La caída de los dioses
Sinopsis de la película
Crónica sobre las vicisitudes de los Essenbeck, una familia de la alta burguesía alemana propietaria de una importante empresa siderúrgica. La historia se extiende desde el incendio del Reichstag (1933) hasta la Noche de los cuchillos largos (1934), durante la cual tuvo lugar la matanza de los miembros de las SA. Tras la subida al poder del nacionalsocialismo, la familia discute qué posición debe adoptar respecto al nuevo régimen. Sólo uno de sus miembros, Herbert, se niega a apoyarlo, sobre todo a raiz del incendio del Parlamento alemán, razón por la cual tendrá que huir dejando en Alemania a su esposa y a sus hijas. Los Essenbeck no podrán evitar verse envueltos en las luchas de poder entre las distintas facciones nazis.
Detalles de la película
- Titulo Original: La caduta degli Dei
- Año: 1969
- Duración: 164
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Opinión de la crítica
7.5
22 valoraciones en total
En 1933, la familia Von Essenbeck celebra el cumpleaños del jefe familiar y la velada se interrumpe por el incendio del Reichstag al mismo tiempo que Martin (Helmut Berger) aparece disfrazado de Marlene Dietrich.
Los acontecimientos se precipitan y con ellos la división de la familia al preferir parte de ellos evitar las perversiones del nazismo y la falta de escrúpulos de sus dirigentes.
Luchino Visconti une la gran cultura con la historia a través de la música de Wagner y aunque en su día fue tachado de ambiguo ante el fenómeno nazi, abrió una moda en el cine dando paso a películas como Cabaret (Bob Fosse, 1972) o Portero de noche (Liliana Cavani, 1973).
En definitiva creo que esta película simboliza la absoluta degeneración de una clase social alemana a través del fanatismo más absoluto de aquellos nuevos amos de Alemania.
Este no es un filme sobre invasiones con el afán de extender un imperio prepotente. Tampoco trata sobre el secuestro de hombres, mujeres, niños y ancianos, cuyo único pecado era ser judíos, negros u homosexuales. No alude a los infames campos de concentración donde se sometía a los prisioneros a todo tipo de vejámenes y torturas. Y no veremos las infames duchas de gas donde se acababa con sus vidas sin compasión alguna. Ni siquiera habrá lugar para contemplar las horripilantes y dolorosas fosas comunes, donde cientos de cadáveres de seres humanos, lenta y tortuosamente consumidos, eran apilonados como si de animales se tratara.
De esto se han ocupado ya decenas de filmes tan impactantes como La séptima cruz, El diario de Ana Frank , Noche y niebla, La gran evasión , y muchas otras.
Pero, Luchino Visconti, sentía que faltaba un tema por explorar y este era el ser interior de una familia matriculada en el nazismo. Para el director italiano, sondear en la intimidad de sus personajes fue siempre más importante que los mismos hechos que ejecutaban, porque era allí donde se les conocía mejor y donde podían ser sacadas a la luz las causas primigenias de sus inclinaciones. Esto es psicología pura, y en tal sentido, la labor de Visconti resulta valiosa y encomiable.
También los nazis tuvieron motivaciones, traumatismos, ausencias afectivas, y malas influencias paternas y sociales, que los animaron a ser lo que fueron y a hacer lo que hicieron. No fueron malos per se, no nacieron siendo mala semilla, no odiaban por odiar…
Visconti, un hombre culto que supo anteponer al Ser en el corazón de sus historias, se propuso desnudar, sin aspavientos y sin reservas, los vacíos afectivos y los necios paradigmas sobre los que estaba asentada la típica familia nacionalsocialista. Los personajes son puntuales: el empresario dispuesto a cualquier falsedad y adulación para llevarse cómodamente con quienes detenten el poder, el relegado brillante con afán de poseerlo todo, la mujer sin escrúpulos que se olvidó de ejercer su papel de madre, el hijo con nobles aspiraciones al que se quiere retener, a toda costa, en la maquinaria familiar… y el joven desadaptado –pedófilo e incestuoso- para quien el nazismo es una feliz oportunidad de desahogo de todo el odio que ha cargado dentro.
Y en todo esto, hay un efectivo panorama, suficientemente explícito y bien delineado, que nos permite comprender que no hay gratuidad en el surgimiento y consolidación de uno de los más horrendos movimientos políticos que ha generado la historia humana. Por esto, no hay un solo personaje al que podamos apreciar con otro sentimiento que consideración, porque duele ver como los falsos valores del poder y el dinero se propagan cuales dioses, y el amor y el respeto por toda vida, se dejan de lado como si se tratáse de bagatelas.
Título para Latinoamérica: LOS MALDITOS
Ambiciosa producción-recordatorio del nazismo. Diferente y certera, dirige una mirada dual hacia la autodestrucción de la poderosísima familia siderurgica Eisenbeck (inspirada en los Krupp), y, al mismo tiempo, hacia la autodestrucción de Alemania, en los inicios de la asunción del poder absoluto por parte de Hitler, entre el incencio del Reichstag y la purga y destrucción de las milicias de las SA en la noche de los cuchillos largos. Seguramente se trate de la mejor película jamás realizada para entender la realidad del nazismo, no estoy hablando de las causas, sino de la verdadera cara del montruo. Si el El juicio de Nuremberg y La lista de Schindler son películas -bajo el prisma norteamericano- para entender la Soah y las consecuencias destructivas del nazismo, La caida de los Dioses es una visión europea de la realidad nazi, de su ascenso, de su ideología y de su mentalidad. En ese sentido, es más clara, más sugestiva, aunque menos grandilocuente e igual de impresionante. Se trata además, en su trama familiar, de la personal versión de Macbeth del maestro italiano.
Todo el desarrollo argumental shakesperiano acumula demasiadas sensaciones y personajes, como dotando de un mayor protagonismo a la trama familiar que la política aunque esa sensación es engañosa. Su riqueza intelectual se plasma en ocasionales referencias literarias y filosóficas, en verídicas predicciones bélicas, en certeras interpretaciones de hechos como la quema del Reichstag, del rearme alemán y de la molesta presencia, para el régimen y el ejército, de sus socios de las SA… que la convierten, según los críticos, en una película digna de ser estudiada pero quizás no disfrutada. Pero esto es segurmante una característica de Visconti y, debido a su profundidad, pueda ser degustada más perfectamente por un público más pequeño y preparado. Se puede decir que el fondo supera la forma.Técnicamente y como aspecto negativo, el director abusa de ciertos tics al mover la cámara (por medio de irritantes zooms) y con algunos primeros planos algo exagerados (del tipo Leone). La fotografía es enfermiza y deslucida, con un énfasis casi deforme que domina la película, simbolizando acertadamente el ambiente de refinamiento elitista, depravado, orgíástico, malsano, decadente y cercano al caracter del romanticismo decimonónico de la alta sociedad alemana durante el nazismo.
Minuciosa y con detalles musicales a veces desacompasados y extraños, hablamos de una obra maestra densa, compleja y peculiar.
Cuando entre 15 y 20 años después veo películas que me marcaron de joven, a veces ciertos mitos se me caen del pedestal. No ha ocurrido con La caída de los dioses, aunque sí la he podido colocar en su sitio.
Es propio de Visconti y de la época (incluso adelantándose a esa época) ciertos afectamientos en algunos diálogos y la utilización a veces desagradable de la música. También el excesivo deseo de ser escandaloso , pero La caída de los dioses sigue contando de forma excelsa la evolución en los años 1933 y 34 de lo que fue el ascenso al poder del Partido Nazi, y en particular de las SS, y lo hace a través de la historia de una empresa siderúrgica familiar y de cada uno de sus componentes, como si se tratara de un fresco donde se delinean los diferentes protagonistas de la época: las SS, las SA, los empresarios conservadores que en principio se consideraban neutrales, los opositores perseguidos, los advenedizos sin escrúpulos borrachos de poder, los perversos y crueles que siempre sacan partido por su perversidad y crueldad en tiempos revueltos.
El preciosismo decadente de Visconti goza aquí de su máximo desenfreno en las cenas del castillo familiar y en el papel de débil y neurasténico que protagoniza Berger, personaje excesivo tratado como una venganza personal de Visconti contra el nazismo (pedofilia e incesto incluídos).
Ciertamente, la última fase de la película pierde su realismo de ficción dentro de la historia y se introduce en una especie de historia alucinógena, pero donde otros encuentran pérdida yo encuentro acierto al ser ese casi surrealismo una metáfora de la locura sin tasa del propio nazismo (algo como ocurre en el final de Lope de Aguirre de Herzog o en Apocalypse Now).
En suma, Visconti a tope en una historia necesaria contada con tintes shakespearianos, quizá mejor, claro, pero ¿Shakespeare habría perdido la ocasión de contar la degenerada lucha por el poder supremo del hombre nuevo alemán?
Es una gran película, magníficamente hecha e interpretada, y de una gran complejidad, por lo que no es fácil entenderla ni seguir la trama. De contenido fuerte y escenas arriesgadas, sobre todo para la época en la que se estrenó, mezcla secuencias de gran erotismo bisexual con retazos de pedofilia e incesto, todo ello en el ambiente de la Alemania nazi, en una historia de corrupción, sed de poder y criminalidad. También es un buen documento histórico de la época, que parece explicar bien un hecho tan trascendente como mal conocido: La noche de los cuchillos largos.