La arteria invisible
Sinopsis de la película
Vicenç, un político con aspiraciones a alcalde, es falsamente acusado de abusos sexuales. Su mujer, Carme, vive obsesionada con tener un hijo y aburrida de la vida que tiene. La aparición de un joven que quince años atrás estuvo a punto de formar parte de sus vidas activará un proceso que destruirá a Vicenç profesional y personalmente.
Detalles de la película
- Titulo Original: L’artèria invisible
- Año: 2015
- Duración: 119
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Opinión de la crítica
Película
4.4
92 valoraciones en total
Basada en una novela de Joaquim Vidal.
De entrada diré que no es una película comercial, hay que verla con otros ojos y dejarse llevar.
Todo ello porque hace un planteamiento radical, te sumerge en la incomunicación y lo hace sobre todo con planos más largos y lo que ocurre te lo muestra fuera de campo.
El tiempo parece detenido, aunque sí te transmite los sentimientos de los personajes, así como pinceladas de la realidad social.
Los actores están esplendidos dentro de un film difícil, con tantos silencios.
La soledad, la incomunicación está perfectamente reflejada, con planos de espaldas y los diálogos con una de las partes ausente en el encuadre.
Aunque hay momentos que te desespera con esa forma de filmar, cuando ya has salido de la sala y vuelves a analizarla valoras mucho más la historia y su forma de contarla, de qué manera sus personajes están unidos por una arteria invisible y desunidos por su gran incomunicación.
En la rueda de prensa de la Seminci, el director contó que después de todos los ensayos previos, cambio el 90% de los planos y lo rodó en 14 días.
Vale la pena destacar este filme que tuvo la oportunidad de ver en la pasada Seminci de Valladolid y que desgraciadamente solamente se ha estrenado en Madrid y Barcelona. Está dirigida por Pere Vilà i Barceló, que ganó el FIPRESCI en Valladolid por La lapidation de Saint Etienne , sobre la soledad de un anciano. Ahora cuenta la historia de un matrimonio y una pareja de jóvenes que tienen cosas en común aunque no lo parezca cuando empieza la película. El matrimonio acomodado está formado por Vicenç (Àlex Brendemühl), un político que aspira a ser alcalde pero cuya ambición se ve alterada cuando es acusado falsamente de abusos sexuales por parte de una joven. Su esposa, Carme (Nora Navas) está obsesionada con ser madre. No lo consigue pero de cara a su entorno social hace ver que está embarazada. Por su parte, la pareja joven vive con problemas económicos: él (Àlex Monner) estuvo a punto de formar parte de la vida de Vicenç i Carme hace años como hijo adoptivo, mientras que la joven (Joana Vilapuig) es la que conoce al marido y que le traerá problemas. La película está dirigida con certeza, los planos fuera de campo son deliberados para mostrar la incomunicación y el tipo de relación de los personajes, si bien resta naturalidad a la propuesta. Es una película que tiene contrastes: es de silencios pero tiene diálogos precisos, hay desnudos explícitos, hay cierta frialdad pero la emoción se destapa en algunos momentos. A medida que avanza el metraje, el espectador atento va entendiendo la historia y el vínculo de los personajes y el tipo de realización logra incomodarle. El final es un poco explícito por el tipo de propuesta que es, pero deja un camino de esperanza a los personajes. Está muy bien protagonizada por los actores, a los que hay que añadir a Francesc Garrido, hermano del personaje de Vicenç en una subtrama de herencia del padre. Por lo que pude observar en el pase para el público de Valladolid, parece que la película no fue muy bien recibida, quizás por tener una realización fría, pero puede ser que no muchos la entendieran bien y merece buena nota. Un servidor desde luego supo apreciar sus cualidades. Gustará a los más cinéfilos de propuestas atípicas.
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Carme no para de soñar con la posibilidad de ser madre. Tal es su pretensión que, en ocasiones, se viste con una prótesis para simular que está embarazada. Pero su marido Vicenç, un importante cargo del ayuntamiento que pretende opositar a la alcaldía, considera que no es el momento de ello. Por otra parte de la ciudad, Sonia se prostituye para ganar algo de dinero y sacar adelante la vida que tiene con Dani, un chaval introvertido y sin ocupación laboral. Estas son las dos líneas argumentales de La arteria invisible, película que dirige Pere Vilà i Barceló. Dos historias paralelas que, como cualquier espectador se imagina en estos casos, acabarán cruzándose.
La arteria invisible es una película fría en su forma, una frialdad que queda reflejada a través del uso de planos fijos en casi toda la película, los cuales a su vez proyectan ese gélido sentimiento que los personajes parecen poseer ante la mediocridad de sus vidas. El sexo es uno de los temas más presentes durante el relato, en varias de sus formas, como deseo, como terapia o como medio para ganarse la vida, los personajes principales y secundarios se ven directa o indirectamente afectados por esta cuestión. Su representación se expresa de manera a veces sutil, a veces explícita, pero posee una relevancia clave en el relato.
Aunque la verdadera cuestión que Pere Vilà i Barceló parece poner en relieve a través de La arteria invisible es la dualidad Dinero-Felicidad. Puedes estar podrido por dentro con independencia de lo que pese tu bolsillo, de hecho, hasta ciertos umbrales (no vamos a ser cínicos aquí) se es más feliz con algo de dinero que con mucho. La consabida oración de el dinero no da la felicidad… pero ayuda tiene su aplicación práctica en la película. Es difícil ser feliz cuando tu subsistencia y la de los tuyos dependen de hacer sacrificios como los que realiza Sonia, pero estar en una posición económica demasiado buena te hace querer más dinero y poder, perjudicando a un matrimonio como el de Carme y Vincenç.
Sin embargo, La arteria invisible no deja de ser una vieja historia con ciertos remedos que sirven para actualizarla a nuestros tiempos y con un buen trabajo de puesta en escena. El guión, por sí mismo, no llega a poseer la entereza que debería en ciertas escenas. Al final, queda la sensación de que se ha recorrido una gran distancia en los primeros minutos para llegar fatigado al final de la obra, que nos ofrece un desenlace abrupto. Quizá se podía haber dejado un reguero de tensión con el tema del chantaje, puesto que existían suficientes antecedentes en pantalla (las miradas lascivas de Vincenç a su secretaria, por ejemplo) como para generar la duda en el espectador en vez de zanjar la cuestión de manera tan rápida. Pero, tal vez, en esto también se deje notar ese espíritu aséptico que da sentido al film.
Algunos de estos aspectos quedan solucionados con la propia naturalidad visual de la película, otros, quedan rescatados por la presencia en pantalla de una Nora Navas que, como es habitual, no baja del notable en su interpretación. En cualquier caso, La arteria invisible es un buen acercamiento a esa perspectiva que muchas veces perdemos de vista: la vida va más allá de los propósitos que uno tenga. Todo lo que rodea a este asunto, desde la pérdida de conexión entre ambas partes de las respectivas parejas a la influencia de terceras personas, está plasmado en pantalla de manera muy calculada por su director y conforma un sólido relato que, aceptando su escaso espíritu conmovedor, permite rescatar muchas cosas interesantes en sus casi dos horas de metraje.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para Cine Maldito
Este director coloca la cámara y no la mueve.Sus personajes entran y salen de plano y muchas de sus secuencias, además de no contar nada, son soporíferas. La historia la podía haber contado en 70 minutos y no en 120. Es, en conjunto, un largometraje que ha aburrido soberanamente al público de la Seminci. No entiendo qué hacía en su Sección Oficial. Totalmente prescindible.
Pere Vilà i Barceló insiste en su mirada cinematográfica que no le hace nada simpático para la mayoría del público. Preguntado sobre el por qué de la lentitud de sus planos fijos, él argumenta, y creo que con buen criterio, que es su manera de involucrar al espectador, de implicarle, de que el que mira acompañe en las desazones y molestias a los protagonistas.
La arteria invisible es la traslación, a nuestra cultura sentimental, de lo que sería el hilo rojo con el que los japoneses representan las relaciones entre las personas. La fragilidad de este cordón es el que nos condena, más a menudo de lo deseable, a inhospitas soledades.
La trama, en esta ocasión, nos habla de las consecuencias de actos a los que en su origen no se les ha dado demasiada importancia y que estallan años después, aportando más desequilibrio a una situación ya de por sí complicada.
Los personajes del director catalán suelen ser individuos noqueados, desesperados o al borde de la locura, víctimas desde la infancia del abandono y de la falta de calor familiar y difícilmente recuperables. Las interpretaciones de Nora Navas (histérica por frustración materna) y Alex Brendemühl (político sin escrúpulos) son más que solventes y las reacciones de sus personajes, enfrentados a equivocadas decisiones del pasado, más que creíbles.
Que todo esto podría contarse de otra manera y con menos metraje, posiblemente, pero ya sería otra película, otro realizador y desconocemos el resultado, que tal vez disgustaría a quienes, como a mi, nos parece bien como está.