La carta
Sinopsis de la película
La fría y calculadora esposa del propietario de una plantación de caucho en Malasia asesina a un hombre, supuestamente en defensa propia. Pero, de repente, aparece una comprometedora carta cuyo contenido echa por tierra la versión de los hechos de la protagonista.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Letter
- Año: 1940
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
7.6
43 valoraciones en total
Dirigida por William Wyler, obtuvo siete nominaciones a los Oscar (director, actriz principal, película, edición, música original, fotografía y actor secundario). Producida por Hal B. Wallis ( Casablanca ), se inspira en una obra de Somerset Maugham.
La acción tiene lugar en Malasia, en una plantación de caucho, relativamente próxima a Singapur, en 1937/8. Narra la historia de Leslie Crosbie (Bette Davis), que mata a un amigo, Geoffrey Hammond (David Nowell), alegando defensa de su integridad. Explica al marido, Robert (Herbert Marshall) y al abogado defensor, Howard Joyce (James Stephenson), los detalles del incidente. No se prevén problemas hasta que inesperadamente Howard recibe la copia de una carta escrita por Leslie dirigida a Hammond, que puede incriminarla. El desarrollo de la obra gira en torno a la pregunta sobre las razones por las que Leslie mató a Hammond. Su versión de los hechos no resulta creíble ni para el abogado defensor ni para el espectador. Por ello, la película contiene desde el principio un elemento capital de incertidumbre y de intriga. Destaca el cariño con el que el director trata a la protagonista, de la que exalta el encanto personal, su belleza singular y el magnetismo de sus ojos, grandes, penetrantes y expresivos. Se incluye una referencia al racismo del Jurado, compuesto sólo por blancos, que no condenará a Leslie, porque el difunto estaba casado con una mujer asiática. El director crea un clima denso, de tensión y dramatismo, que se mantiene sin pausa y que confiere a la obra una fuerza inusual. Destacan las escenas de la explicación de Leslie a Bob y Howard de los detalles de la visita de Hammond, la conversación en la prisión entre Leslie y Bob, el juicio con la intervención fría y angustiada de Howard, la visita de Leslie a la viuda de Hammond (Gal Sondergaard) y la íntegra escena final.
La música es orquestal y acompaña las secuencias con intervenciones que explican y ralzan los matices emocionales de cada escena. La fotografía hace una exhibición de maestría con el incomparable travelling inicial, que avanza de izquierda a derecha, muestra el descanso de los trabajadores nativos y se aproxima hasta encuadrar el rostro de la protagonista. La escena de cierre se desarrolla con un travelling tan largo como emocionante. La cámara se mueve en busca de la excelencia de la composición y del dibujo. El guión hace una buena descripción de los personajes, especialmente del de Leslie, mujer astuta, pérfida y de bajos sentimientos. La interpretación de Bette Davis, extraordinaria, es una de las mejores de su carrera. James Stephenson, en el papel de Howard, obtuvo una nominación al Oscar al mejor secundario. La dirección aporta una espléndida puesta en escena y muestra, más que en otras obras, su amor por los detalles.
Película de extraordinaria fuerza, que en su momento cosechó un gran éxito de público. Conserva su vigor inicial y su interés. Es un magnífico melodrama clásico.
Esta película, dirigida en 1940 por William Wyler, roza la perfección. Todos sus componentes –guión, fotografía, actores y dirección-, están a una enorme altura, y componen un puzzle armónico y extraordinariamente convincente. Todo ello para vehicular una historia compleja, en donde adivinamos varios niveles de lectura. En cualquier caso, sería muy recomendable que la vieran cuantos principiantes sientan el deseo de dedicarse a este maravilloso lenguaje porque no hay plano gratuito, no hay frase que sobre, o no hay gesto que nos desvíe de su sentido profundo.
Pido perdón por este comienzo a caballo entre el paternalismo y la profunda admiración a un trabajo bien hecho, maravillosamente hecho, porque creo que nos encontramos con una de las cimas del séptimo arte, que ha sido bien valorada siempre por la mayoría de los críticos a lo largo de estas siete décadas, los mismos que, sin embargo, han puesto las cimas en otros títulos en mi opinión menos valiosos.
La interpretación es sencillamente prodigiosa. Bette Davis, Herbert Marshall y James Stephenson componen unos personajes complejos, que luchan entre sus sentimientos y su raciocinio, entre sus pasiones y sus papeles sociales. Lo hacen con contención e intensidad, sabiamente dirigidos por un profesional exigente y que en todo momento quiere contar lo que quiere contar y no otra cosa.
Hay momentos en donde el ambiente que crean sus miradas y sus acciones se podría cortar con un estilete.
El final es previsible, el desastre está prácticamente anunciado, pero es tal el nivel de coherencia en los comportamientos de los personajes principales que eso, en lugar de ser un demérito, es una de las mejores virtudes. Al final, el sentimiento de culpa, aliado con un concepto de la justicia que ralla con la venganza, hace que los acontecimientos se precipiten hacia el peor de los finales posibles y que en nuestro interior sintamos una contenida emoción.
La fotografía es irreprochable, de una gran belleza estética y de un simbolismo extremadamente convincente. Todo está cuidado para contar una historia que no pierde el interés en ningún momento y que no renuncia a adentrarnos en la dudosa materia de la que está formado nuestro interior, tanto en su aspecto emocional como en el de los valores éticos. El trabajo de los actores, como digo, hacen transparente la contradicción que en muchas ocasiones nos encontramos entre los diferentes planos que conforman nuestra realidad como seres humanos.
Maravillosa película de William Wyler con una Bette Davis que está en todo su esplendor. Se trata de una película de intrigas al viejo estilo de Hollywood, pero que sin embargo tiene toda la frescura de una historia actual.
Las interpretaciones de Davis y del abogado amigo de la pareja protagonista son del todo insuperables. Es una película que reflexiona sobre la pasión, el amor, la sinceridad, la fidelidad… Por un lado el marido que tras saber toda la verdad de lo que hizo su esposa, afirma algo aleccionador, cuando se ama, se perdona todo… Y por otro lado, su esposa, una mujer orgullosa, auque sincera, que no quiere engañar a su marido y le cuenta que su infidelidad no era tanto una infidelidad pasajera.
Es una película llena de momentos maravillosos y otros en los que se transmite una tensión muy conseguida. Sin lugar a dudas, esto se cuenta entre lo mejor de Wylwe y de Davis.
La Carta es una película misteriosa y sugerente resultante del óptimo trabajo del director ( elegante y perfecto como siempre ), del reparto ( Herbert Marshall ratifica una vez más su clase y capacidad, James Stephenson realiza una actuación comedida y elegante y Bette Davis asombra con su mirada en la primera escena del filme, acertando en la caracterización de su personaje ambiguo y cruel ) y del equipo técnico ( exelente fotografía ).
Repleta de escenas realmente memorables: inicio ( asesinato inicial y versión de los hechos de Bette Davis ), entrega del dinero a la viuda, escena final… Quizás su fallo más notable es el relativo a la extrema concisión en el tramo del juicio y de lo sucedido posteriormente al mismo.
Este hecho no enturbia ni por un momento la excelente pieza de cine negro creada por William Wyler.
La crítica principal es la siguiente: Warner Bros ha lanzado versiones en DVD de películas de cine negro ( La senda tenebrosa y La Carta ) mutilando su banda sonora y, lo que es peor, sustituyéndola en algunos momentos por composiciones fuera del contexto de la época y de la escena de la película. La banda sonora en la versión doblada al castellano de La Carta sólo es en parte de Max Steiner ya que Warner Bros ha añadido músicas de dudoso gusto y eliminado otras originales.
En su versión original ( esta sí con la banda sonora intacta ), La Carta es una sobresaliente pieza de cine negro.
A la media hora de película, el abogado Howard Joyce ( magistral James Stephenson) se encuentra en la habitación de la penitenciaría con Leslie Crosbie (Bette Davis). El abogado pregunta a la acusada sobre sus últimas conversaciones con el asesinado Geoffrey Hammond. Stephenson gira sobre sí, se dirige al fondo de la habitación, vuelve a girar, pasa al lado de Davis y se sienta delante de ella dando la espalda a la cámara. Desde que ella entra en la habitación, Wyler usa un plano secuencia donde sólo ha realizado unas correcciones mientras los actores se mueven por la habitación.
La conversación entre los dos actores continúa. Él pregunta, ella responde. Pero no existe contra-plano. Wyler, durante esta conversación mantiene todo el rato a Stephenson de espalda, y nos regala unos silencios entre pregunta y respuesta y unos gestos de Davis que son minutos de oro en el cine.
Cuando Leslie Crosbie le dice a Howard:
Howard, te juro que yo nunca he escrito esa carta.
Por fin llega el contra-plano. Y es entonces, cuando Wyler da por terminado este hermoso plano secuencia de cuatro minutos que percibo la magia de lo que he visto.
Hay películas cuyas escenas están planificadas por arquitectos del encuadre. Wyler era un arquitecto y La carta su edificio.