La bicicleta verde
Sinopsis de la película
Wadjda tiene diez años y vive en una sociedad tan tradicional que ciertas cosas como ir en bicicleta le están totalmente prohibidas. A pesar de todo, es una niña divertida y emprendedora que bordea siempre el límite entre lo autorizado y lo prohibido. Wadjda desea tener una bicicleta para poder competir con su amigo Abdullah en una carrera, pero su madre no se lo permite porque las bicicletas son un peligro para la dignidad de una chica.
Detalles de la película
- Titulo Original: Wadjda
- Año: 2012
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
7.1
54 valoraciones en total
Desde el Reino de Arabia Saudí llega una historia simple a la vez que excepcional, en la tónica del cine de oriente medio protagonizado por niños como las cintas iraníes Los niños del cielo de Majid Majidi o El globo blanco de Jafar Panahi.
En este caso, la historia relata la vida de Wadjda, una chica saudita de unos doce años extrovertida y vivaracha que siempre anda en los límites impuestos a las mujeres por la sociedad musulmana ortodoxa del país. Todas las chicas se rigen en una educación del mismo patrón social religioso, pero Wadjda es diferente, y se ve atraída por la bicicleta de Abdullah, su mejor y único amigo. Desde el momento en el que Wadjda fija su mirada en una bicicleta verde, ésta se convertirá en su gran objetivo y para conseguirla estará dispuesta a todo, incluso a involucrarse de forma desinteresada en un club religioso para ganar el primero puesto que conlleva un premio de 1.000 riales para comprar la bicicleta. Y no sólo todo esto, sino que Wadjda se comprometerá a romper los cánones tradicionales que se tienen de las mujeres, en este caso, lo mal visto que está que las mujeres monten en bicicleta por la calle, ya que se considera indigno a la vista del hombre.
Que Haifaa Al-Mansour haya conseguido marcar un punto más en ese apartado del celuloide en el que las mujeres son capaces de demostrar que pueden y deben hacer cine (como ya empezara a hacer hace unos años la libanesa Nadine Labaki), y más si hablamos de Arabia Saudí, uno de los países musulmanes donde actualmente las mujeres tienen apenas derechos y su situación frente a los hombres es extraordinariamente desigual (Al-Mansour según ha dicho en una entrevista, tuvo que dirigir el film desde una caravana), aunque en la película la directora intenta mostrar una imagen de la realidad que se vive en el país de una manera muy humana y con la intención de ser apta para todo el mundo.
La niña protagonista, Waad Mohammed, resulta todo un prodigio, con un gran desparpajo frente a la cámara. Sería una verdadera pena que no continuara en el futuro, y si las circunstancias se lo permitieran, prosiguiera su carrera como actriz ya sea dentro o fuera de su país.
Wadjda no necesita ganar mil premios para demostrar que es una película única y especial, si el espectador después de finalizar su visionado reflexiona un segundo y llega a la conclusión ojalá se hicieran más películas como esta , se quedará tremendamente satisfecho.
Haifaa Al-Mansour denuncia de forma sutil y con mucho tacto, todos estos abusos y discriminaciones que, como ella, han sufrido millones de mujeres desde la infancia, convirtiendo así a La Bicicleta Verde en la primera película dirigida por una mujer en Arabia Saudí.
Con una narración de tintes autobiográficos, la directora cuenta de qué manera, Wadjda, una niña con una mente demasiado progresista para el lugar en el que vive, tratará de evitar a toda costa una serie de normas y prohibiciones con las que no está de acuerdo. Contada, como no podría ser de otra manera, desde el punto de vista femenino, el filme relata las preocupaciones, conflictos y dificultades que significan ser mujer en las diferentes etapas de la vida.
Alejándose del estilo demagógico y del drama descarnado al que este género suele ir ligado, Al-Mansour muestra dos historias paralelas, expresadas con ternura y con la intención de no ofender a nadie, pero sin dejar de lado el grito de protesta. Historias que no son más que el reflejo de miles de vidas anónimas, todas ellas unidas por un mismo factor común, el cromosoma X. La primera de ellas trata de la preocupación de una madre por mantener la monogamia de su marido, intentando por todos los medios ser la mujer más guapa, atenta y servicial de Riad, con los pocos ingresos que le quedan tras pagar deudas, facturas y a un chofer maleducado que, como tantos otros, se aprovecha de la prohibición de las mujeres para conducir, lo que obliga a la mayoría de las trabajadoras a emplear más de la mitad de su jornal en pagar a conductores privados intransigentes. La segunda es la de su hija de 12 años, una niña inquieta que disfruta jugando con su amigo Abdullah y haciendo cosas que no corresponden a una futura hembra respetable. El día que Wadjda ve una bicicleta verde en la tienda de su barrio, decide que ningún obstáculo evitará que sea suya, aunque tenga que aprender a recitar el Corán de memoria para ganar el concurso que su escuela ha organizado, y cuyo premio le aportaría el dinero necesario para poder costearla.
La lucha en favor de los derechos de la mujer es un movimiento que hasta este momento sigue siendo imprescindible en muchísimos países. Es gracias a películas como La Bicicleta Verde, cuando se consigue dar otro paso más en esa difícil batalla, reabriendo el interminable debate sobre la igualdad.
Geniales las interpretaciones de todo el, hasta ahora desconocido, reparto. Entre ellas destacamos las de los fantásticos niños Waad Mohammed y Abdullrahman Algohani, que conmueven por su complicidad, y dibujan nuestra sonrisa en más de una ocasión con sus travesuras. Estupendo reflejo de una sociedad ultraconservadora en la que al igual que la pequeña Wadjda, las mujeres aceptan las normas que les son impuestas pero no las entienden, es claro ejemplo la implacable y fría directora del colegio, capaz de emplear las más severas sanciones por el incumplimiento de lo preceptuado en el libro sagrado, y a la misma vez, recibir las consentidas visitas periódicas de un misterioso ladrón nocturno.
Una sencilla puesta en escena, sin alardes ni pretensiones de ningún tipo, donde es de destacar el poco trabajo que los actores han dado al equipo de vestuario por lo limitado de su indumentaria.
Tras compararse la versión original de la cinta con su doblaje al español, es de mencionar que, en esta ocasión, las voces traducidas no han sido las más acertadas, perdiéndose con ellas gran parte de la calidad interpretativa de los actores, en una película muy cultural donde el idioma juega un papel muy importante. Como también lo hacía el título original, Wadjda, un nombre propio que representa todo lo que la cinta defiende, La Mujer.
Hay películas necesarias que presentan y exploran un mundo reconocible y cercano y que sin embargo nos parecen salidas de otro mundo o de otra galaxia, es decir, que nos desvelan una cultura diferente a la nuestra donde la relevancia y significación de la mujer no sólo está en tela de juicio, sino que se relega a un abisal segundo plano que nos produce perplejidad, irritación y rechazo.
En esta película saudí (financiada con dinero alemán) se nos muestra un mínimo relato de una niña saudí de diez años cuya máxima ilusión es montar en bicicleta, lo cual choca con la sensibilidad, las creencias y la cultura que le ha tocado vivir. Y ese episodio en apariencia menor se encuentra enmarcado dentro del destino no menos atroz y lacerante de su madre, que por no dar un hijo varón al matrimonio, se ve relegada y contempla, impotente, como su marido se casa (guiado y asesorado por su suegra) con otra mujer para poder romper esa falta de virilidad en el linaje del marido.
Y además se presenta una blanca historia de amor entre esa niña, volcán emprendedor y llena de vigor e iniciativa, con un vecino de su edad que la trata como a una igual desde la fascinación que produce un sexo apenas intuido y del todo secundario, pero que se podrá acabar plasmando en un destino no menos frustrante y estéril que el de la madre repudiada y postergada (como viene a decir en un momento de la cinta, sin énfasis, pero sin equívoco posible).
Por lo tanto esta película ofrece un retrato sutil y complejo de la realidad social de un país bajo el persistente absolutismo religioso (que no se cuestiona ni por un momento) y cómo el día a día se ve masacrado y condicionado por esas reglas atávicas que reducen a la mujer en paridora de vástagos masculinos, cubiertas como objetos deleznables que hay que retirar de la luz del día, intentando desechar el influjo del demonio a cada paso.
Lo mejor de la cinta es que se muestra todo esto sin subrayados, sin énfasis, sin denuncias expresas, lo cual convierte el resultado final en un poderoso alegato a favor de la libertad individual y de la lucha por la dignidad personal. No hay sorpresas narrativas en la película, todo es previsible y poco original, pero al optar por la mera exposición de una realidad insoslayable, el resultado acaba siendo poderoso, intenso, envolvente y muy satisfactorio.
Totalmente lograda y recomendable para cualquier alma sensible. Un prodigio de sencillez y eficacia.
En cuanto aparece una película Árabe, Iraní, o de cualquier otro país exótico nos volvemos locos y empezamos a destacar sus valores cinematográficos, sus interpretaciones fascinantes y demás bondades que si su origen hubiera sido otro, habrían pasado simplemente desapercibidos.
La bicicleta verde es una historia sencilla, muy simple, cuyo guión también sencillo no aporta una estructura que mantenga al espectador pendiente de su trama. Pero es cierto que a los europeos nos gustan las historias y los cuentos de novela romántica, mil veces vistos , siempre y cuando vengan cubiertos por un burka. Que nuestro sentido crítico no nos haga caer en el papanatismo fácil. Debemos aprender a valorar el cine con criterio, donde se anteponga el buen hacer de un director, un guión complejo y bien estructurado, así como actuaciones que conviertan la historia en algo más que un sencillo paseo en bici de una niña cantora del corán.
Un cinco.
Primer largometraje oficial de Arabia Saudí, resulta sorprendente, que además de ser dirigido por una mujer sea tan crítico con la realidad del país.
A través de los ojos de una niña se nos muestra el día a día saudí desde el punto de vista de la mujer. Casi un mundo extraterrestre a ojos occidentales. Las mujeres siendo sombras, ocultas a los ojos de los hombres, la religión presente en cada momento. Pero la película se adentra en ese mundo femenino y nos demuestra que las personas son iguales en todos los sitios, pese a las reglas morales que tengan que soportar y lo hace sin truculencias ni efectismos, con una mirada natural.
La pequeña historia de una inteligente niña que desea una bicicleta (algo mal visto en esa sociedad) y hará todo lo posible para conseguirlo. A su alrededor se van viendo las realidades represoras del colegio, el deseo de libertad de las mujeres, la insensibilidad de los hombres, la castración que supone la moral represora…
Wadjda posee un excelente ritmo, está realizada con sencillez pero con inteligencia, la pequeña protagonista borda un estupendo papel y la película posee momentos de una gran fuerza, como son aquellos en los que muestra su amistad con un niño.
Aunque no interesará a todos los públicos, Wadjda resulta una película muy recomendable ya sea por sus cualidades cinematográficas, que las tiene, ya para conocer otro mundo. Además huye de dramatismos, presentando la realidad de forma alegre y con cierta esperanza, sin caer nunca en el aburrimiento ni en la reiteración.