La cuadrilla
Sinopsis de la película
En el sur de Yorkshire, cuando la empresa ferroviaria British Rail es privatizada, los trabajadores se encuentran ante un dilema: acatar las nuevas normas de la compañía o aceptar el despido y pasar a engrosar las listas de las agencias de trabajo temporal.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Navigators
- Año: 2001
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
6.5
67 valoraciones en total
Qué forma tan sencilla y limpia de transmitir una idea.
Ken Loach da en el clavo sin necesidad de violencia gratuita, sexo barato, policías y ladrones, buenos y malos perversos. Ahí reside lo bueno de esta película, que nos cuenta una historia sencilla con un mensaje claro.
Los actores bien. La ambientación perfecta, parece un documental sacado de la calle.
No ganará ningún oscar pero vale más que muchas películas que sí lo tienen.
A mí me gusta el cine de Ken Loach. Es más, a mí me gusta mucho el cine de Ken Loach, y por eso lo veo. No entiendo como hay personas que odiando a Ken Loach y su visión del mundo, visionan, supuestamente, todas sus películas con la única intención de crucificarle.
Me gustan Ken Loach y los escritos de Paul Laverty (aunque no es el guionista de La Cuadrilla) por auténticos e imperecederos. Nada de trasnochados. Quien dentro de cien años quiera saber cómo se vivía en el siglo XX, habrá de recurrir a creadores sinceros: ni manipulables, ni pesebreros. A cineastas, escritores, fotógrafos que capten la realidad y no la falsedad insolidaria que nos envuelve como niebla pegajosa. De hecho ya es histórico que los ferrocarriles que privatizó la Thatcher hubieron de ser nacionalizados para evitar el gran número de accidentes y muertes de los usuarios y trabajadores ingleses. Eso es lo que cuenta la película, ni más, ni menos: LA VERDAD.
A mí me gusta Ken Loach, y me gustan: Emile Zola, Balzac, Tolstói, Dostoievski…. y Galdós, Clarín, Blasco Ibáñez…..y ¡tantos! que me cuentan cómo se vivía, y procuro aprender y no repetir los errores.
A quienes siguen consignas conservadoras para alimentar sus discursos contra los cineastas sociales y su supuesta falta de valor artístico, les diré que sus argumentos son pobres y endebles y por encima de ellos pasan como apisonadoras obras como: Las uvas de la ira, Los Olvidados, El ladrón de bicicletas, El acorazado Potemkin, Las tortugas también vuelan, Recursos humanos, Plácido, sí, también Los Lunes al sol… y Desaparecido, Los cuatrocientos golpes, El hombre elefante, La batalla de Argel, El Gran Dictador, El espíritu de la colmena…..
Yo sé quienes son los que piensan que la denuncia social no es importante: los que dominan, los que trabajan para ellos y los que aún no se han enterado que les están haciendo el juego con sus irreflexivas posturas. ¡Viva Ken Loach!
Ken Loach en estado puro. Ni más, ni menos. Si te gusta ver retratado en la gran pantalla el mundo de los trabajadores de manera simple, pero efectiva, a sabiendas de que existe un marcado sesgo ideológico a lo largo de todo el discurso, sesgo que por otro lado no incomoda ni perturba en demasía, entonces adelante: ésta es tu película, y Loach es tu hombre.
La trama gira en torno a una cuadrilla de humildes trabajadores que desempeñan su labor en una empresa ferroviaria británica estatal que de la noche a la mañana se privatiza. Tras un proceso que a priori no parecía enmascarar nada más allá de un cambio en el nombre de la compañía, pronto comienzan a producirse toda una serie de sutiles (y no tan sutiles) cambios en la política de la empresa que cristalizan en una pérdida por parte de los trabajadores de parte de sus derechos. Mientras algunos empleados deciden marcharse de la empresa y probar suerte en el mundo de las empresas de trabajo temporal (ETT), otros intentan amoldarse como buenamente pueden a los cambios, pero no será fácil…
Que diga que Ken Loach tiene tantos seguidores como detractores es una auténtica perogrullada. Sin embargo, lo que no termino de comprender muy bien del todo es por qué existe un extremismo tan evidente hacia el cine de este hombre. La principal crítica que se le hace es el marcado sesgo ideológico y didáctico que impregna cada uno de sus filmes, y que se sitúa siempre en favor de la clase trabajadora y de lo maravillosa que es en detrimento de los maquiavélicos jefes de las grandes corporaciones. Pero seamos sinceros, lo verdaderamente mosqueante sería lo contrario: es decir, que encima los trabajadores quedaran como los malos de la película mientras los bondadosos jefes de las multinacionales se vanagloriaran de su infinita bondad para con el vago y saca cuartos trabajador de turno…
En fin, personalmente no me considero ni un gran defensor de este hombre ni un enemigo de su cine, más bien me sitúo en un punto medio, como creo que hace la mayoría silenciosa que no se dedica a despotricar ni a poner sobre las nubes públicamente a Loach.
Estupenda película que nos narra el día a día de los trabajadores ferroviarios que ven como cambia su situación laboral cuando la empresa pública en la que trabajan, la British Rail, es privatizada, quedando a merced de los nuevos dueños que intentan vender la moto de que nada va a cambiar, cuando se sabe que no va a se así.
En mi opinión narra perfectamente la situación que se vive cada vez que una empresa pública es privatizada, los nuevos dueños intentan hacer ver a los trabajadores de que todo va seguir igual, pero a la menor oportunidad intentan modificar los convenios para que los trabajadores echen más horas y cobren menos.
En resumen, una buena película que hace una crítica contra las privatizaciones, que en muchos casos solo benefician a los compradores y perjudican a los trabajadores, muy recomendable su visionado.
Uno de los cineastas actuales que de forma más patente deja entrever sus ideales políticos en cada uno de sus filmes es el británico Ken Loach. De tendencia trotskista, Loach es conocido por sus filmes de temática social, cercanos a las clases bajas y no exentos de críticas al poder capitalista y neoliberal. En este sentido, películas como La cuadrilla entroncan con otras comentadas en este blog como Full Monty, donde también se retrata la vida de obreros golpeados por el capitalismo de la Dama de Hierro Margaret Tatcher.
Si en la película de Cattaneo veíamos a un grupo de desgraciados a los que Maggie dejaba en bolas, en La cuadrilla asistimos a las vivencias de unos trabajadores ferroviarios que ven cómo la compañía en la que trabajan es privatizada y han de amoldarse a las condiciones laborales exigidas por el nuevo jefe.
Con algunos actores traídos de hecho de la película de Cattaneo, como es el caso de Steve Huison, que si bien interpreta a dos personajes iguales en su situación económica son prácticamente antagónicos en su posición ante la vida, pienso que una de las mayores virtudes de La cuadrilla, y quizá de la práctica totalidad del cine de Ken Loach, es la inteligente combinación de comedia y tragedia para contarnos una historia que sin duda es triste, aportando graciosos momentos que nos arrancan una sonrisa. El realizador británico consigue así no sólo criticar el sistema económico liberal, sino además reírse de él y contar una tierna historia que a nadie deja indiferente y que invita a la reflexión.
En La cuadrilla, Ken Loach deja claro que, bajo el capitalismo, el obrero se convierte en su propio enemigo al asumir como propios los intereses de su explotador, lo cual le trae sin duda terribles consecuencias que es preciso tener en cuenta ante la posibilidad de quedarse sin trabajo.
Sumergidos en un triste paisaje nublado típico de Inglaterra, los personajes ven cómo su situación laboral les afecta no sólo en lo económico, sino también en lo personal, familiar y sentimental, hecho que, gracias a que parte del reparto está conformado por actores no profesionales, acerca al espectador las vivencias de cada una de esas personas para que las viva como propias, para que veamos en cada uno de los personajes de la pantalla esas mismas personas que vemos nosotros, espectadores, en nuestro día a día cuando vamos a nuestros centros de trabajo. Genial película de un más que interesante director.