La conspiración
Sinopsis de la película
Debido al Apartheid, el clima de tensión en Sudáfrica es cada vez más crítico. Rina (Nicol Williamson) libera a Shack Twuala (Sidney Poitier), sin saber que es un activista del clandestino movimiento negro que tiene en jaque al departamento de Seguridad Nacional. Jim (Michael Caine), el amante de Rina, se ve de pronto envuelto en una trepidante huida en compañía de Shack para eludir el cerco policial y atravesar la frontera: lo que ignora es que todo obedece a un plan perfectamente estudiado.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Wilby Conspiracy
- Año: 1975
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
5.7
36 valoraciones en total
El título induce a pensar otra cosa de esta película que básicamente cuenta la persecución de la que son objeto dos hombres, Michael Caine y Sidney Poitier. Estos hombres serán implacablemente perseguidos por la diabólica maquinaria de represión que existió en el Apartheid. Al frente de esta maquinaria están dos policías sudafricanos muy repelentes que pretender llegar hasta un lider político negro, en paradero desconocido, que les cae especialmente mal.
Lo bueno de la película es que toma como base el cariz aventurero que conlleva esta huída, dejando el halo político opresor siempre de fondo y tan siquiera como denuncia.
La película es muy entretenida, creíble y está muy bien relatada.
Personalmente me gustó el final y la variedad de situaciones y personajes con los que se van encontrando.
Ralph Nelson es un director estadounidense un tanto olvidado que sin embargo tiene en su haber películas curiosas. Una de ellas es La conspiración , rodada entre el Reino Unido y Kenia, y que aprovecha el tema de la segregación racial en la República de Sudáfrica de entonces para crear una rocambolesca historia de acción y amistad en la que dos hombres que no se conocen de nada, interpretados por Michael Caine y Sidney Poitier, deben convivir y colaborar entre sí por la fuerza de las circunstancias.
Es una película muy entretenida, con buenos diálogos, con muy buenas escenas de acción, y también con toques de humor y algún momento picante, como la inesperada escena de sexo entre Poitier y Persis Khambatta. Destaca también la presencia, en un pequeño papel, de un joven Rutger Hauer en el papel de un sudafricano de origen holandés. Incluso se hace referencia al ya fallecido Che Guevara en los diálogos.
Si bien tiene algunas fallas se deja ver este film que el tiempo no ha perjudicado enormemente y muestra como el odio racial genera enfrentamientos de todo tipo en Sudáfrica en pleno Apartheid. Allí un activista negro luego de pasar 10 años en la cárcel es liberado y en lo que considero bastante ilógico se involucra nuevamente en problemas esta vez acompañado por un ingles que es amante de su abogada. De esta manera emprenderán juntos un viaje de 1400 km rumbo a Sudáfrica y en donde todo sera diferente a lo que tienen planeado, especialmente cuando se involucra la Seguridad Nacional que tiene otra cosa en mente. Hay correctas actuaciones de Sydney Poitier y Michael Caine siendo gracias a ellos que la pelicula salga de la mediocridad. Sin ser de las mejores de ambos puede verse sin problema.
Después de conseguir que, Shack Twala, fuese liberado de sus cargos tras haber pasado diez años en Robben Island, en donde fue recluido bajo el cargo de violación a la ley contra el terrorismo, la abogada, Rina van Niekirk, decide ir con su defendido y con su amante, Jim Keogh, a celebrar la buena nueva… pero, su propósito es interrumpido cuando, ante las arbitrariedades de un par de policías, sus amigos los golpean para protegerse. Este hecho, pondrá a Rina en manos del racista y empecinado Mayor Horn de Capetown, Sudáfrica -donde suceden los hechos-, mientras que, Koegh, huye llevando a Twala en dirección a Johannesburg donde éste espera encontrar refugio.
>, tiene como antecedente la emotiva, The Defiant Ones (Stanley Kramer, 1958) donde era Poitier quien aquella vez huía con Tony Curtis. Y la oscarizada y muy interesante, Green Book (Peter Farrelly, 2018), sigue ahora la misma línea. Los cineastas insisten porque la conciencia del hombre tarda demasiado en despertar.
> es un filme impecable y de gran valor histórico… aunque al final aparezca el aviso protocolario de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia… y, sí, ¡las coincidencias son bastantes!
Estamos en tiempos del infame apharteid, cuando los recursos de las autoridades inglesas para contener a los rebeldes nacionalistas venían siendo bastante extremos, pero, esto no consigue disuadir a los miembros del African National Congress (Congreso Nacional Africano) del cual, pronto sabremos, hace parte Shack Twala.
El filme funciona de maravilla en varios niveles: El primero, como una firme y documentada radiografía de la discriminación y los abusos que, por causa del racismo, se cometen a diario contra la comunidad afro. Después, como un encomiable mensaje de integración y de respeto por la diferencia, cuando al dársenos la ocasión de conocerlo, se nos permite ver de manera clara los valores inherentes al individuo y las causas por las que hace su indeclinable oposición al régimen, y entre otras cosas, el colonialismo queda muy mal parado con sus maneras arrogantes, brutales e inhumanas como se apodera de la tierra y de las riquezas de los países en vías de desarrollo hasta el punto de convertirlos en regiones con los más altos niveles de pobreza.
La trama está llena de sorpresivos e ingeniosos recursos de ambos bandos, hay lugar para algunas distencionantes sonrisas, la acción está brillantemente manejada, y las interpretaciones de Michael Caine, Sidney Poitier y Nicol Williamson son de quitarse el sombrero.
La película partió de la novela, The Wilby Conspiracy (1972) del irlandés Peter Driscoll, un hombre que vivió y trabajó en Sudáfrica durante muchos años y pudo conocer de primera mano la suerte de vejámenes que a diario se causaban en aquellos tiempos de infame colonialismo… y ante la valentía del director, Ralph Nelson, de ponerse del lado de la razón, la película tuvo las habituales resistencias de los sectores más reaccionarios y, en EE.UU., muy pocos se animaron a exhibirla.
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