempre soñaron, los que se quedan recordarán a los anteriores y lucharán con todas sus fuerzas para mantenerse en pie.
De las últimas joyas de Shimizu, con momentos inolvidables como la escena comentada al comienzo de la crítica, cuando Teruko se une a sus compañeros y empieza a andar por sí sola o la partida de Tetsuo.