La bestia ciega
Sinopsis de la película
Un escultor ciego obsesionado con la belleza de la piel femenina, Michio (Eiji Funakoshi), vive recluido junto a su madre (Noriko Sengoku) en un estudio lleno de reproducciones parciales o totales de mujeres. Decidido a crear su obra magna, secuestra a una bella modelo, Aki (Mako Midori), y la retiene hasta que esta accede a posar para él.
Detalles de la película
- Titulo Original: Môjû (Blind Beast)
- Año: 1969
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
Película
6.9
52 valoraciones en total
Este ha sido mi primer contacto con el hasta ahora para mí desconocido Yasuzo Masumura, uno de los representantes de las corrientes de renovación que las nuevas olas trajeron en los sesenta. No tengo constancia que Almodóvar conociera esta obra, pero el adjetivo almodovariana —para mi gusto un epíteto cargado de resonancias positivas— no le viene nada mal a Blind Beast , que me ha hecho pensar, sobre todo por su tono, en títulos como Átame , La piel que habito o el episodio del amante menguante en Hable con ella .
Como en esas películas, estamos ante una historia-límite, en este caso un bizarro, obsesivo, erótico y claustrofóbico melodrama sobre un escultor ciego que secuestra a una joven modelo con la cual poder crear su mejor obra. Ellos dos, más la posesiva madre del escultor, serán los únicos personajes que veremos en la película.
Sin duda, desde el punto de vista visual llama poderosísimamente la atención la dirección artística, con las paredes del estudio del escultor completamente llenas de relieves de diferentes aspectos de la anatomía femenina y una gigantesca escultura también femenina en el centro, sobre la que los personajes se convierten en seres diminutos. Se crea así un espacio fantasmagórico y abstracto (un efecto que se asemeja al de la escena en el monte Rushmore de Con la muerte en los talones ) que la fotografía en color, así como la indumentaria de los personajes, no busca convertir en tenebrismo expresionista, sino más bien en delirio pop, muy acorde con la estética de su época.
Se podría decir que Blind Beast se compone en el fondo de dos películas no demasiado bien engarzadas. La primera —en su conjunto la más atractiva y bien resuelta—, con muchos apuntes de thriller, se adentra en la enfermiza personalidad del hombre y la madre, con la chica teniendo la reacción lógica para todos los espectadores de querer escapar de allí como sea. Pero, sin solución de continuidad y de una manera bastante abrupta, asistimos a una inversión de roles, como si de alguna manera esa experiencia hiciera aflorar sus deseos latentes, será ella la que empiece a gozar con la situación y a tomar la iniciativa.
Entramos entonces en una fase bien distinta a lo acontecido hasta entonces, una espiral de creciente sadomasoquismo donde el placer solo se obtiene ante un dolor cada vez más intenso, en lo que viene a ser un anticipo de El imperio de los sentidos (aunque lógicamente sin explicitud, es más, incluso con excesivo recato: aunque sea consecuencia de la censura, ver en ocasiones a los amantes retozando desesperadamente sobre la escultura gigante con la ropa interior puesta por momentos es ridículo, habría sido deseable que el director aún sin mostrarla sugiriera la desnudez). Pese a su súbita exageración, sobresale en este tramo del film la traslación de las herramientas del escultor como instrumental erótico y, en este mismo sentido, los originalísimos símiles visuales que Masumura establece entre las esculturas y los cuerpos.
Blind Beast , en definitiva, da la razón a quienes apuntan que de la historia del cine japonés básicamente conocemos por estos lares la punta del iceberg que son los grandes maestros, pero aún hoy quedan muy interesantes películas y directores a la espera de ser descubiertos o promocionados.
Planteamiento atípico para esta desconocida (por lo menos, para los ignorantes dentro del tema, pues servidor conocía las de Oshima y poco más) película erótica, que combina un drama enfermizo con una especie de horror psicológico con eficiencia y sin exacerbantes excesos (en su primer tramo, quiero decir, que es donde se trata de mantener esa inquietud patente), y logra mantener durante todo el metraje cierto nivel, haciendo que la historia no sólo no decaiga, sino que además adquiera un plus de interés por el sorprendente (y contundente) tramo final.
Su inicio, podría recordar a tantas otras obras donde la habilidad y perseverancia prima ante todo, y los protagonistas ofrecen un juego al espectador tan curioso como bien interpretado, siendo sus comportamientos el eje principal de una historia que, en sus primeros compases ya se muestra descocada, pero según avanza todavía adquiere unas mayores tonalidades, y el descaro se va apoderando de ella.
La interesante premisa inicial, pues, no decae en ni un sólo momento, y se sostiene gracias al pulso de dos actores prácticamente desconocidos: Eiji Funakoshi y Mako Midori. El primero, compone un personaje repleto de matices y con una pizca de inocencia, inocencia que le viene como anillo al dedo a su caracterización, al demostrar no conocer un mundo que jamás había vislumbrado antes de ese modo: el de la mujer. Ella, en cambio, pudiendo quedarse en un mero caracter provocativo, va más allá y muestra a la perfección el desconcierto de su personaje, así como la habilidad del mismo para intentar salir de una situación que parece no tener techo y es surrealista de más.
Puede que el único pero sea la evolución de sus protagonistas: ésta, se produce mediante una voz en off que, aunque no resulta parca ni seca, más bien cercana debido a la vivacidad de los hechos acontecidos, describe con demasiado frenesí y no mucho aplomo una relación que se irá degradando hasta llegar a un final prácticamente esperado, aunque no por esperado menos demoledor de lo que cabría, pues en manos de Masumura se torna algo agrio, con un tono melancólico, que nos aleja del feroz retrato de un amor casi irracional, pero del todo destructivo.
Blind beast, más que una película de terror, es el conjunto de voyeurismo, suspenso y drama, creando así una película con un horror erótico que se mantiene firme, a pesar de sus diálogos graciosos logra atrapar en una atmósfera intima los personajes, con claroscuros que nos tientan en un apasionante mundo erótico y sádico.
Blind Beast existe para echar por tierra ese tópico de que todo el cine romántico necesita estar cargado de azúcar. Bizarra, oscura, perturbadora, onírica por momentos y lisérgica en casi todo su metraje. Dura, cruel, directa y, con todo, asombrosa. Yasuzo Masumura filmó en 1969 la que posiblemente sea su Obra Maestra, una cinta de un realizador que pese a no haber trascendido como otros clásicos del cine japonés, ciertamente poco tiene que envidiarles a bestias sagradas como Kurosawa, Ozu o Mizoguchi.
Masumura, considerado el precursor del cine trasgresor de Tsukamoto o Miike, entre otros, nos narra cómo un artista ciego se obsesiona con el cuerpo de una mujer, hasta el punto de querer tomarla como modelo para realizar su próxima escultura. Lo que empieza como un secuestro por parte del hombre termina siendo una fantasía surrealista totalmente lynchiana en la que nos vemos inmersos pasados los primeros quince minutos. Todo en la obra es trasgresor, presentándosenos apenas tres personajes totalmente desquiciados en una ambientación opresiva y bizarra. Incesto, el amor como acto de degradación y consumición, la búsqueda del placer más puro o la obsesión con un objetivo concreto son algunos de los escabrosos temas que trata Blind Beast .
Y lo hace de forma honesta y fascinante, sin aburrir ni llegar a ser incomprensible, incluso diría que sin escandalizar. Al menos hasta sus minutos finales, una brutalidad absoluta que cierra el film de forma fría y contundente. Un hachazo directo a la cara del espectador. Olvidaos de Noa o de los pijos esos de Romeo y Julieta. Blind Beast es la mejor película romántica de la historia. Y lo es por que no es sólo eso, sino que podría considerarse algo así como La chaqueta metálica del cine romántico. Cine extremo, no apto para todos los paladares, pero que disfrutará cualquiera con la mente suficientemente abierta como para apreciar las propuestas que escapan de las fórmulas preconcebidas.
Una película extraña… no es de terror, no es erótica… aunque tiene elementos de ambos géneros.
Veo en ella a Buñuel, que llegó primero, y tamién veo Oshima y a Almodovar que se inspiraron en ella después.
Es una películula de obsesiones y obsesiva. Y, como se ha dicho por aquí, una película de amor… surrealista, irracional, hasta la médula, pero amor al fin y al cabo.
Una película digna de verse y que no se puede olvidar fácilmente.