La comedia de la vida
Sinopsis de la película
Todos los seres humanos tenemos momentos de grandeza y de miseria. En función de lo que nos va llegando tomamos una actitud diferente, pero siempre necesitamos a los demás para vivir. Ésta es una comedia trágica sobre el hombre en estado puro, sus comportamientos en sociedad, sus pensamientos, sus preocupaciones, y sus deseos de amar y ser amado. Una galería de personajes recurrentes desfila por situaciones cotidianas, a veces surrealistas, para mostrarnos su particular filosofía ante la vida.
La comedia de la vida , una película completamente alejada de los cánones habituales de narración, sin planteamiento, nudo ni desenlace, sin protagonistas ni personajes secundarios y con un único movimiento de cámara a lo largo de su hora y media de metraje, ha conseguido numerosos galardones y menciones importantes. Fue la candidata sueca para luchar por el Oscar a la mejor película extranjera y, además de participar en Cannes, recibió el Premio especial del jurado en Sevilla y una nominación al mejor director en los Premios del Cine Europeo. Ese director no es otro que Roy Andersson, famoso en su país por construir un lenguaje cinematográfico que se aleja de la norma. No en vano, Andersson ha acuñado el término trivialismo para referirse a su gusto por ir de las situaciones más cotidianas a los problemas existenciales de todo ser humano. En la elección del elenco de La comedia de la vida , el realizador sueco no se limitó a actores profesionales, sino que recorrió las calles y los lugares habituales de reunión social para buscar nuevas caras que encajaran, sin más, con los personajes que quería mostrar.
Detalles de la película
- Titulo Original: Du levande (You, the Living) aka
- Año: 2007
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
6.7
92 valoraciones en total
Un resumidero de personajes comunes y al mismo tiempo delirantes en una serie de escenas cortas, algunas con historias breves, otras casi una instantánea de la burda vida. Pocas veces en la cartelera aparecen películas de las que no es posible ni viable contar nada cuando te preguntan de qué va. Una, porque realmente no se puede (no hay más estructura narrativa que algunos fenómenos comunes a diferentes escenas, como tormentas o aviones en el cielo). Dos, porque no se le hace justicia si se intenta.
Con el color de una película de los setentas, la ambientación de una ciudad pequeña y la sensación de personajes de pueblo, du levande respira la decadencia y el patetismo de una cotidianeidad surrealista y descolorida. Como la de un hombre mayor bajito y regordete que ensaya una pieza de percusión con una radiocassette y su bombo en la sala de su piso, o una mujer alcohólica y autocompasiva que repite una y otra vez en público que nadie la entiende, o un psiquiatra mayor -con cara de muerto en vida- agobiado por su profesión, o una chica joven que sólo desea tener como novio al guitarrista de un grupo con estética de los setentas (los Black Devil). Y así se suceden…
A pesar de todo, tiene ciertas reminicencias. El mismo director ha confesado su cercanía a Buñuel, cuando después de oir a un personaje decir anoche tuve un sueño, a continuación vemos el sueño. A Delicattesen en una ridícula escena de sexo, a la cadencia de algunas películas italianas con tinte surrealista.
Interesante, sarcástica y sobre todo recomendable para sacarse un rato de encima las historias facilistas made in hollywood.
Segunda película de la trilogía que Roy Andersson dedicó al sentido de la vida.
Esta película, en cuanto a dirección (presentación de escenas breves que con otras posteriores llegan a formar una secuencia o lo son en sí mismas), es semejante a la primera, también en su fotografía (luz y colores muy matizados). En cambio en su argumento hay cambios, no solo se plasma lo gris y lo negro de la existencia humana por parte del director, sino que en este caso también tienen cabida los sueños, se puede decir que dentro de ese pesimismo y estado depresivo general que cubre la obra de Andersson, hay lugar también para un reflejo bello, inocente, aunque sea del todo improbable aun dentro del surrealismo y absurdo con que el director sueco teje la historia. Otro cambio, respecto a Canciones del segundo piso, es la introducción de la música, incluso la canción, con carácter protagonista, en el guion.
Película muy meritoria, si bien contiene algunas escenas que no están a la gran altura de la mayoría haciendo de este film algo menos homogéneo en su grandeza que el anterior.
En este original film, cincuenta pequeñas escenas van mostrando distintas situaciones tragicómicas, donde los personajes luchan por establecer desesperadamente una comunicación con el prójimo. El propio director lo definió como un film sobre la vulnerabilidad del ser humano, sobre sus sueños y sus miedos, sobre su comportamiento y su eterna búsqueda del amor. Como en Canciones del segundo piso, Andersson utiliza una estilizada puesta en escena, que por momentos parece cercana a la de las piezas teatrales de Samuel Beckett.
Hay muchas maneras de cambiar el clásico método de narrar en cine (el método, por ejemplo, del cine norteamericano), el de un relato coherente, aristotélico (donde no sobra nada), que podemos entender y seguir.y al cual estamos acostumbrados. Una de esas maneras de romper la tradición es, por ejemplo, la disparatada película Pierrot el loco , de Jean Luc Godard (1965), otro método frecuente es el flashback (o el flashforward ) o la introducción de escenas que no tienen nada que ver con el relato, etc. Esta película, con unas cincuenta escenas que no cuentan un relato (por lo cual se suele decir, tal vez erróneamente, que no tiene guión) pero igual representan la vida humana de un modo original y encantador gracias a la mirada de un sueco sobre sus coetáneos, utiliza también el recurso de presentar sueños como parte de la sucesión de escenas. Así se recorren diversas situaciones de la vida humana: la queja depresiva, el amor sexual, el amor melancólico, el acto público, la locura, la muerte, la religión y la culpa, etc. en una sociedad de interiores despojados y personajes taciturnos, por los cuales conocemos algo más de nuestros congéneres nórdicos. Cine para ver y gozar, con excelente banda sonora.
Muchas veces, en noches de soledad y hastío, nos hemos encontrado mirando por la ventana, imaginándonos la vida de los demás. Cada luz de apartamento, con su mundo, tan complejo y sencillo como la vida misma. Esto es Du Levande, mirar por la ventana de gente común. No hay que buscar sentido donde la existencia sólo basta. Si se busca un film con guión lineal, cartesiano y con final previsible, es mejor no verla.
No hay que buscar nada en Du Levande, sólo dejarse llevar y mirar por la ventana abierta del vecino.