Kradetzat na praskovi (El ladrón de melocotones)
Sinopsis de la película
Bulgaria, I Guerra Mundial. Un grupo de prisioneros de guerra llega a la ciudad, entre ellos el serbio Ivo Obrenovich. Durante una de sus escapadas del campo, Ivo se cuela en un huerto privado y es pillado in fraganti robando melocotones por la esposa de un Coronel, Lisa. Ivo se enamora al instante de ella y no tardará en volver a intentar verla de nuevo…
Detalles de la película
- Titulo Original: Kradetzat na praskovi (The Peach-Garden Trespasser) (The Peach Thief)
- Año: 1964
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.9
37 valoraciones en total
Consistente película en blanco y negro ambientada en el ocaso de la primera guerra mundial, que describe la aparición del amor entre un prisionero serbio y la hasta entonces desangelada esposa de un rígido coronel del ejército búlgaro. De persuasivas interpretaciones y con abundancia de primeros planos sobrellevados con holgura por la pareja protagonista, iremos dejándonos atrapar por su primaria y honesta telaraña, recorriendo la ruta prefijada, en todo momento omniscientes de su trágico destino final.
Canto al amor, mostrado de nuevo como único ente capaz de insuflar luz sobre la oscuridad e ilusión que amortigüe la desesperanza, incluso en tiempos de opaca tristeza y grisáceo futuro. Un hermoso cuento sin final feliz cuya obsesión no es reconfortar sino mostrarnos la mayor gracia que nos justifica el seguir caminando.
Otro ejemplo de ese buen cine desconocido.
He aquí una película inolvidable de ese filón de tesoros por descubrir que es la cinematografía de Europa centro-oriental, en este caso una obra búlgara del año 64 tras cuya pista me puso – una vez más y para variar – mi sensei y, sobre todo, buen amigo Vozidar. La nota de la que hace gala en IMDB es buena muestra de la maestría contenida en estos 105 minutos de metraje que cuentan con la gran actuación de la que ha pasado a la historia como la Primera Dama del cine búlgaro , la bella y fascinante Nevena Kokanova. Aunque parezca que no uno tiene que pensar seriamente en los adjetivos a la hora de definir a esta hermosa mujer.
Por aquellos tiempos había en los países socialistas de Europa centro-oriental marcadas tendencias pacifistas encuadradas en el seno de los partidos comunistas y dominantes especialmente entre los intelectuales, sus principales impulsores. Había verdadero temor a una nueva conflagración y, sin lugar a dudas, a esta cargada atmósfera responde esta película.
Vulo Radev emplea eficaces recursos narrativos y cinematográficos que dan gran fuerza al guión en todo momento. El film está ambientado en la bella ciudad de Tarnovo, centro cultural septentrional de Bulgaria y, a su vez, el lugar donde el zar Fernando declaró la independencia de todos los territorios búlgaros en 1908, por tanto un lugar evocador en la historia búlgara. La gran virtud de esta película es la gran variedad de temas que abarca y el hecho de que lo haga sin necesidad de mostrar los horrores de la guerra de forma directa, es decir, en su consumación. Es obvio que el objetivo del director es que el espectador sea capaz de ver el film contando con una visión global de lo que era Europa a la altura de 1918, momento en que se ambienta la película.
De hecho las escenas iniciales son muy reveladoras. El film comienza con un entierro de soldados caídos, simplemente hay que tener en cuenta el pequeño tamaño de los ataudes en que van a ser enterrados: eso nos permite hacernos una idea del estado en que debían encontrarse los cuerpos en el momento en que fueron recogidos para ser entregados a las familias. La Primera Guerra Mundial – si exceptuamos la Guerra de Secesión estadounidense – fue la primera guerra moderna si tenemos en cuenta el número de combatientes, el tamaño de los frentes abiertos y el poder mortífero de las armas puestas en liza. Se alcanzaron niveles de destrucción nunca antes vistos. De hecho el director va a ir dejando a lo largo del film pequeños pero muy reveladores trazos de los efectos de la guerra. Inmediatamente después del entierro el director nos regala un genial contrapicado durante el cual vemos al coronel, marido de Elisabeta, la protagonista, escenificar una teatral carga de bayonetas ante la consternación de la tropa. Puro teatro ante las exigencias de la guerra moderna, que no hacen sino poner de relieve la indefensión del individuo.