La bronca
Sinopsis de la película
A principios de los años 90, Roberto, un chico de 18 años, perdido en la vida, deja un Perú violento para irse a Montreal a vivir con su padre, Bob Montoya, un inmigrante que se fue hace varios años del país y que ahora tiene una nueva familia canadiense. Con orgullo masculino y marcado por sus prejuicios, Bob se esfuerza en mostrarle a su hijo su mejor versión del sueño norteamericano. El reencuentro de padre e hijo quedará unido para siempre por una violencia que arrastran del país de origen y de la que no han podido escapar.
Detalles de la película
- Titulo Original: La bronca
- Año: 2019
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
5
96 valoraciones en total
Roberto es un adolescente peruano que llega a Montreal para vivir con su padre, un emprendedor homónimo que se ha rebautizado como Bob. El objetivo de ambos es huir de un país en caos azotado por el terrorismo y buscar el sueño americano.
Ellos también viven con la esposa de Bob, la hija de ambos, y Toño, un amigo peruano de Bob. Pero en esta ecuación el problema central es que Roberto no se encuentra a sí mismo y se niega a adaptarse. Todo se sale de control cuando conoce a la amante de su papá.
El error principal de La Bronca es que su premisa es mejor que su desarrollo. Todos los elementos formales de una buena idea están expuestos en la primera media hora, y uno siente que por fin va a presenciar una película peruana con un guion que conduzca al espectador por conflictos verosímiles, dramas creíbles de la realidad y suspenso al estilo indie americano.
En el guion de los hermanos Vega falla el retrato del contexto social. Se esfuerzan muy poco en situar a los personajes en la realidad peruana de 1991, aquel país donde ciertamente no se podía vivir. Falta aquella dimensión visible que permita entender la motivación real de por qué todos estos personajes llegan a convivir en una casa en medio de la nada.
A medida que avanza la película te das cuenta que podría haber sido ubicada en cualquier contexto. En 1991, ayer o mañana. No aprovecha la violencia ni la retrata. Y en el clímax se intentan incluir recursos a ello, pero ya es muy tarde: no los veo ni los siento, y si debo recordarlos como espectador, el guion no me entrega recursos narrativos o visuales para lograrlo.
Tampoco funcionan las relaciones entre los personajes. Sabemos quiénes son: el oportunista emprendedor peruano, machista e inescrupuloso, que solo quiere progresar, la periodista que no encuentra oportunidades en su rubro, el holgazán mantenido bueno para nada rudimentario, y el adolescente intenso, agresivo y confundido que no se encuentra a sí mismo en el mundo.
Sin embargo, el guion no ofrece interrelaciones creíbles entre ellos. Es imposible percibir por qué están ahí y qué los une. Podrían bien estar todos haciendo cualquier otra cosa mejor. Además, al no explicarse nada sobre sus pasados, es dificil establecer empatía por ellos. Al final, me importa poco si les pasa algo o nada. Solo he podido rozar la superficie de sus existencias. Se pierde la oportunidad de explotar la dinamita de relaciones como padre-hijo, madrastra-hijastro, amigos de la infancia o pareja de nacionalidades distintas.
Otro error es la paupérrima actuación de Jorge Guerra, el adolescente. Su trabajo hace realidad una frase engañosa del cine peruano en la que la culpa la tienen los actores. En él debería caer una cadena perpetua. Guerra no transmite la frustración del descontento, la tensión del inadaptado y la violencia del descontrolado, a pesar de que por este personaje transcurre todo el hilo narrativo y la profundidad del mensaje de La Bronca. Su rebeldía es de goma, en un rol que ya ha sido mil veces interpretado.
Si hay que rescatar algo es la excelente realización en un país ajeno. Toda la producción de la película es envidiable. Está en un punto alto la fotografía movediza que encuentra nuevos espacios para la cámara, y un montaje ágil que aporta a mantener el ritmo de un relato con excelentes diálogos. Se agradecen los gags referenciales a modismos limeños y que no se hable en exceso.
Los Vega son cineastas respetables y gozan de excelentes ideas creativas y originales. El problema es que la ejecución de sus propuestas narrativas excluye o no desarrolla conceptos como la verosimilitud de la historia, la profundidad de los personajes y la empatía con la audiencia. Y en la suma eso golpea al espectador con un cine todavía muy precario.
Una película a la que rodean varios temas muy interesantes pero que, sorpresivamente para el espectador, pasan de refilón, por no decir omitidos.
– El Perú de Fujimori solamente se refleja con las fotografías del final, con los créditos. Sin embargo, esas fotografías están colocadas sin niguna relación con el contenido de la película. Oportunidad perdida de profundizar en la inmigración peruana de aquella convulsa época.
-La inmigración latina a norteamérica, sus relaciones sociales, etc… podrían haberse reflejado con más profundidad y dar algo de contexto con más color.
-El propio guión nos deja lagunas, como si hubieran cortado secuencias. ¿O quizás me quedé dormido y no me enteré de algo?
La Bronca es solo eso, una bronca sin ningún interés, mera testosteronitis aguda inexplicable e injustificable, cuando podría haber reflejado los ricos aspectos contextuales que acompañan a la migración, más si cabe en un contexto político.
En La Bronca menos no es más, sino bastante menos.