Cuatro en la frontera
Sinopsis de la película
Con el fin de cortar y descubrir unas infiltraciones de armas pasadas de contrabando, Javier, capitán de la Guardia Civil, se finge jornalero en La Bravía, una finca situada en la frontera y en zona sospechosa. Una noche, Javier está a punto de conseguir su cometido, pero matan a su compañero. Sigue al caballo del agresor y descubre que entra en la propiedad de Julio Rodríguez, vecino de La Bravía.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cuatro en la frontera
- Año: 1958
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
5.3
40 valoraciones en total
La acción sucede en una zona fronteriza con Francia en una época en que el contrabando de café era moneda común por las restricciones y altos impuestos, contando, en ocasiones, con la pasividad o tolerancia interesada de una parte de las fuerzas del orden. El narcotráfico era escaso o inexistente en España. La trama se complica con rivalidades amorosas y personales. La película está bien rodada, enmarcada en los bellos paisajes de La Cerdaña exquisitamente fotografiados en blanco y negro. Destaca la música del sinfonista barcelonés Lamote de Grignon.
Lo que desmerece en la película es que los personajes son bastante folclóricos y la trama no muy bien hilvanada. Las interpretaciones pecan de demasiado teatrales y declamatorias, lo que le resta realismo a las escenas. Obviando estas salvedades, el film es algo más que la típica españolada en clave de Western.
Interesante película, al menos para la minoría, me temo, que admiramos la carrera de Antonio Santillán.
No es un western, como aquí se ha dicho, es casi un thriller. En realidad, no se sabe bien lo que es.
Puede ser un drama, desde luego no es una comedia. En cierto modo, es desconcertante.
A la media hora no ha ocurrido nada relevante, sino conversaciones varias, eso sí, bien rodadas. Luego se anima, no hay que descorazonarse.
Reparto internacional: francesas, un americano, un italiano, un alemán (Tichy) afincado en España. Y Armando Moreno. Otros españoles en los secundarios, muy buenos. Juan de Landa, que borda el papel, y un Miguel Ligero, de viejo, que me ha hecho más gracias que en las exageraciones de joven.
La cosa va de contrabandistas en la frontera con Francia. Se deja ver bien por una buena fotografía en blanco y negro.
Hace ya algún tiempo que disfruté mucho con la notable y magnífica El Ojo de Cristal (1956), la única película que hasta la fecha había visto, que yo sepa, de Santillán, un cineasta que me sigue pareciendo tan olvidado como interesante pese a decepcionarme Cuatro en la frontera . Y es que aunque esta coproducción de Iquino con Francia sorprende en su planteamiento y hasta fascina en algunos momentos por su originalidad y bella factura, se atasca mucho en el desarrollo de la trama, quiere contar muchas cosas y lo hace de forma bastante confusa. Y, en mi modesto juicio, falla en eso bastante el guión en que intervino De la Loma, algo atropellado y apresurado, falto de un desarrollo más pausado para construir las distintas líneas argumentales.
Ahora bien: mola y, como decía, sorprende y fascina, que estando inscrita la peli en eso que se llama policial barcelonés en realidad sea, sobre todo, y más que nada, un western. Casi un genuino prespaghetti en ByN de esos que hizo Romero Marchent. Este, del Subgénero hispano pirenaico. Y de frontera. Y de los de ranchos. Y que lo del maromo en el rancho acompañado de tan majas imagenes de valles y vacas le traslade y haga pensar a uno en algun momento en obras maestras como Pradera sin Ley (King Vidor, 1956), filmada solo dos años antes. Y que quién sabe si influyó algo en esta. Aunque aquí Frank Latimore no toque el ukelele (¿o era el banjo lo que tocaba Kirk Douglas?) y la música la ponga de vez en cuando Julio Riscal, al marcarse como quien no quiere la cosa una copla en el tajo en plan Antonio Molina en Esa voz es una mina (Luis Lucía, 1955).
Como mola también mucho Juan de Landa, que siempre aporta valor añadido a las pelis que hizo. Y que es una pena que fueran tan poquitas. De hecho, la mejor secuencia tal vez sea la de la pelea en el comedor de los empleados del rancho entre Latimore y Landa.
Después está lo del confuso McGuffin del contrabando en la frontera, ya se ha dicho. Algo a lo que ni siquiera el que Miguel Ligero esté bastante contenido y sin hacer demasiadas de sus habituales muecas contribuye mucho a aclarar. Aunque la contención en las muecas se agradezca. Interpreta el papel de un viejo contrabandista que se encuentra en la indigencia. Mas no será en el fondo, en la Cataluña de los años 50 y en la frontera con Perpignan de un veterano exmaquis de lo que quiere hablársenos?
¿Y las tensiones amorosas dentro del rancho? Lo de las cuñadas celosas prometía mucho en un principio y la secuencia de la cena con Gerard Tichy en plan Abismos de Pasión (Luis Buñuel, 1954) tiene su aquel. Luego, es parte fundamental de la historia. Pero no funciona del todo bien. Y se agosta antes de resolverse de una manera algo ramplona.
Con todo, quedo atento la espera de ver más pelis de Santillán. Aunque todas las que me restan por ver fuesen, como esta, algo fallidas, tengo la impresion de que tambien me encontraré en ellas con cosas interesantes.