La edad de la ignorancia
Sinopsis de la película
Jean Marc intenta evadirse de su mediocre vida por medio de la imaginación. Consigue así entrar en un mundo de fantasía donde es un gran héroe, un caballero de brillante armadura, una estrella del escenario y de la pantalla y un novelista de éxito que tiene a las mujeres rendidas a sus pies. En la vida real es un chupatintas, un marido insignificante y un padre fracasado que fuma a escondidas. Pero, a pesar de todo, no sucumbe a la fantasía y decide buscar otra oportunidad en el mundo real. La edad de la ignorancia , que cierra la trilogía que completan El declive del imperio americano y Las invasiones bárbaras , es una sátira, una reflexión moral sobre nuestra época.
Detalles de la película
- Titulo Original: LAge des ténèbres aka
- Año: 2007
- Duración: 108
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato HD y 4K. Seguidamente te mostramos un listado de fuentes de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
6.3
49 valoraciones en total
Levántate, date una ducha pon las noticias y asústate. Cambio climático, nuevas enfermedades, paro, desaceleración económica ( y mientras lo oyes piensas en lo hipócritas que son por no llamarlo crisis), accidentes, terrorismo, hambre, guerras….Pero no te preocupes que llegan los deportes, pero antes una pausa para la publicidad.
Compra, compra,compra,compra, compra y se feliz. Nada de lo anterior te afecta, tu vida es maravillosa, acaso no tienes esposa, trabajo, casa, coche y vives en el mundo civilizado? Por si acaso compra, no sea que te de por pensar, compra y serás más feliz, más guapo, más atractivo, vivirás más años y todos te querran.
Tu equipo ha perdido para variar, joder como cabrea verdad? Parpadeo de ojos y vuelta a la realidad. Estamos tan jodidos que nos molesta más una derrota que lo oido anteriormente? Mira a tu mujer y odiala por lo que te ha robado, mira a tu mujer y odiala por que no te da lo que pides sexualmente, mirala y descubre que está desconectada del mundo, sólo le importa su trabajo y tu…..tu no eres más que un apéndice, no te escucha, no te entiende y lo que es peor no tiene ni ganas. Así que sueña, fantasea con una, con dos, no mejor que sean tres mujeres (o mejor cuatro), hazte pajas, disfruta de tu placer solitario porque es el único que tendrás. Sueña con poder, con atractivo, con ser parte de ellos, con triunfar, para eso nos han parido no?
Vete al trabajo y descubre la incomunicación y la soledad del ser humano, consuélate con las miserias de los demás. Ves? los hay que estan peor que tu, no se de que te quejas coño! Total, un día cuando eras joven soñaste con un mundo mejor, te manifestaste por ello. Y que has conseguid? Ser parte de la maquinaria burrocrátrica que aborrecías. Y si aún estás triste piensa en tu madre, sola y enferma. Quieres acabar así? Resignate de una vez y calla, déjate de lloriqueos y sigue adelante.
Pero qué haces? No me digas que te vas! Nos estás retando? Te crees que por retirarte en soledad nos has vencido? No nos hagas reir!! Somos más poderosos que tu. vete si quieres abandónate a la vida solitaria si quieres porque la rueda seguirá girando con o sin tu presencia.
Así somos nosotros, los que hacemos que todo funcione. Sí, todo apesta, pero es como la jaula de los monos de un zoo, si te abstraes un rato verás que ya no notas el mal olor. Sueña si quieres con un mundo mejor, pero mientras vive el nuestro porque es el único que hay.
Recuerdo que un usuario ilicitano comentaba en una crítica la estupidez de puntuar una película:
http://www.filmaffinity.com/es/review/24262038.html
Pues más o menos es lo que me pasa a mí con esta película. Aún no sé exactamente que nota merece. Me reí bastante, pero no sé hasta que punto Denys Arcand supo enlazar las partes oníricas con las dramáticas. Es en estas últimas escenas, donde reside la fuerza y contundencia de esta película. Aquí sale ganando el espectador con un discurso narrativo más acorde a la propuesta de Arcand y vemos mucha mayor entereza en sus actores.
Hace un par de años, en C.R.A.Z.Y. su director Jean-Marc Vallée también utilizó las ensoñaciones de su actor principal para romper el ritmo narrativo. La diferencia estriba principalmente es que en aquella ocasión, Vallée supo utilizar una escueta duración y un acertado tono mientras que aquí, Arcand no llega a controlar del todo los sueños de Marc Labreche. Son cómicos, pero me terminan de resultar repetitivos y largos.
Arcand saca los trapos sucios de un Canadá que siempre se nos muestra como icono de país desarrollado. Vuelve el director con sus recurrentes temas sobre una sociedad idiotizada, el fin del sueño de juventud y el despertar de una vida adulta que no se quiere. La muerte, la frustración y el auto-psicoanálisis de sus protagonistas vuelven a la pantalla de la mano del Allen canadiense. Pudo sacar un mejor partido a este guión, como ya demostró en su anterior película Las invasiones bárbaras.
Sobrecogedora reflexión que Arcand realiza con su habitual tono irónico y mordaz sobre la vida contemporánea occidental, demostrando la gran sarta de mentiras que supone un modo de vida que a la postre, lo único que consigue es infelicidad, frustración y desánimo. El director de las excelentes Las invasiones bárbaras y su famosa El Declive del Imperio Americano , ahora centra su último film en un gris funcionario de Quèbec, cuyas únicas alegrías son fantasear con ser un famoso escritor, el amante de una estrella de cine, o en tener de esclava sexual a la superiora de su puesto de trabajo. El brillante e irreverente tono del film consigue secuencias con un desternillante sentido del humor, pero este excelente tono, con una reflexión que parece sacada de American Beauty , pero en versión canadiense, se pierde en la segunda parte del film, que escora peligrosamente hacia un drama sin paliativos y con bastante poca imaginación, para finalizar en un inconcluso y algo pedante planteamiento. No obstante, La Edad de la Ignorancia es un film que se devora en un instante, y que contiene momentos antológicos -sobre todo en esas secuencias oníricas en las que se hacen realidad las fantasías del protagonista-. Hay que destacar la gran dirección de actores, donde Marc Labreche brilla con luz propia para encarnar al arquetipo del funcionario, un pusilánime peón de un sistema que, como planteaba Sam Mendes en American Beauty , o el mismísimo Terry Gilliam en Brazil , desgasta sin piedad todas las piezas de su engranaje hasta su desaparición, sustituyéndolas alegremente y sin memoria alguna por otras más nuevas para perpetuar una irracional inercia que no lleva a ninguna parte.
Impresionante de principio a fín.
Se mezcla la más fina ironía con la sensibilidad a raudales en toda la película. Es de una humanidad desbordante.
El patético protagonista se hace querer, así como todo el resto de las marionetas humanas que aparecen en la cinta con las que para nuestra desgracia nos sentimos reflejados en varios momentos (y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra). Critica la estupidez de la sociedad, los organismos oficiales y el funcionariado, el matrimonio, la paternidad, la dignidad y no deja titeré con cabeza. Pero ante todo nos pone cara a cara con la absurdez, egoísmo y estupidez humana que plaga nuestros días, nuestro desapego a todo, nuestra dejadez, nuestra desesperación, nuestro cansancio… En qué nos hemos convertido, pero al final, Arcand deja un resquicio a la esperanza, a la naturaleza a la placidez y al lado útil del ser humano.
… decía Mafalda. Lapidaria y contundente frase que sintetiza a la perfección la impotencia del ser humano ante la triste realidad que nos rodea: cambio climático, debacle bancaria, corrupción política, terrorismo local y global, inmigración descontrolada, mafia en expansión, tráfico armamentístico, de drogas, sexual, pornografía infantil y un larguísimo etcétera que deprimiría al más optimista y que demuestra fehacientemente como este planeta se va al carajo de cabeza.
Arcand, sin embargo, se desmarca de las grandes lacras de la humanidad para centrarse en esa problemática cotidiana –casi doméstica, diría yo- que nos azota directamente. En nuestras propias carnes.
Para ello el quebequés prescinde de alocuciones proféticas o moralistas y elabora un discurso crítico mediante un tono jocoso y surrealista que le confiere, sin lugar a dudas, un rendimiento divulgativo mucho más efectivo.
Vivimos, como Jean Marc (inmenso Marc Labreche), en un mundo hipercompetitivo en el que la presión, las prisas y los implacables engranajes del propio sistema nos abocan a consumir somníferos, tranquilizantes, antidepresivos, comida-basura, cremas reparadoras, ropa de marca y alta tecnología. No es de extrañar, por lo tanto, que reaccionemos como fieras al volante, que durmamos poco, que comamos deprisa y mal y que estemos convirtiendo a nuestros hijos en unos déspotas consentidos que sólo piensan en chupar del bote y no darle un palo al agua hasta que no sea estrictamente necesario.
La mayoría de nosotros vivimos agobiados por el puto euríbor, por el puto trabajo, por el puto estrés y por el puto afán de conseguir aquello que aún no tenemos. Deberíamos frenar un poquito, relativizar nuestros contratiempos y tomarnos las cosas con mucho humor antes de que cualquier día nos dé un infarto. Y ya que ‘il mondo gira, gira’ y no para, el muy jodío, no nos queda otra que buscar nuestras propias válvulas de escape, no sé, montar puzzles, rascar la guitarra o darle al balón en un equipo de veteranos… qué más da!
Mientras tanto, yo seguiré escribiendo de vez en cuando en FA, cantando gospel con mi grupo y echando un casquete cuando la parienta me lo permita. Con ella, por supuesto.