La culpa del otro
Sinopsis de la película
Rafael trabaja como ayudante de cámara de un marqués. Acusado de haber cometido una falta en el servicio, es despedido, si bien todo se debe a los manejos del administrador. Poco después se produce un incidente callejero en el que se ve envuelto el noble. Su antiguo empleado de confianza interviene en su defensa, aunque sin poder evitar su muerte.
Detalles de la película
- Titulo Original: La culpa del otro
- Año: 1942
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
5.5
47 valoraciones en total
Un agradable sorpresa, no en vano se trata, ni más ni menos, que de un grandísimo folletín, de esas que podríamos ver en las telenovelas que emiten en la tele en horario de sobremesa.
Sin embargo está muy bien dirigida por un Ignacio F. Iquino pre-películas del destape, spaguettis, y etc.
Antes de todo esto (del destape, quiero decir) era un gran director y un muy importante productor que dió muchísimas oportunidades a personas que gracias a él se labraron un buen porvenir en el Séptimo Arte.
El argumento es de traca, pero nunca, y esta es su mayor virtud, cae en el ridículo, antes bien, alcanza en ciertas escenas una grandeza emotiva, siempre que se acepte todo lo que se nos cuenta, que es verosímil, pero muy poco creíble.
Pero esto es lo de menos, lo importante es que tiene un ritmo increíble, situaciones simpáticas y divertidas, otras de gran y desaforado melodrama (cada vez que declama sus frases una entregada Mercedes Vecino (en el fotograma), iluminada y maquillada de una forma que no se puede contar sino ver…).
Además hay intriga, que tal y como va la peli se puede decir que es lo de menos, a pesar de ser el leif motiv de todo el tinglado.
En suma, que merece la pena verse. En primera lugar porque te lo pasas realmente bien, y en segundo por ver, que también es un acierto, cómo se vivía en ciertos ambientes de la Barcelona de los años veinte, treinta y cuarenta.
http://filmsencajatonta.blogspot.com.es/
Menuda ensalada de géneros para una obra que nunca se sabe por dónde va a salir. Empieza como musical, bueno, en realidad comienza como si fuera una de aventuras y piratas, sigue como drama, continúa como thriller, luego se vuelve comedia, más tarde se crece como melodrama, prosigue como romance clásico, por medio hay algo de acción, y termina como las de los detectives, con todos los interesados en la biblioteca para resolver un crimen que ocurriera hace 18 años. Tal mezcolanza hace que La culpa del otro pierda unidad pero por otro lado, resulta imposible aburrirse con tanto cambio.
Aunque al principio no lo dicen estamos en 1924, momento en que se produce un intento de robo en la casa de un marqués, en medio del cual ocurre el misterioso asesinato del propietario de la mansión. Como el administrador le tiene inquina a una pareja de recién casados, que trabaja en la misma casa, le echa el muerto al hombre y a ella, haber colaborado en el crimen. Podría ser contando más y seguiría en la introducción pero es mejor que lo veáis. En sus apenas 82 minutos de duración se sucederán diversos lances, amoríos y pesquisas hasta llegar al desenlace que todos esperábamos.
Aunque para muchos resulte un desconocido, fue cineasta, guionista y luego fundó su productora que pertenece a la Historia del Cine Español por derecho propio con más de 50 años de azarosa vida profesional, produjo unas 120 películas de las que dirigió unas 90. De ahí la importancia de este cineasta catalán si no universal, al menos incombustible. Iquino se enorgullecía de haber sobrevivido a la 2ª República, el franquismo, la UCD y el PSOE. Toda una hazaña. La crítica siempre lo asoció al subproducto a rodajes apresurados y oportunistas al servicio de las modas, despreocupado de otros intereses que no fueran el negocio feliz y ventajoso, se le recuerda por el burdo cine folclórico, el spaguetti-western y el cine de destape, pero no es menos cierto que tiene en su haber un puñado de títulos interesantes como el que paso a comentar, además de Brigada criminal y El judas, entre otras.
La culpa del otro es un curioso melodrama folletinesco con ribetes de cine policíaco, que Iquino realizó para la productora CIFESA. El cineasta muestra su habilidad para comenzar el film con un espléndido plano secuencia descriptivo (al son de la copla Tatuaje) de unos cuatro minutos que lo podía haber filmado Orson Welles como haría más tarde en Sed de mal. Iquino mezcla sin rubor varios géneros, comenzando por el musical del citado comienzo, para pasar a la trama detectivesca, continúa con el melodrama y flirtea con la comedia de enredo. El tema humorístico está representado por un estrafalario y torpón detective de aspecto intelectual que se maneja bien con el absurdo.
Una producción estupendamente ambientada en el barrio del Raval barcelonés junto al puerto, donde se dan cita en la cantina de El Tritón, marineros perseguidos por la ley, prostitutas, borrachos y otras gentes de mal vivir, incluyendo una guarida de ladrones. También hay lujo y grandes mansiones, hay ricos y pobres, nobles y criados, ayuda de cámara y el administrador del marqués. No falta el falso culpable de un crimen por dinero y el noviazgo romántico surgido del caprichoso destino. Una película digna, atractiva e interesante que ahora puede quedar algo obsoleta pero que es testigo de su tiempo, una época del cine español.
Antes de que Iquino hiciera en los setenta películas tan infumables como La Zorrilla en bikini o La caliente niña Julieta rodó rarezas como esta, un culebrón que se deja ver por muchas razones. Hay alardes de buen cine como el ya comentado aquí plano secuencia del principio, con una variedad de gente mientras suena la célebre Tatuaje. Luego está la coña con el cómico detective privado. En la escena del robo hay unas caídas que resultan también muy cómicas. Notables los momentos de emoción del reencuentro de la familia y la felicidad después de tanta injusticia. La belleza de Isabel de Pomés, nada que envidiar a muchas del Hollywood de entonces.
Además ver algo de Barcelona en los años cuarenta, solo tres después de que terminara la guerra.
También algunos primeros planos de una fotografía esplendorosa.
Puede ser que mi nota refleje mi interés por la historia del cine, que lleva a quizá sobrevalorar lo antiguo. Pero cada vez que la he visto me ha gustado, aun reconociendo un cierto esquematismo.
Asombrosa calidad de imagen. El contenido resulta hoy día medio naif, medio ridículo, medio teatral, medio bizarro (por ejemplo el número musical del comienzo). Muchas cosas curiosas en las que fijarse: el joven Luis Prendes, los maquillajes de la Vecino, la iluminación, la cara de viejos que tienen los niños, los tocados de las actrices (lazos, trapos diversos), los vestuarios. Una película entretenida. Y cursi, claro.