Korczak
Sinopsis de la película
Biografía de Janusz Korczak, escritor, profesor y médico, que es recordado por su labor como director de un orfanato para niños judíos en Polonia durante los primeros años del nazismo. En 1942, sin embargo, se vio obligado a trasladar a doscientos huérfanos judíos al ghetto de Varsovia, desde donde, poco después, fueron enviados a Treblinka.
Detalles de la película
- Titulo Original: Korczak
- Año: 1990
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
7.2
69 valoraciones en total
132/17(14/05/20) Loable film realizado por Andrzej Wajda que hace un merecido tributo a la figura del polaco Janusz Korczak, Janusz Korczak era el seudónimo de Henryk Goldszmit, un educador judío, autor de libros infantiles, pediatra y fundador/director de un orfanato para niños judíos en Varsovia. Cuando los nazis invadieron Polonia, Korczak se vio obligado a trasladar el orfanato y sus 200 niños al gueto de la capital polaca. Debido a su fama, se le ofrecieron varias oportunidades para escapar, pero decidió quedarse con los niños ayudándolos en lo que pudo, hombre que en medio de la barbarie mantuvo su dignidad (recibió a los nazis vestido con su traje de militar polaco, se negó a ponerse el brazalete de judío), su valentía y humanismo debieran ser conocidos por todo el mundo. El guión de Agnieszka Holland (ese mismo año 1990 estrenó como directora el film de temática también de judíos en la WWII, Europa, Europa), uno de los cinco que Agnieszka Holland escribió o coescribió para películas de Andrzej Wajda. Relata en orden temporal los hechos, arrancando en 1936, con presiones antisemitas que llevaron a la supresión del programa que el protagonista emitía sobre la educación de los niños, habiendo fidelidad a la historia facilitada por el diario, encontrado en 1958, que Korczak mantuvo durante los dos años que pasó en el ghetto de Varsovia. Wajda rueda con una fascinante cinematografía (gracias al tulipán Robby Müller) en b/n ello para potenciar un aspecto documental-realista y ayuda a mezclar algunos fragmentos de imágenes de noticieros del gueto de Varsovia rodados por los propios nazis para (nauseabudamente) hacer ver que los judíos vivían como animales (cuando ellos fueron los que les obligaron a vivir así). Tiene el defecto que me resulta una hagiografía, no entra en las aristas que toda persona tiene, se hace una alabanza sin matices del protagonistas, nunca tiene dudas, o dilemas morales, esto resta conexión emocional. La película gustó mucho a Steven Spielberg, tanto que le influenció para tres años después realizar La lista de Schindler (1993), con muchos puntos en común con esta, un hombre que intenta salvar de la muerte a judíos, teniendo mucha importancia el guetto, y estéticamente rodándose en b/n son sus diáfanas similitudes. Se proyectó fuera de competencia en el Festival de Cine de Cannes de 1990, fue seleccionada como la entrada polaca para la Mejor Película de Lengua Extranjera en los Oscar, pero no fue aceptada como nominada. La crítica en varios países, sobre todo en Francia la machacó porque decían que no reflejaba el colaboracionismo polaco en el Holocausto, este injusto ataque (pues tampoco pone como salvadores a los polacos) perjudicó su distribución.
Ya desde el inicio con la transmisión radiofónica que escuchamos nos da un semblante del personaje y su grandeza, ello al despojarse de solidaridad al hablar de que trabaja con niños no porque le guste hacer el bien, si no porque le hace sentirse buena persona. En el momento de la escena de la estación de radio, la guerra aún no ha llegado a Polonia, está en ciernes, saltando rápidamente a la invasión nazi, y el posterior establecimiento del Ghetto de Varsovia. A pesar de las muchas ofertas para que el conocido erudito se esconda de los campos, Korczak rechaza cualquier tratamiento especial. Prefiere quedarse con ‘sus hijos’ y usar sus conexiones para mejorar sus posibilidades de supervivencia.
Una vez sumergidos en el sórdido ghetto vemos como Korczak (con su omnipresente gran sacco) maniobra para poder sacar adelante el orfanato con 200 niños, lo vemos sufrir por ello, intentar negociar con la Gestapo (lo vejan por no llevar el brazalete), los líderes judíos del guetto (allí asiste a como los nazis los humillan), con el mercado negro (Korczak se enfrenta a los rebeldes judíos del ghetto, estos le achacan trate con los ‘oportunistas’ traficantes, y él desesperado les espeta que no le queda nada y que hablaría con el mismo Diablo si mantuviera a los niños a salvo), con la resistencia, una odisea para ir consiguiendo comida el día a día. Ello mientras intenta lleva la institución con un código de autogobierno por parte de los niños, donde ellos mismos tienen su propio tribunal para juzgar a los que rompan las normas. Donde Korczak intenta provocar el despertar a la madurez con las charlas que mantiene con y ellos y sus problemas, como que un chico ha sido dejado por su novia no judía, o como a otro se le ha muerto la madre. Korczak muestra como intenta hacerles sobrellevar mejor su entorno haciéndoles sentir que no deben temerle a la muerte, ello ejemplificado cuando vemos que escenifican una obra de teatro de Rabindranath Tagore sobre la muerte de un niño, ‘Amal’, ello para que se familiaricen con la mortandad. Vemos las duras condiciones en las que viven los niños, hacinados en poco espacio, sentimos su dolor, su desesperación, su instinto de supervivencia reflejado en los niños que se dedican a robar, vemos lo fácil que es morir en el guetto, (repartir pan es pena capital), el temor latente a que un soldado nazi le dé por disparar contra los judíos, todo eso se deja sentir. Todo narrado en un crescendo dramático sutil, regado de dosis de la ‘malicia’ nazi que va oprimiendo al guetto, hasta desembocar en su rush final estremecedor (spoiler)
Wojciech Pszoniak (familiarizado con el trabajo de Andrzej Wajda en siete de sus películas) encarna a Korczak con tremenda majestuosidad, carismático, seguro de sí mismo, noble, aportándole sutilidad expresiva, una actuación cargada de carácter dual, está su personalidad mostrada haciendo frente a las penurias del orfanato, y está su modo de aleccionar a los chicos que tiene a su cargo, Resto de los secundarios no llegan a tener entidad y alma.
La puesta en escena resulta formidable en su función de transmitir un estado de ánimo. Empezando por el muy realista diseño de producción de Allan Starski, especialista en reflejar guettos,… (sigo en spoiler)
Uno se queda desconcertado cuando termina el visionado de Korczak.
Por muchos motivos: por la historia, por el personaje principal, por la tremenda e increíble fotografía y por el carismático director, Wajda, que firma otra obra maestra sobre la segunda guerra mundial, no exenta de polémica.
Pero vayamos por partes.
La historia la conocemos de sobra, la hemos visto en tantas ocasiones los apasionados al cine. Nos cuenta los esfuerzos de un hombre por salvar los niños del orfanato que dirige tras la invasion alemana en Polonia. En este sentido, la influencia sobre La lista de Schindler (1993) es obvia y fundamental. Spielberg copió incluso la fotografía en B/N para asegurar un mayor realismo e identificación temporal. Pero Korczak no solo quiere salvar sus vidas, sino que se esfuerza continuamente en mantener ocupadas sus mentes y divertirlos para evitar la peor tragedia: la falta de esperanza. Esto también nos lo quiso contar Bellini en La vida es bella (1997).
Pero además, la historia nos habla de la existencia de los guetos judíos muchos antes de que llegaran los alemanes. Sabemos que el primer gueto judío surgió en la Venecia del s. XVI y desde entonces, los hubo siempre, forzados o voluntarios. En este caso, el orfanato acoge solo niños judíos en la Polonia de pre-guerra.
El personaje principal, Janusz Korczak, fue todo un ilustrado de su época. Médico, educador, escritor, poliglota y profesor, ejerció durante años como director de un orfanato para judíos en Varsovia, aunque en realidad nunca se sintió demasiado cerca de su religión. Su vida era la educación y sus niños, a los que no quiso abandonar en las diversas ocasiones en que pudo salvar su vida y escapar. Un personaje de los que ya no quedan, con valores morales de hierro que no traicionaría jamás (estuvo a punto de morir varias veces por negarse a llevar el brazalete judío. Nunca lo llevó). Su método de educación se basaba en la sinceridad total ante cualquier pregunta, como demostración de respeto, y en su insistencia en tratar a los niños como adultos, que sufren y sienten igual que ellos. Desgraciadamente, tanta sinceridad y amor tenía consecuencias también negativas, como vemos en una de las primeras escenas cuando un grupo de antiguos alumnos vienen a visitarlo. Un tipo único, de los que ya no hay, por desgracia.
En el aspecto técnico, la cinta probablemente no será siempre perfecta, pero su fotografía merece un capítulo aparte. Tras la cámara tenemos a Robby Muller, frecuente colaborador de Wenders y Jarmusch, entre otros. Un genio del blanco y negro que se supera a si mismo haciéndonos creer que la cinta fue rodada en los años 40 o 50. Sus tonos oscuros, centrados en los personajes y no en los detalles, hacen que destaquen las siluetas y nos deja siempre la sensación de un cierto desenfoque, como sucedía con el metraje de aquellos años. Sabor a Bresson, a Rossellini, al Jean Vigo de Cero en conducta. Una gran trabajo de Muller.
Y llegamos al director, Andrzej Wajda, que en mi opinión entrega su última gran joya cinematográfica. Wajda, siempre combativo e involucrado en la historia política de su país y de Europa, fue duramente criticado en Francia por no mostrar en la cinta el colaboracionismo de los polacos con los nazis durante la ocupación y su participación silenciosa en el holocausto. En mi opinión la crítica no se merece. Los polacos no judíos aparecen poco en el film, es verdad, pero resulta lógico cuando la historia que nos cuenta se desarrolla casi completamente dentro de un gueto rodeado de nazis. Tampoco nos presenta a los polacos como héroes que intentaron salvarlos. No, eso no paso en ningún país de Europa, ni siquiera en Francia. Creo que Wajda no quiere hablar de los polacos no judios y por eso los obvia en su relato. Él quiere hablar de Korczak y de lo que representó para su país. Y no entiendo porque los franceses tuvieron que perjudicar un film que, tras las críticas, tuvo enormes problemas de distribución, de ahí que apenas lo conozcamos. Me pregunto si esos valientes críticos franceses se atrevieron 3 años después a criticar por el mismo motivo la superproducción de Spielberg, donde SI hay una cierta intención de hacer ver que hubo alemanes buenos.
Para compensar la ofensa de esos malvados críticos, le doy un 10 a esta cinta olvidada e injustamente vilipendiada, con una gran historia, un personaje inspirador y maravilloso, una fotografía magistral y un director que merece mucho más reconocimiento del que tiene.
Puro arte.