La dama desconocida
Sinopsis de la película
Una noche en que regresa tarde a su casa, Scout se encuentra con que su mujer ha sido asesinada. Dado que no tiene coartada, la policía lo detiene como presunto culpable. Entonces entrará en juego su secretaria, una joven secretamente enamorada de él que le ayudará a encontrar al verdadero criminal…
Detalles de la película
- Titulo Original: Phantom Lady
- Año: 1944
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
7
100 valoraciones en total
Excelente película de Robert Siodmak, maestro inolvidable del cine negro, que iniciaba con ella una impresionante serie de cintas dedicadas al género en su brillante y productiva etapa norteamericana. Siodmak maneja la cámara con una agilidad casi insultante, se apoya en la excelsa fotografía de Elwood Bredell y recrea así unas atmósferas sórdidas e inquietantes que dan lugar a una puesta en escena impecable. Pero como ya he dicho en alguna otra ocasión, para que el resultado final del trabajo sea eficaz (sobre todo para el espectador, y de eso se trata) no basta sólo con ser un maestro, digámoslo así, de la técnica. Hay que ir más allá, es decir, darle cabida al alma humana, y por lo tanto a las emociones y a las energías. Y en esto, también Siodmak sienta cátedra (no solo el complejo personaje que interpreta brillantemente Franchot Tone está desarrollado de modo admirable sino que la persecución despiadada de Kansas al camarero del Anselmos parece sacada del manual de psicología del más eminente experto en la materia.
Dicho esto he de añadir que si alguna vez me encuentro en apuros sólo querré que me ayude Kansas . Por varios motivos: por su empeño y tozudez, por acudir sola a los barrios marginales sin perder elegancia ni naturalidad, por transformarse en una fulana y ser igual de adorable que de secretaria… Y, sobre todo, si me ama, no actuaré con la indiferencia de Scott sino con toda la admiración y el respeto que se merece semejante mujer.
Film realizado por Robert Siodmak, basado en la novela de William Irish, pseudónimo de Cornell Woolrich, The Phantom Lady (1942), adaptada por el guionista Bernard Schoenfeld. Se rueda, en B/N, en los Universal Studios con un presupuesto de serie B. Producida por Joan Harrison, se estrena el 28-I-1944 (EEUU).
La acción tiene lugar en NYC en 1943. El film suma elementos de cine negro, thriller, drama, suspense y misterio, administrados con maestría por un director que extrae magia y expresividad de la luz, se mueve con imaginación dentro de un presupuesto modesto y se siente a gusto en el género negro. Cuando Scott Henderson (Alan Curtis) es acusado por error del asesinato de su esposa Marcella, su secretaria, Carol Kansas Richmam (Ella Reines), emprende la búsqueda imposible de una dama misteriosa, cuyo testimonio es fundamental.
La película está considerada como una de las más destacadas de la etapa americana del realizador. Su estética es neoexpresionista, con abundantes contrastes oscuros, escenarios opresivos, grandes sombras, blancos intensos, sugerencias sutiles, símbolos siniestros y creación de atmósferas inquietantes y maliciosas. El papel de héroe corresponde a una mujer tenaz, secretamente enamorada y de rostro angelical, que se aparta de la identificación convencional del héroe con un hombre de fuerza superior. Es símbolo de un ángel que se adentra en el infierno de la noche y del crimen. La progresión dramática se eleva hacia el último tercio de la cinta a raíz del descubrimiento del asesino. Este hecho tranforma en thriller lo que hasta entonces ha sido una obra negra. Las manos del asesino, movidas con parsimonia gestual, se convierten en un icono amenazador que aporta, sin palabras, elementos perturbadores. De la mano de Carol, el realizador enriquece el relato básico con las historias adicionales que ilustran las pesquisas de la chica cerca del barman, el batería y la bailarina. El seguimiento del barman en el metro y por calles húmedas y desiertas, crea una secuencia culminante de suspense. El encuentro del batería por la chica brinda la ocasión de asisitir a una jam session en la que el ritmo de la percusión y su progresión evocan un orgasmo, que se subraya con un encuadre de aproximación. El asombroso tratamiento de la luz se hace patente en la sala de visitas de la prisión, en la jam session y en el seguimiento del barman. La sabia economía de medios se evidencia en las secuencias del juicio, construidas con una voz en off y la imagen de la transcripción taquigráfica.
La música toma fragmentos de composiciones anteriores de Hans J. Salter y Frank Skinner, a las que se añade la canción Chica, chica, bum , de Aurora Miranda. La fotografía se basa en planos a cámara fija, aproximaciones en planos sucesivos y algún zoom de gran suavidad. Se beneficia de una excelente puesta en escena, de composiciones cuidadas y de una magnífica iluminación. La cinta se rueda en los momentos álgidos de la IIGM.
Cine negro del bueno, como no podía ser de otra forma con el gran Siodmak. Escenas memorables: la persecución del barman, la orgía musical con el batería desatado y la chica aguantando el tipo con náuseas en su interior, el descubrimiento del asesino… Y sobretodo, esta peli es Ella Raines, ELLA RAINES, maravillosa, dulce, valiente, generosa, infatigable, amorosa y enamorada, absolutamente bella.
Un hombre se va de parranda con una desconocida que no quiere decirle su nombre. Vuelve a casa y se encuentra a su mujer asesinada. Su coartada es la desconocida, pero todos los testigos aseguran no haberla visto. Este es el sugerente planteamiento de este film noir.
De todas formas, no es de las mejores películas de Siodmak, aunque es digna de verse. Sobretodo por un par de escenas marca de la casa, y un psicodélico concierto de jazz en una habitación que parece hecho con veinte años de adelanto.
Una de las características de esta cinta es que su actor más conocido, Franchot Tone (excelente en Cinco tumbas al Cairo de Billy Wilder, y en Tempestad sobre Washington de Otto Preminger) no aparece hasta la mitad. Esto evidentemente no se podría hacer con una estrella de la época, y da una libertad al creador poco frecuente. De este modo, los actores están al servicio de lo que se cuenta, y no al revés. Pero no siempre la libertad creativa es sinónimo de talento exprimido. A veces las trabas agudizan el ingenio.
Robert Siodmak es, sin duda, uno de los maestros del cine y un auténtico especialista en el género negro. Películas como La escalera de caracol, Pesadilla, El abrazo de la muerte o la inconmensurable Forajidos, lo acreditan. Pues bien, en este suma y sigue, hay que hablar de un trabajo magnífico, La dama desconocida, film de escaso presupuesto donde la profesionalidad de Siodmak suple con imaginación cualquier tipo de estrecheces.
Debo decir que una de las cosas que más me ha gustado del film es la simplicidad de su argumento. Esto no suele ser demasiado habitual en el cine de intriga, donde, generalmente, el guión suele tener tal cantidad de recovecos que el espectador acaba hecho un auténtico lío y a lo máximo que llega es a identificar a los malos , personajes de oscuros y enrevesados motivos. Aquí no. Aquí, el planteamiento es simple. Varón casado y con problemas maritales no puede justificar su coartada la noche que su mujer es asesinada. Ya está. Esto es todo. O casi todo, que el resto no puede ni debe contarse, pero que, les aseguro, que está en la línea de la sencillez argumental.
Pero La dama desconocida merece algunos comentarios adicionales. Por una parte, el buen trabajo y la calidad como actriz de Ella Raines, una habitual de Siodmak y cuya filmografía, no muy prolífica, merece ser revisada. Por otra parte, Elisha Cook, buen secundario donde los haya y al que recordamos, además de sus típicos y tópicos papeles de matón de medio pelo, por su trabajo en The Killing (Atraco perfecto) de Kubrick. Aquí nos ofrece una magnífica actuación como batería casanova y sinvergüenza, maravillosa sesión de jazz incluida. Algo similar sucede con Thomas Gómez, actor de esos que no parecen estar pero están y al que hemos visto en La mujer pirata o Una aventurera en Macao pero al que recordamos especialmente al frente de la corte de matones que acompañaban a Edward G.Robinson en Cayo Largo.
Con momentos de innegable tensión, luces y sombras propias del género y una banda musical que acompaña bien, aunque no incorporó a los títulos de crédito la canción Cheek-ee-Cheek, circunstancia por la que los compositores demandaron a la Universal, la película tiene un aire Detour (serie B, imaginación, buen cine negro) que le sienta de maravilla