La dama de hierro
Sinopsis de la película
Relato biográfico de Margaret Thatcher (1925-2013), una mujer de origen humilde que fue capaz de derribar todas las barreras que representaban el sexo y la clase social para convertirse en una dirigente política poderosa en un mundo dominado por los hombres. La historia trata sobre el poder y el alto precio que a veces se paga por él, centrándose en momentos clave de su carrera política como sus primeros años en el partido conservador y su llegada al parlamento en 1959, su nombramiento como Primera Ministra en 1979, la guerra de las Malvinas en 1982 y otros momentos hasta su dimisión en el año 1990, ofreciendo en todo momento un retrato íntimo y el perfil público de una mujer extraordinaria y compleja.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Iron Lady
- Año: 2011
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
5.8
21 valoraciones en total
Posiblemente el peor biopic que he visto en mucho tiempo. Por enfoque, forma, fondo, contenido e inaudito y sorprendente ridículo (amén de la vergüenza ajena).
Seguramente Fraga vio esta película y se dejó… ir. Es normal, a uno le hacen un biopic y le convierten en santo… aunque esta señora sigue viva. No sé, me imagino un universo paralelo en el que los nazis ganaran la Segunda Guerra Mundial y este sería el estilo de biopic que le harían a Hitler: su conflicto sería acabar un cuadro, por ejemplo. El de la Thatcher es reconocer que ya está chocha y que tiene que hacer cosas constructivas como firmar biografías que seguramente no haya ni escrito… Sus recuerdos la sirven de guía pero la manera de abordarlos sólo puede causar risa e indignación.
Si eres del bando laborista, te parecerá un insulto de la manipulación y del corte y costura…
Si eres conservador, una pésima película que se sostiene que parece un cruce de las Celebrities de ‘Muchachada Nui’ con asedio constante y chanante a su limusina, Entre Fantasmas versión sofisticada de la tercera edad y el chiste popular de la abuela y el tripi:
—Thatcher, Thatcher ¿has visto el tripi que dejé al lado del cartón de leche?
—No, yo lo que he visto han sido 2 dragones y a mi marido muerto con mocasines por el pasillo.
La película nos habla de dejar atrás el pasado aunque me va a costar profunda y duramente olvidar esta película… salvo la interpretación y caracterización de Meryl Streep. ¿De Oscar? ¿Puede ganar un Oscar la actriz que protagoniza una mala película? ¿Puede? Por poder (y huevos) de una dama de hierro… que no sea, claro.
Si La Dama de Hierro hubiese apostado por ser un bipic al uso, de desarrollo lineal, que nos contase la vida y obra de Margaret Thatcher tal y como la conocemos, y su influencia y desarrollo en esos años tan negros para Gran Bretaña, en definitiva, si esta película hubiese sido la típica biografía de un personaje popular, también diríamos que es una película tópica, usual, muy vista. Por desgracia, la apuesta de Phyllida Lloyd (de la que conviene recordar, sólo ha dirigido Mamma Mia!) por diferenciarse de esa clase de subgénero, no se traduce en una película especialmente original, ni tan siquiera rompedora, pero si más cerca de lo caótico, lo arrítmico y lo confuso.
Y es que viendo La Dama de Hierro, uno pronto se da cuenta de que su directora no tiene demasiada idea de lo que quiere contar, ni siquiera del cómo. Quiere que su historia se articule en torno a los desordenados recuerdos de Thatcher como mujer sola en el abismo de la racionalidad, pero no sabe cómo afrontarlo. Por eso hay escenas muy repetitivas, y otras que se quedan cortas, por eso apenas hay desarrollo de personajes, tan solo el de la protagonista, por eso muchos acontecimientos no parecen tan importantes como realmente fueron, y otros directamente nos los perdemos. Además, en un intento de dar cierto dinamismo a la historia, la cámara de Lloyd en ocasiones marea, en otras abusa de los primeros planos, perdiendo de foco, y esto si es importante, que Thatcher no sólo era una mujer cualquiera, como nos quieren decir, sino también una de las políticas y figuras públicas más influyentes del siglo XX.
No obstante, el guión de Abi Morgan, guionista también de la venidera Shame, contiene muchas ideas válidas para esclarecer la figura de Thatcher, más cerca de la filosofía política que del biopic al uso, y los grandes ramalazos de inteligencia provienen de ese texto, capaz de construir monólogos tan fascinantes como aquel en el que Tatcher habla de pensar y sentir, o escenas de tanto significado como aquella en la que la política prescinde de todo su gabinete en una reunión.
Pese a lo fascinante y controvertido de la figura de Margaret Thatcher, esta película podría caer en el olvido muy fácilmente, ser una de tantas filmaciones sobre hechos reales que llenaban la televisión hace algunos años. Y pese a que lo que voy a decir es de lo más previsible, no lo es, claro, porque está protagonizada por Meryl Streep.
(Sigue sin Spoiler)
¿Entenderíamos que un biopic sobre Adolfo Suárez, primer presidente español tras la dictadura de Franco, se detuviera más de 10 minutos en su conocida enfermedad neurodegenerativa? Además de calificarla de mal gusto, la posible adaptación cinematográfica se consideraría inmediatamente inválida, por centrar la atención en los últimos años de un personaje cuya trascendencia histórica se remonta a la mediana edad.
Algo parecido es lo que ha sufrido Margaret Thatcher con La dama de hierro, una ambiciosa producción sobre la vida de la exprimera ministra británica que decide utilizar su delicada situación actual como hilo conductor de la trama. Parece que la directora sólo ha encontrado en sus últimos días la manera de humanizar a uno de los personajes más odiados de la historia reciente, mostrando la etapa más frágil y vulnerable de cualquier ser humano. ¿Lo consigue? La estrategia puede que infunda lástima en algún espectador pero lo que seguro genera en la gran mayoría es hartazgo.
La fórmula de retroceder al pasado desde la vejez para explicar una biografía está tan manida que cualquier guionista debería esquivarla. Sin embargo, es recurrente evitar la narración lineal con interrupciones constantes. A veces tienen un valor añadido, como en Titanic, y otras tantas sólo sirven para entorpecer la trama interesante, como es el caso de La dama de hierro. El filme centra tanto interés en el presente que incluso parece que son los flashbacks los que obstruyen el argumento central. Y hasta ahí podíamos llegar.
Paradójicamente, aunque la cinta dedique buena parte del metraje a la etapa final de Thatcher, otro de sus grandes pecados es la ambición por abarcar todas las etapas de la vida de Maggie. Desde su juventud como dependienta en la tienda de sus padres hasta el abandono de Downing Street. Separar el grano de la paja es uno de los ejercicios más complicados en todo biopic. ¿Realmente es necesario contarlo todo? ¿Hasta qué punto interesa la juventud de esta mujer? Frost contra Nixon, por poner sólo un ejemplo, retrató mejor al expresidente estadounidense mediante un episodio concreto que copando todas las etapas de su biografía. Y cada minuto resultaba apasionante.
¿Qué queda entonces por resaltar en La dama de hierro? Es evidente. La aportación de una Meryl Streep que asimila sin pestañear un personaje que supondría la tumba de cualquier otra actriz. La insistencia por la vejez de la dama de hierro sólo tiene un aliciente, además de la impresionante caracterización. Streep demuestra que es posible interpretar a una persona mayor sin caer en lo cómico. Restriega así su amplitud de registros, interpretando a dos Thatchers diferentes, a cada cual más apabullante. ¿Puede un talento de Oscar salvar un filme mediocre? Es probable que no, pero al menos justifica el desembolso de una entrada de cine.
Estamos ante una película fallida y tramposa, de gran pomposidad, con cosas geniales en pequeñas proporciones, pero con gran cantidad de absurdos, ridículos y despropósitos. Meryl Streep está, como siempre, excepcional, pero ni su excelente interpretación logra defender una película pretenciosa, lenta y autocomplaciente, carente de todo ritmo o intención.
Una película fría y sin sentimiento en la que, ni la soledad del poder, ni la de la vejez, ni la de la enfermedad, logran crear empatía en un espectador ansioso porque las luces se enciendan y, de una vez por todas, por salir de sala sin mirar atrás. Los planos manipuladores y carentes de talento lastran la genial interpretación de Meryl Streep, único bote salvavidas de la cinta.
Las demás interpretaciones pasan sin pena ni gloria por la pantalla, cayendo algunas de ellas en la mediocridad. La música parece genérica y sin alma. La fotografía la habitual en el cine británico, correcta. La dirección absolutamente fallida. Phyllida Lloyd no tiene en ningún momento el control de la película ni parece conocer su rumbo.
Babel, Mar Adentro, La Vida es Bella, Crash…son películas. Algunas mejor que otras con algo en común: son manipuladoras. O por lo menos lo intentan. ¿Por qué ese afán desmedido por llevar al espectador al terreno deseado sin importar qué medio usar para ello? ¿Por qué no dejar que él mismo se construya la historia y los personajes en la cabeza sin necesidad de ayudas ? ¿Cómo tienen las santas narices Abi Morgan y Phyllida Lloyd de decirme qué Margaret Thatcher era x cuando yo sé que es y ? ¿Acaso saben más que los libros de historia y los historiadores que catalogan a la que fuera Primer Ministro de Inglaterra durante once años como uno de los gobernantes más extremos, déspotas y unilaterales que han existido jamás? Es una lástima que producciones como ésta sigan la estela de Oliver Stone y no de Frears o Hooper en cuanto a la utilización sin control del maniqueísmo más radical. Lástima porque la película tiene calidad cinematográfica suficiente como para haber prescindido de tales artimañas sin resentirse en absoluto. Contando con una de las mejores actrices de la historia como Meryl Streep, experta en humanizar todo tipo de personajes, estaba de más. La primera escena de una película suele adelantar el tono general del resto y aquí nos encontramos a una Thatcher vieja, sola y dándose de bruces con el horror de su pasado hasta yendo a comprar el pan.
La estructura del film puede resultar cansina y difícil de seguir para el gran público por estar fragmentado en flashbacks, continuos cambios temporales episódicos y alucinaciones de la protagonista. Lloyd intenta sumergirnos en la enferma mente de Thatcher mediante idas y venidas pero no es hasta la mitad del metraje cuando lo consigue debido a la dramática y triste historia de amor con su marido, un magnífico Jim Broadbent (qué actor más infravalorado…). La historia de amor es, de largo, lo mejor de La Dama de Hierro, gracias a una química a prueba de bombas (perdón por el chiste) entre Broadbent y Streep (aunque solo se le reconocerá el mérito a ella). De hecho, esta fragmentación parece diseñada a modo de pequeños trailers con su principio, desarrollo y final con una carga emocional potente y bien construida. Directora y guionista han decidido pasar de puntillas por el Thatcherismo en favor de la persona, lo cual me parece muy correcto y algo totalmente loable, si no fuera porque esa persona dibujada no es Margaret Thatcher. Si se apuesta por retratar a la persona, quiero ver a esa persona porque si no es mejor crear un personaje anónimo desde cero y todos estos problemas quedarían eliminados al no existir comparación o posibilidad de corroborar. Morgan también olvida que el contexto es importante para entender el funcionamiento de una mente humana y la toma de decisiones.
Sigo en spoiler sin ser spoiler