La araucana (La conquista de Chile)

3 comentarios en «La araucana (La conquista de Chile)»

1. Algo que llama la atención poderosamente a los que nos gusta la Historia y el cine, es cómo un país (o estado o nación o lo que sea) como España con un pasado tan rico y lleno, por no decir saturado, de episodios sobre los que se podrían rodarse centenares de películas, no tiene apenas producciones de carácter histórico. Y mucho menos ambientadas en la conquista de América, empresa realmente llevada a cabo por Castilla. De otros continentes, ni hablamos.
   
   Porque a ver: Aguirre o la cólera de Dios es una producción alemana. Películas españolas sobre la conquista de México brillan pero por su ausencia. Y de la del Perú idem de idem. Nos queda, es hasta triste constatarlo, aquel producto llamado El Dorado , donde el dinero del contribuyente desapareció por los sumideros de Centroamérica (donde se rodó).
   
   ¿Motivos de todo esto? Quizá el principal que no hay ni nunca ha habido $ para desplazarse a América a rodar. Así de claro. Y mientras, nos tragamos cargas de la brigada ligera, películas tipo Master and Commander, amaneceres zulus y cosas de lo más variopintas.
   
   Pero dicen que toda regla tiene su excepción, lo cual sucede aquí también. Efectivamente: allá por el año 1971, Julio Coll dirige una coproducción hispano-chilena (o chileno-española, como se quiera) sobre las guerras araucanas. El guión no es precisamente el de Espartaco (por decir algo), pero es más que correcto, la historia es entretenida, y los medios no son escasos del todo. Y lo que sorprende tratándose de una película de principios de los 70 son las dosis de violencia (alguna particularmente desagradable), bastante infrecuente en el cine que se rodaba en España por estas fechas, y que motivó que la película, si no me equivoco, se proyectase en las denominadas salas de arte y ensayo. Por eso, La Araucana tiene en este sentido una especie de halo de producción avanzada a su tiempo e incluso algo transgresora.

2. Desafortunada traslación del poema épico del militar español Ercilla al celuloide. Sin duda la empresa era muy difícil y los medios a disposición menores de lo deseado. No sólo hablo de presupuesto sino de talento. La película cuenta con buena fotografía y buena ambientación. Sin duda surgirían problemas de entendimiento y de producción graves en esta coproducción para no sacar partido a los increíbles paisajes de la maravillosa naturaleza Araucana que tanto maravilló a los conquistadores españoles. Solo son visibles en los primeros minutos de metraje. La trama está tan poco desarrollada como los personajes. Hay destellos interesantes y una crueldad que es más deudora de la moda de los setenta, especialmente de los espaguetis westerns y explotation italiano que del realismo naturalista de la historia. Sobre este respecto no hay más que ver las galopadas o el duelo entre Valdivia y Lautaro, puro espagueti. Bien filmados sí, pero a una alturas que la historia y el devenir de los personajes hace rato que ha dejado de importar.
   
   Una lástima. Demasiado esquematismo y concesiones. Y no sólo por el peaje de entendimiento entre los pueblos chilenos y español que recita sin venir a cuento el personaje interpretado por Elsa Martinelli. Esto hoy sería impensable aunque históricamente acertado.
   
   Es de suponer que no tuvo éxito. Tendríamos que esperar a que cineastas extranjeros hiciesen con muchos más medios y talento recreaciones de nuestro mundo colonial. Aunque la mayoría de veces fuese con peores intenciones y menos apego a la historia que este filme.

3. La Araucana es uno de los pocos films bien realizados que el cine español ha producido sobre la conquista. En 1967 TVE coprodujo con la RAI una serie de tres capítulos sobre Cristóbal Colón, dirigida por Vittorio Cottaffavi, que a pesar de no recordarla casi nadie, ha sido la mejor versión que conozco sobre el descubrimiento. Pocos años antes se había estrenado Los conquistadores del Pacífico , de José Mª Elorrieta, una especie de pepplum sobre Balboa y el Pacífico. Mucho más tarde El Dorado . Estas dos últimas fueron rodadas en Centroamérica.
   
   Por esas fechas el tema estaba de gran actualidad en el cine europeo, como lo demuestran la Real caza del sol , que los ingleses hicieron sobre Pizarro, y la germana Aguirre, la cólera de Dios .
   
   La Araucana , de Julio Coll se produjo en tal ambiente, en coproducción con Chile e Italia. No es cierto que circulara por salas de arte y ensayo. Se estrenó en grandes cines comerciales, aunque en verano, una estación en que entonces poca gente iba al cine, por lo que no obtuvo éxito. La verdad es que el guión es desigual, con aciertos y tópicos, aunque consigue ofrecer una interesante mezcla del heroísmo y la crueldad de la conquista de Chile. Coll elaboró con eficacia las abundantes secuencias de acción, en especial la destrucción por los indios de la ciudad de Santiago. Pero a la narrativa le faltan secuencias, el film avanza a golpes de elipsis, es decir se salta la explicación de no pocos hechos.
   
   La personalidad de Valdivia se describe como ambiciosa e incluso carente de escrúpulos, si bien el conquistador se siente a sí mismo un colonizador ejemplar, idea que no comparte su capellán. Resulta original la protagonista femenina (Elsa Martinelli), una mujer casi tan violenta como Valdivia, pues corta cabezas y maneja la espada como un soldado.
   
   Al igual que en el poema de Ercilla, los conquistadores son derrotados por los araucanos, con lo que el film no tiene nada de patriótico o triunfalista. Es una historia cuya mayor virtud reside en las imágenes, sea cuando muestran la travesía del desierto de Atacama, sea en las feroces represalias de los indios o en la batalla final. Los diálogos, por el contrario, resultan convencionales. Los actores están muy bien dirigidos, encarnando personajes que avanzan hacia el fracaso.
   
   Y es que así fue, los españoles se asentaron en Chile, pero nunca derrotaron por completo a los araucanos. No se parecían a los aztecas o a los incas, sino a los apaches y comanches, pues aprendieron pronto a luchar con las mismas armas de los conquistadores y nunca los creyeron dioses.