La dimensión desconocida: Caminando largas distancias (TV)
Sinopsis de la película
Martin Sloan, directivo de una agencia de publicidad, detiene su coche en una gasolinera. Al poco de dejar su automóvil por una hora para cambiar el aceite, Martin se da cuenta de que está cerca de Homewood, su ciudad natal, que dejó hace 25 años, y decide hacer una visita. Allí tendrá la sensación de que el tiempo se ha detenido…
Detalles de la película
- Titulo Original: The Twilight Zone: Walking Distance (TV)
- Año: 1959
- Duración: 25
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Opinión de la crítica
Película
7
89 valoraciones en total
181/16(18/10/19) Sugestivo quinto episodio de la primera temporada de la serie de culto estadounidense creada por Rod Serling The Twlight Zone, emitido originalmente el 30 de octubre de 1959 en la CBS La narración de apertura: Martin Sloan, treinta y seis años. Ocupación: vicepresidente, agencia de publicidad, responsable de medios. Este no es solo un viaje en domingo para Martin Sloan. Quizás no lo sepa en ese momento, pero es un éxodo. En algún lugar del camino está buscando cordura. Y en algún lugar del camino, encontrará algo más.. Es un relato escrito por Serling con mucho de autobiográfico, dijo el creador que la idea de este episodio se le ocurrió mientras caminaba a través de un lote en MGM y se sorprendió de lo similar que era a su ciudad natal, Robert Stevens dirigió el episodio, pero es el aura de Rod Serling el que está impregnado en la narración, donde un tiovivo tiene gran importancia, justo lo que había en el pueblo donde creció, y donde hoy día hay una placa haciendo referencia a este capítulo. En su metraje de 25 minutos hay un gran substrato de melancolía sobre aquel dicho de cualquier tiempo pasado fue mejor, en este caso la inalcanzable infancia, sobre eso tan manido de que la responsabilidad estresa en contraposición al espíritu entusiasta sin presiones de la infancia, esta es la mirada de Serling con su alter ego Martin Sloan, haciéndonos recorrer con el nuestra propia infancia cual turistas de nuestro pasado, y con ello emitiendo nostalgia del tiempo pretérito (ese helado, ese sonido de timbre de bici, ese juego de canicas, ese guante de base-ball, esa atracción de feria,…), instantes que todos deseamos rozar con nuestros dedos. La idea es muy sugerente, pero cae en situaciones un tanto extrañas en el comportamiento del protagonista, incoherentes, como esas elipsis torpes, simplemente porque sí, no hay catarsis que de sentido a lo que vemos, o como esa charla climática entre padre e hijo, que resultaría verosímil si fuera un sueño, no si se supone real, pues el padre ni le pregunta cómo le ha ido la vida, como tampoco tiene un mínimo fondo el protagonista, no sabremos el porqué de su hastío, simplemente por imperativo del guión, pareciendo más un caprichoso dominguero que alguien acuciado por la asfixia urbana, cayendo en este sentido en un mensaje demasiado subrayado, simplista y sin matices. Es un minutaje con deliciosos momentos ayudados por la sutil expresividad Gig Young, por la bonita escenificación y por la bonita música del maestro Bernard Herrmann. El episodio fue catalogado como el noveno mejor episodio en la historia de The TwilightZone por la revista Time en celebración del 50 aniversario de la serie.
Es un episodio que busca evocar al espectador su infancia, y con ello enfrentarlo a que debemos seguir adelante, nuestro lugar está siempre en el presente, la morriña de pasado que muchas veces nos llega (nos dice el capítulo) está bien, pero no hay que regodearse en ella. Siendo el elemento alegórico el carrusel, la vida gira y gira sin parar, y lo que en nuestra infancia nos parecía algo atractivo, del que disfrutábamos sin parar, puede con el paso de los años (potenciado por los planos holandeses) del rush final convertirse en algo macabro, que puede hacernos daño, eso reflejado cuando el yo adulto persigue sin alcanzar a su yo niño, como ese tiovivo que nunca llega parte alguna, hasta que al final…
Los relatos de viajes en el tiempo suelen estar asistidas por maquinaria compleja, por explicaciones enrevesadas, aquí se marcaría el tono de la serie para estos viajes, donde la sencillez es la nota predomínate, ello sobre todo con dos motivos, para no desviar la atención del espectador de lo importante en su corto metraje, y stambién para ahorrar costes en producción. Ejmeplos son los capítulos The TroublewithTempleton , Back There y A Hundred Yards over the Rim .
La calle Homewood a la que Sloan regresa es la de la casa de la familia de Judy Garland en Meet Me en St. Louis (1944) de Minnelli, un backlot del MGM, La música es de Bernard Herrmann (con resonancias a otra partitura del músico como Vértigo de Hitchcock, otro film que ausculta el tiempo y la memoria, estrenada el año anterior), a diferencia de algunos episodios del programa que fueron acompañados por pistas musicales precompuestas, este fue subrayada con música especialmente escrita para ello. Envolviendo los fotogramas melodías preciosas que te dejan huella en mezcolanza con el melancólico relato, partitura íntima tiene un tiempo de ejecución aislado de aproximadamente 19 minutos y es interpretada por una orquesta de 19 piezas que consiste en cuerdas (violines, violas, violonchelos, bajos) y un arpa. En cuanto a otros episodios de Twilight Zone, Bernard Herrmann, también compositor de la música principal de la primera temporada y la mayor parte de su música original, escribió la música para esta.
Gig Young como el adulto de Martin Sloan, dota a su rol de mundo interior, de convulsiones nostálgicas que brillan en su mirada, emitiendo sensaciones, emotividad, muy buena su labor, lástima de algunas actitudes un tanto incongruentes (spoiler). Un actor que recibió el Oscar a Mejor Actor de Reparto en 1969 por su actuación en Danzad, danzad, malditos. El final del actor no fue tan idílico como el del episodio, el 19 de octubre de 1978, tres semanas después de su boda (estuvo casado cinco veces) con la actriz Kim Schmidt, la pareja fue encontrada muerta en su domicilio en Manhattan. La policía consideró que Young primero disparó a su mujer, y que después se disparó él, en lo que habría sido un pacto suicida. Sin embargo, tras una investigación, la policía afirmó que Young había actuado espontáneamente, y que su acción no había sido planeada. Finalmente se hizo público que el actor había recibido tratamiento psiquiátrico del controvertido psicólogo Eugene Landy… (sigo en spoiler)
Se trata de un episodio curioso, en el que el retorno al pasado que se propone posee un carácter personal, biográfico, evocador, y un poco doloroso. La nostalgia se vuelve en contra del protagonista. El carrusel, en tanto que espacio de ocio, se vuelve, como en algunas películas estadounidenses, un lugar amenazador, terrorífico. Gig Young, el protagonista, hace una buena interpretación. Estos saltos en el tiempo tendrán bastante presencia en la primera temporada de esta serie.
Martin Sloan, cansado del frenesí de la ciudad, agobiado por el estilo de vida que lleva, decide acudir al pueblo donde pasó su infancia, en el que para su sorpresa nada parece haber cambiado desde entonces.
Todo el capítulo desprende un aroma especial, un tono melancólico lleno de momentos preciosos, de instantes rebosantes de magia, ayudados por la envolvente partitura de Bernard Herrmann. Logra transmitir una emoción sincera que a mí me conmueve. Hay un montón de pequeños detalles que quedan grabados en la memoria, como cuando el protagonista recoge el guante de béisbol, o cuando hace sonar el timbre de la bicicleta, o la escena en que pasa la mano por la superficie del coche. Y pienso que la última conversación con el padre es muy hermosa por todo lo que implica.