La dalia azul
Sinopsis de la película
Terminada la II Guerra Mundial (1939-1945), Johnny vuelve a su casa, pero descubre que su mujer se ha enamorado de Eddie, el dueño de un night club llamado La dalia azul. Al principio, se siente tan anonadado que sólo piensa en vengarse, pero inmediatamente abandona la idea y se va. Cuando, al día siguiente, su mujer aparece muerta, él se convierte en el principal sospechoso. No tendrá entonces más remedio que buscar al asesino, y Joyce, la esposa de Eddie, le ayudará a encontrarlo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Blue Dahlia
- Año: 1946
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
6.5
56 valoraciones en total
La dalia azul es uno de los grandes clásicos del cine policíaco americano de los años cuarenta. Antes de que se hiciese célebre la mítica pareja formada por Humphrey Bogart y Lauren Bacall, otra pareja que descubriremos aquí había marcado para siempre el cine de Hollywood, Alan Ladd y Verónica Lake. A partir de El cuervo, en 1942, ambos formaron un dúo inseparable, siendo él un duro magnífico y ella una deliciosa mujer fatal, estaban hechos el uno para el otro, ambos eran guapos, destilaban glamour y misterio, y además eran bajitos, lo que facilitaba las cosas en el rodaje, pues, recuerdan las malas lenguas, que Alan Ladd se ponía tacones considerables y necesitó de un taburete para rodar una escena con Sophia Loren en La sirena y el delfín. Por su parte, Verónica Lake, atractiva rubia platino, marcó con su glamour y su estilo la década de los cuarenta, y su peinado, con un mechón de pelo sobre el ojo derecho, se hizo célebre con el nombre de Peek-a-Boo-Bang, algo así como espiar por la mirilla.
La dalia azul, dirigida por el veterano George Marshall, es el único guión de Raymond Chandler, escrito a partir de una novela negra inacabada. La trama policíaca es bastante simple, el marido acusado injustamente de la muerte de su esposa infiel, pero Chandler supo divertirse mezclando los hilos, creando múltiples pistas y sospechosos para alimentar el suspense.
Más allá de la trama policial, en este film de serie negra realizado en 1946 en la inmediata posguerra, lo más interesante es la atmósfera que rodea a esos personajes y que es un coherente reflejo de la época, el marido y sus dos amigos son veteranos de guerra que regresan a la vida civil y que están heridos física o moralmente. Todo arranca de hecho con esa secuencia con la que Alan Ladd descubre que su esposa tiene un amante de dudosa reputación, ella es la actriz Doris Dowling, aunque la verdadera estrella femenina será la misteriosa Verónica Lake, que como Alan Ladd también huye de si misma. Pero quien destaca en el reparto y se revela como un personaje clave del film es Buzz, el militar interpretado por William Bendix, que a causa de una herida de metralla en la cabeza se ha convertido en un hombre irritable, violento y de imprevisibles reacciones.
La Dalia Azul estuvo propuesta para el Oscar al mejor guion en aquel año y ahí se quedó. Como película de Cine Negro es una propuesta interesante y casi diría que obligada, pues es una estupenda muestra de personajes característicos de este género y con el ambiente de intriga y violencia adecuado al término.
Alan Ladd, fue uno de los galanes de la época, y con Veronica Lake a su lado formaron una de las parejas más famosas de Hollywood, y La Dalia Azul es una de sus consagradas películas.
Esta película es digna de buena nota por unas secuencias interesantes y bien montadas. Todo está perfectamente enlazado para presentar un misterioso asesinato con un inocente aparentemente culpable. Hay algo también muy apacible y especial alrededor de La Dalia Azul.
Película de cine negro que, a pesar de su cartel y su guionista, Chandler, es totalmente de serie B y perfectamente olvidable. Lo peor de todo es la falta de ambiente, de actores de reparto solventes, y de un guión mínimamente trabajado, los protagonistas se encuentran de manera casual constantemente, en una ciudad de millones de habitantes, como si no hubiera nadie más en el mundo, de forma que se plantean situaciones que no tienen la más mínima credibilidad. En estas condiciones, lo raro es que se consiga alargar la trama para que dure más de diez minutos. El final de la intriga, la cual el espectador sigue a rastras, porque no hay casi suspense previo que le induzca a seguirla con un mínimo interés, se resuelve deprisa y corriendo y de forma totalmente chapucera, endosándole el muerto al que menos motivos tiene para cometer un crimen. Hay fallos de guión brutales pero no merece la pena comentarlos porque ni siquiera la actuación de la pareja protagonista es lo suficientemente destacable como para incitar a ver la película, son bastante poco creíbles, él como tipo duro , y ella como la rubia fatal , solo saben soltar las manidas frases redondas y cortantes típicas del género (que suenan completamente huecas dada la falta de ambiente). El tercero en discordia, el marido de ella, es un bluff total, muy por debajo de ellos, como todos los secundarios del film.
Pese a la presencia de algunas de las figuras icónicas del género ―Alan Ladd, Veronica Lake y, sobre todo, el maestro Raymond Chandler como firmante del guion―, The Blue Dahlia es un noir definitivamente fallido.
Su inconsistente trama se hace de una sucesión bastante inconexa de situaciones poco verosímiles, cuando no simple y llanamente absurdas, producto de un libreto plagado de lagunas ―especialmente en su tramo final―, impropio de su talentoso autor. Al respecto cabe preguntarse por el nivel de alcoholemia con que Chandler se puso manos a la obra, pero más aún por el que ostentaban los académicos de Hollywood cuando decidieron nominar semejante sindiós al Oscar al mejor guion original. Si bien es cierto que el calendario de rodaje le exigió acabarlo a toda prisa, y que el asesino que ―él y cualquier espectador mínimamente avezado― tenía en mente hubo de ser cambiado, a ultimísima hora y en abracadabrante pirueta argumental, por otro algo más ―llamémoslo― military friendly.
Alan Ladd encarna con solvencia al lacónico tipo duro de uso. Aunque, comparado con, pongamos, un Bogart, se me hace un tanto pulcro para el papel. Veronica Lake, por su parte, transmite todo lo que una muñequita de porcelana como ella puede transmitir: concretamente, nada.
En fin, sólo William Bendix ―excelente en su rol de veterano sonado― y la consabida fotografía en el lóbrego blanco y negro de rigor se salvan del decepcionante naufragio.
El comandante John Morrison y dos de sus hombres, Buzz (William Bendix) y George (Hugh Beaumont) regresan a casa tras haber combatido en la guerra del Pacífico Sur. John advierte que su mujer (Doris Dowling) bebe demasiado y le es infiel con Eddie (Howard da Silva), dueño de un club nocturno, La Dalia azul .
El guión está a cargo del famoso escritor Raymond Chandler, nominado por este trabajo al mejor guión original, aunque el premio ese año fue para El séptimo velo .
Es la tercera de las cuatro películas que rodaron juntos la pareja Alan Ladd y Veronica Lake. Las otras fueron El cuervo y La llave de cristal , ambas de 1942 y Saigon , en 1948. Ella aparece aquí con su sello de identidad, es decir, su larga melena rubia.
Los actores rayan a un nivel más que aceptable. Destaca el secundario William Bendix, que interpreta a un oficial que sufre terribles jaquecas por tener incrustados trozos de metralla en la cabeza, a consecuencia de la guerra.
El papel de Veronica Lake no está suficientemente aprovechado, aunque su aparición (avanzada ya la película) es ya de por sí un acontecimiento. Es muy bonita la escena junto a Alan Ladd con la playa de fondo.
Técnicamente es una película bien filmada, con gran profusión de planos medios, con un planteamiento inicial claro. Quizá el último tercio, acusa algunas imprecisiones de guión, con el esclarecimiento del culpable. Al parecer, el guión estaba redactado hasta la mitad al empezar el film, pero ante la buena marcha del rodaje, hubo que acelerar el proceso de elaboración del guión, lo que explica algunas lagunas, junto a las presiones que recibió Chandler (spolier).
En definitiva, interesante película de cine negro, pero lejos de las grandes del género.