La búsqueda (Un largo y doloroso camino)
Sinopsis de la película
Cuando Takata Gou-ichi (Takakura Ken) descubre que su hijo Ken-ichi (Nakai Kiichi), del que está distanciado, está gravemente enfermo, se apresura a acudir a su lado. Pero Ken-ichi se niega a verle. Rie (Terajima Shinobu), la mujer de Ken-ichi, le da a Takata una cinta de video que le ayudará a conocer a su hijo. La mención de una promesa en la cinta lleva a Takata a emprender una odisea para demostrar el amor que siente por su hijo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Qian li zou dan qi (Riding Alone for Thousands of Miles)
- Año: 2005
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
6.7
92 valoraciones en total
Una vez más, Zhang Yimou me emociona, me hace llorar y me demuestra que es un director que sabe tocar con delicadeza y belleza las fibras sensibles de la condición humana.
Como bien dice la crítica de FILMAFFINITY para esta película: A veces hay que viajar para encontrar el camino a casa . Verdad, a mí me ha pasado. El viaje, incluso el de turismo aunque menos, casi siempre es de búsqueda existencial. Y este es el drama que nos cuenta acá Zhang Yimou, el de un padre distanciado o enemistado con su hijo, con quien no se trata desde hace años, un hijo que no quiere saber de su padre, ni siquiera que se le acerque, entonces el progenitor hará un viaje tratando de buscar algo que sabe que será una llave para poder acercarse a su descendiente y solicitarle perdón por sus errores.
Es una historia en sentido opuesto a la de la parábola de El hijo pródigo en el Evangelio de Lucas, donde el que viaja es el hijo y a través del viaje regresará a pedir perdón al padre. Aquí no, aquí quien usa el viaje como búsqueda y luego como medio de llegar al corazón de su hijo, es el padre.
Así pues, película enternecedora, como suelo decir: NO APTA PARA ESPÍRITUS ENGREÍDOS A LOS QUE LES DA VERGÜENZA LA SENSIBILIDAD, EL LLORAR Y OTRAS HUMANIDADES POR EL ESTILO.
Fej Delvahe
Yimou se aleja de momento del cine de espadas y leyendas chinas pero no lo hace ni un centímetro de la emotividad de sus historias. Con ciertas reminiscencias a Una historia verdadera de David Lynch el realizador nos conduce por un largo camino de redención, esta vez entre padre e hijo. Vuelve por tanto Yimou por la senda del realismo mágico y aunque drama en resumidas cuentas son muchos los momentos y personajes que emanan ternura, humanidad. Vuelve a los terrenos de El camino a casa o Happy times por citar dos ejemplos. El semblante serio de Takakura Ken invade el metraje del film hasta que Yimou encuentra el camino para derrotar esa frialdad. Escenas memorables hay unas cuantas, el banquete, la noche que pasa perdido con el niño, la representación en la carcel… Valores que hacen de Yimou uno de los cineastas asiáticos más apreciables y recomendables para habituales y amantes del cine oriental y para recién iniciados.
A estas alturas, dudar de la calidad de Zhang Yimou sería absurdo. Pocos son los cineastas que consiguen una calida técnica y narrativa con nota tan alta como este director chino. El problema surge cuando la narrativa deja de estar tan cuidada como nos tenía acostumbrados. Poco a poco, los aficionados a este enorme director hemos visto como sus guiones han ido perdiendo calidad frente a una puesta en escena más cuidada y mimada. Mientras sus películas nunca han dejado de contar con excelentes y soberbias fotografías (como es el caso de La Búsqueda) el interés por lo que cuenta ha decaído hasta encontrarnos con películas como esta.
Yimou comete su primer gran fallo: una historia sin muchos pies ni cabeza con el que no llego a enfatizar nunca. Tras un inicio aburrido y mal contado, la cinta mejorará con el metraje pero nunca llega a enganchar. Intenta contagiarnos con la lágrima fácil y eso es un pecado que no puedo perdonarle a un director que tiene un par de joyas cinematográficas.
Hay escenas absurdas, como en la que fotografía al niño cagando que me da por pensar que Yimou estaba tan aburrido como yo por lo que estaba rodando y gastó una broma en el rodaje. O fallos garrafales como el irse a lo alto de un pueblo para tener cobertura y luego acto seguido, en una calle del pueblo donde se realiza la pitanza (hermosamente fotografiada) tener mágicamente cobertura.
La búsqueda está ausente de guión y ritmo, de la naturalidad que Yimou conseguía en sus historias, de personajes entrañables y sinceros que están ausentes en esta trama. La búsqueda está ausente de alma.
Yimou se sumerge de nuevo en el cine intimista, gran película que comparte con el espectador todas las máximas para la que fue rodada: Los viajes físicos como antesala de los viajes morales, la desesperación por el error no enmendado, el intento de buscar algo especial para demostrar afecto siendo esta acción especial y conmovedora en sí misma, la sensación de estar perdido y encontrar un nuevo hogar en el lugar más inesperado.
Todas estas máximas llegan al público y enternecen, como siempre la fotografía es simplemente impecable y los personajes interpretan con acierto. Añadir a todo esto que es una película que debería ser vista al menos una vez por todo el mundo, porque el mensaje es profundo y se queda impregnado en el espectador.
De otra forma, a Yimou parece costarle más encontrar los momentos mágicos que destilaban sus anteriores filmes del género, me sorprendió mucho encontrar una voz en off narrativa puesto que nunca se ha valido ni ha necesitado de este recurso para emocionar. Sin embargo sin estas reflexiones la película sería inviable y también es una forma de empatizar con el hecho de sentirse extranjero y no entender el idioma de un país, con el aislamiento.
Me gustaría ver más en La búsqueda , leer entre líneas, pues aunque invita a la reflexión se nos entrega un producto excesivamente masticado, en ocasiones redundante. Sin embargo está muy por encima del nivel general del cine más reciente.
Resumen: Todo es mejorable, eso es una verdad universal y sus anteriores trabajos le hacen muy difícil superarse. ! Hasta otra Cinéfilos Virtuales !
Un padre jamás debería sobrevivir al hijo.
La espiritualidad que sobrevuela el cine oriental me fascina. La acción es hermosamente marcada por gestos y palabras de la mayor significación, el eslabón cartesiano. La consecuencia de nuestros actos tiene una sucesión inmediata y debería ser la continuación del anterior, un paso tras otro hasta crear el baile.
La razón con la emoción.
El cine oriental lo muestra película tras película, incluso un aparente caos es perfectamente encadenado en el desarrollo con la lógica pura. Con el arrebato sentido e inteligente. Instintivo y sabio.
En La búsqueda el caos de un viaje urgente, emocional, súbito, crece kilómetro a kilómetro con firmeza y reflexión. Con el dolor y el cariño del padre en pos del hijo que va dejando atrás. Un padre que no quisiera llorar y que al hacerlo es cuando encuentra el camino sinuoso, paradigma de toda travesía. El japonés se enfrasca en China sin desfallecer más que lo conveniente tras el artista de ópera que cautivó a su hijo moribundo. Caminando por la amargura, viendo caer una alargada caca del culo de otro hijo que es hijo de otro.
– Estoy mirando a un niño cagar bajo el cielo abierto de la noche, perdido.
Tatuaje en color. Esta historia es el tatuaje en color que te hicieron en la aldea china en aquel viaje.