Katalin Varga
Sinopsis de la película
Tan pronto como descubre que no es el padre de Orbán, el marido de Katalin Varga la echa de casa. Katalin, que no quiere que su hijo crezca sin un padre, se dedica a buscarle uno. Con intención de visitar a la abuela enferma, madre e hijo emprenden un viaje a un lugar de los Cárpatos, al que ella había decidido no volver jamás, porque allí fue víctima, once años antes, del criminal ataque de dos hombres. El encuentro con uno de ellos, que no la recuerda, despertará su sed de venganza.
Detalles de la película
- Titulo Original: Katalin Varga
- Año: 2009
- Duración: 81
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Opinión de la crítica
Película
6.4
91 valoraciones en total
Una película rumana no es precisamente un reclamo a las salas de cine, no porque tenga nada en contra del cine rumano, sino porque no conocemos prácticamente nada de él. Cuando me dispuse a visionar el film lo hice sin prejuicios, sin ánimo de crítica destructiva, sino todo lo contrario. Me senté dispuesto a ver algo diferente, con actores, fotografía y música diferentes.
El resultado final es que me he quedado con la sensación de haber visto películas similares en la liga de primera y segunda división europeas y hollywoodiense, pero sin nada especial. Es más, analizando posteriormente las escenas y las interpretaciones, me quedo con la sensación de que el director ha querido emular a sus ídolos (Von Trier entre ellos) y no lo ha conseguido ni de lejos. Si al menos las interpretaciones hubieran sido convincentes, no habría dormido con la sensación del tiempo perdido. No me ha gustado nada.
A Peter Strickland con poquísimo dinero va y se le ocurre rodar su opera prima en Transilvania y en rumano y no le ha salido nada mal. Sea en buena hora. A ver quién con poco más de 28.000 euros hace una peli decente, con oso de plata a la contribución artística en la Berlinale incluido.
Extraigo de sus declaraciones sus fuentes de inspiración, como curiosidad: Escuchar Pornography de The Cure, Suicide del dúo Suicide, ver La noche del cazador de Laughton y ver Shadows of our forgotten ancestors, 1964 (Tini zabutykh predkiv) de Sergei Parajanov, una y otra vez y, finalmente, el soundtrack del Nosferatu de Herzog del grupo Popol Vuh.
Efectivamente, algo de todo ello hay en el film, y le sirve para crear atmósferas inquietantes y además los Cárpatos dan para tantas historias con esa impronta seductora de la zona.
Los estimas de Katalin son invisibles, el dolor es interno, e inicia un camino de no retorno ajeno a su voluntad.
Estamos rodeados de puntos catastróficos ordinarios origen de pequeñas catástrofes que no tienen mayor relevancia y que generan modelos estructuralmente estables.
Hay puntos catastróficos no ordinarios que pueden llegar a convertirse en catastróficos esenciales, generando el conjunto cerrado de las catástrofes esenciales, así: un proceso natural puede muy bien, en un dominio del espacio-tiempo, hacerse localmente caótico y esto de manera necesaria y estructuralmente estable (*)
¿A qué viene todo esto? Un acontecimiento, un suceso que en principio no debería tener repercusiones (ver spoiler) deja de ser ordinario y pasa a ser no solamente no ordinario sino esencial generando el caos implacable que lleva a la fatalidad.
La venganza es de Dios (si es que le dejo algo yo).
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(*) Estabilidad estructural y morfogénesis René Thom
Katalin Varga es una mujer casada y con un hijo, que esconde un secreto durante 10 años. Un día decide contárselo a una amiga y el marido de esta escucha toda la conversación. Divulga el comentario por todo el barrio hasta que el secreto llega a oídos del esposo de Katalin y este decide echarla de su casa. Allí Katalin comienza a revivir nuevamente el horror de aquel secreto que la perturbó durante mucho tiempo y al cual no puede borrarlo de su cabeza.
Al ser echada de su hogar emprende un viaje con su hijo en busca de una venganza.
Una película cruda. Por momentos obvia pero muy bien contada.
Estamos ante una canoníca historia de venganzas, mujer repudiada por su marido cuando este se entera de hechos del pasado de esta, mujer que emprende viaje en compañía de su hijo en busca de saldar cuentas que la rediman, tanto a ella como a ojos de su marido, y mujer que durante dicha venganza se nos revela dura, fría, y determinada, pese a no resultar esta todo lo placentera que ella se esperaba.
La historia así contada, supongo resultara a priori atractiva para el degustador de este tipo de historias (aquí tienen a uno), pero créanme, la sobria (cuasi elíptica) forma en la que el debutante británico Peter Strickland (guion y dirección) hace correr la trama, que aunque al principio se antoja como veleidades de arte y ensayo, acaba ganándote y haciéndote comulgar con esas tomas cámara al hombro detrás de Katalyn en escenas clave, los magníficamente fotografiados bellos parajes transilvanos apuntillados por el paisanaje que Katalyn y su hijo se van encontrando por el camino, que hacen de la idiosincrasia de ese paisaje y paisanaje una de las principales bazas para que la historia te atrape a pesar de lo esquemático y particular de los trompicones por los que discurre.
Súmese una soberbia actuación por parte de la desconocida (para mí), Andrea Gavriliu, que quizá por lo atípica de su composición para el espectador que dado la pobre distribución de cine proveniente de determinados países, no está muy puesto en sus singularidades (mi caso), me ha parecido de una dureza, ardiente frialdad (vaya definición me ha salido) y turbia belleza (ya puestos, ahí queda eso), realmente apabullante y resultona, y tenemos una muy interesante película de venganzas a la que su elemento antropológico (cuasi de romance de ciego) la sienta de maravilla.